La educación fue una de las áreas más afectadas por la pandemia de Covid-19. La necesidad de suspender las actividades presenciales afectó las trayectorias educativas de muchos niños, niñas y adolescentes, fundamentalmente en aquellas familias con menos recursos o en las zonas de menor conectividad. Si algo demostró está situación excepcional es que el acceso a recursos tecnológicos y a la conectividad son esenciales para garantizar el derecho a la educación.
Empezó el año 2021 y las definiciones sobre el inicio del nuevo ciclo lectivo ocuparon el lugar central en la agenda mediática y pública. Desde el Ministerio de Educación de la Nación sostienen la firme intención de garantizar las clases con la mayor presencialidad posible, siempre y cuando el contexto epidemiológico lo permita. Para eso, el 11 de enero el Ministro de Educación Nicolás Trotta y su gabinete iniciaron una gira por todas las provincias del país con el objetivo de reunirse con los equipos de educación locales, previo al inicio del ciclo lectivo. Al respecto, Nicolás Trotta declaró: “Comenzamos este recorrido federal con el objetivo de garantizar las condiciones para que la presencialidad vuelva a ser el ordenador el sistema educativo.” Afirmaciones que fueron luego remarcadas por otras como: “la vacuna no es condición indispensable para la presencialidad” y la “presencialidad debe ser obligatoria”.
Durante 2020 el Ministerio de Educación nacional, en conjunto con el Consejo Federal de Educación, han trabajado en una serie de iniciativas de cara al regreso a las clases presenciales.
El 3 de julio el Consejo Federal de Educación aprobó el Protocolo Marco y lineamientos federales para el retorno a clases presenciales en la educación obligatoria y terciaria, que estableció las recomendaciones generales que iban a permitir a cada jurisdicción elaborar planes que garanticen un retorno seguro a los establecimientos educativos. Se ofrecía así un conjunto de pautas para ordenar y organizar las actividades escolares y pedagógicas.
La reanudación de las clases presenciales en el país comenzó en el mes de agosto en algunas provincias y localidades con muy baja tasa de casos confirmados de Covid-19, privilegió a los estudiantes del último año de cada nivel y se hizo a través de un escalonamiento progresivo de acuerdo a los aspectos sociodemográficos de cada región, con una asistencia alternada por grupos de alumnos para garantizar el distanciamiento social, y una articulación entre presencialidad y virtualidad.
Ese mismo mes, profundizaron los lineamientos pedagógicos de la educación obligatoria para ordenar la etapa de retorno progresivo a las escuelas y anticipar el modo en que se iba a dar continuidad a las trayectorias educativas de todos los estudiantes del país. Se determinó una reorganización curricular de contenidos y asignaturas elaborada por cada jurisdicción y que el ciclo 2020-2021 sería una única unidad pedagógica.
Hacia fines de noviembre, implementaron un Monitoreo de Retorno a las clases presenciales, a través del cual los ministerios provinciales informaban cuáles eran las escuelas que iban volviendo a la presencialidad y bajo qué características y modalidades. Se trataba en su mayoría de escuelas ubicadas en zonas rurales o localidades pequeñas de provincias como Santiago del Estero, Catamarca, San Juan, Formosa y La Pampa. Sin embargo, el aumento de la curva de casos hizo que muchas jurisdicciones se hayan visto obligadas a volver a la etapa anterior.
Paralelamente, se implementaron acciones con dos objetivos. Por un lado, relevar las características del proceso educativo y, por el otro, brindar herramientas de acompañamiento a las trayectorias educativas.
Dentro de las primeras, se llevó a cabo la Evaluación Nacional del Proceso de Continuidad Pedagógica, una encuesta a docentes de todo el país, cuyo objetivo fue obtener información precisa sobre las prácticas pedagógicas, los canales de comunicación, las condiciones de enseñanza, la organización del trabajo desde los hogares y la articulación entre los docentes y directivos en el contexto de la emergencia sanitaria.
Respecto al segundo objetivo, lanzaron el Programa Acompañar, puentes de igualdad, que propuso llevar a cabo un acompañamiento integral de las trayectorias escolares. Dentro de las acciones implementadas se encontraba la identificación y geolocalización de los y las estudiantes que habían interrumpido su contacto con la escuela. En relación a esto, en el mes de noviembre el Consejo Federal avanzó en la constitución del SInIDE, un sistema de información digital sobre las trayectorias estudiantiles que iba a permitir, entre otras cosas, identificar a aquellos estudiantes que habían interrumpido sus trayectorias durante el aislamiento y poder implementar estrategias de revinculación. Además, el Programa ATR, fue una iniciativa implementada por el Ministerio de Educación de la provincia de Buenos Aires destinada a estudiantes de tercer y cuarto año de los Profesorados de Primaria y Secundaria, quienes realizaban tareas de acompañamiento de trayectorias educativas, en articulación con las escuelas, práctica que se articulaba con el plan de estudios. El programa buscó ir al encuentro de las y los estudiantes que tuvieron dificultades con la continuidad pedagógica o se desvincularon de la escuela a raíz de la pandemia, construyendo puentes entre las familias y las escuelas y tuvo su edición verano durante el mes de enero con actividades culturales, deportivas y artísticas.
Por otra parte, El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) presentó el documento Estrategias de reapertura de escuelas durante COVID-19, donde se presentaban cuatro criterios sanitarios claves que permitirán a los alumnos y docentes volver a clase de manera saludable.
En este escenario, a fines de diciembre más de 80 organizaciones de la sociedad civil, instituciones y cámaras presentaron la campaña #ALasAulas para convocar a todos los argentinos a comprometerse para que en 2021 la educación sea prioridad, con clases presenciales siempre que las condiciones epidemiológicas y sanitarias lo permitan, y con un plan para cada situación y circunstancia. Entre otras, participaron Argentinos por la Educación, Consejo de Rectores de Universidades Privadas (CRUP), Consejo de Relaciones Públicas, Enseñá por Argentina, IDEA, Junior Achievement, Liga de Educación y Cultura, y Fundación Varkey.
Al comenzar este año 2021, cada una de las jurisdicciones empezó a brindar precisiones sobre la fecha de inicio y la modalidad del nuevo ciclo lectivo. La provincia de Buenos Aires y la de Córdoba anunciaron un esquema bimodal de clases que comenzará el 1 de marzo. Mendoza también empezará en la misma fecha y el 10 de febrero comenzarán aquellos chicos que hayan tenido trayectorias más débiles en 2020. Por su parte, la Ciudad de Buenos Aires, indicó que las clases serán presenciales en su totalidad y que comenzarán el 17 de febrero para los primeros ciclos de primaria y de secundaria y que luego se incorporarán el resto de los grados y años. Las repercusiones no tardaron en llegar y algunos sindicatos sostuvieron que no están dadas las condiciones para un regreso de esas características. A la fecha, entidades gremiales están manteniendo reuniones con representantes del Gobierno de la Ciudad para arribar a un protocolo que garantice la seguridad de los docentes, principalmente de aquellos que trabajan en más de una escuela.
Ahora bien ¿Cuáles son las condiciones mínimas y viables para poder garantizar las clases presenciales con seguridad para toda la comunidad educativa? ¿Cuáles son los escenarios posibles o esquemas de presencialidad que marcarán el inicio del ciclo lectivo 2021? ¿Es imperioso volver a la presencialidad desde el inicio del año? ¿Qué dimensiones o requisitos deberían contemplar estos esquemas presenciales para garantizar el derecho a la educación de los estudiantes, teniendo en cuenta la diversidad de realidades sociodemográficas y territoriales de la Argentina?
Axel Rivas, doctor en Ciencias Sociales a cargo del Consejo de Calidad Educativa, elaboró una serie de propuestas de esquemas de alternancia para cada nivel y los presentó a modo personal. En el caso del nivel inicial y primario, propone una organización basada en la semana y el grupo-clase como parámetros centrales de continuidad. Se plantea entonces un orden que, si bien requiere de un esfuerzo mayor de planificación de las actividades educativas, permite tener más seguridad en el control de las variables epidemiológicas. En el nivel secundario, propone un sistema de alternancia que contemple instancias presenciales, virtuales y de planificación. El investigador señala que es fundamental crear instancias de tutoría y de apoyo virtuales, a cargo de docentes que no puedan asistir presencialmente a las escuelas por diferentes razones (por ejemplo, ser población de riesgo). Sobre todo, afirma que el esquema de alternancia debe ser flexible para poder dar respuesta a situaciones particulares, pudiendo permitir que un cierto cupo de alumnos pueda estar presentes más días sin que altere la esencia de la propuesta.
En Sobre Tiza, dialogamos con los expertos y expertas que conforman nuestro consejo asesor, sobre el regreso a clases en 2021. Uno de los temas que aparecen como prioritarios es la disponibilidad de recursos tecnológicos y el acceso a la conectividad. Mariana Maggio, doctora en Educación (UBA) y directora de la Maestría en Tecnología Educativa de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), plantea: “Necesitamos acceso a dispositivos e internet para todos los docentes y estudiantes, reconociendo que se trata de un derecho vinculado al derecho a la educación, y condiciones de infraestructura en las escuelas que permitan el cumplimiento de las recomendaciones sanitarias de prevención”.
En relación a esto, la especialista sostiene que además de la mejora en las condiciones de infraestructura y de inclusión digital, será necesario trabajar “en la construcción de abordajes didácticos más flexibles” porque “la necesaria reinvención de las prácticas de la enseñanza requiere la alteración de las condiciones vinculadas al currículum, al tiempo y al espacio”.
En la misma línea, Gabriel Brener, especialista en Gestión y Conducción del Sistema Educativo (FLACSO, licenciado en Ciencias de la Educación (UBA) y ex subsecretario de Educación del Ministerio de Educación de la Nación (2013-2015), asevera que “el acceso a la conectividad es parte del acceso y del ejercicio del derecho pleno a la educación” y agrega la importancia de la formación docente en ejercicio en estas cuestiones porque “la virtualidad no es una adaptación o réplica mecánica de lo presencial por otros medios, sino que tiene otras lógicas que requieren ser trabajadas con el activo docente”.
Efectivamente, la pandemia mostró la importancia de la conectividad y la infraestructura tecnológica para chicos y chicas y también para los hogares. Al respecto, María Teresa Lugo, Magíster en Nuevas Tecnologías aplicadas a la Educación (Universidad Autónoma de Barcelona), docente investigadora de la UNQ y consultora de organismos internacionales, plantea: “Aquí vale la pena pensar en una canasta básica digital para poder ampliar el acceso y la apropiación de los recursos tecnológicos. No es lo mismo tener conectividad y dispositivos que no tenerlos, más allá del contexto de pandemia. Es pensar la conectividad como un derecho y a las tecnologías como bienes públicos”.
Tanto la conectividad como la infraestructura digital necesitan de la oferta y articulación de soluciones tecnológicas para la educación, lo que se conoce como el ecosistema EdTech, es decir, plataformas, videojuegos, recursos digitales, simuladores, inteligencia artificial, etc. En relación a esto, Lugo propone «la creación de un fondo regional o de un esquema de cooperación entre países y/o entre provincias, con el objetivo de promover la compra, colaboración, desarrollo y distribución más equitativa de recursos y soluciones tecnológicas para la educación entre los países de América Latina.»
Otra cuestión importante en este escenario es la que refiere a la modalidad del inicio de las clases. Desde su perspectiva, Gabriel Brener propone un esquema de retorno secuencial. “Hay que evaluar e ir apostando por un retorno situado, que es todo lo contrario a invertir la ecuación excepción/regularidad” y subraya que “las políticas públicas en educación deben pensarse en una programación situada en contexto de retorno paulatino a la presencialidad, respetando siempre los criterios de carácter médico y epidemiológico y, al mismo tiempo, profundizar y desarrollar todo lo que tenga que ver con la semipresencialidad y la virtualidad”.
Por su parte, Graciela Bentancud, presidenta de la Fundación Tomas Alva Edison de Mendoza, fundadora del Colegio homónimo y de Probot School, la primera escuela de robótica del país; remarca la necesidad de las clases presenciales siempre y cuando la situación epidemiológica lo permita y plantea que conllevará desafíos institucionales y curriculares. Sobre los primeros, “hace necesario tener gestiones creativas, innovadoras, que nos permitan asistir a los chicos en su totalidad teniendo en cuenta que tenemos un porcentaje de docentes que tal vez no puedan asistir.” Sobre los segundos, resulta importante, desde su mirada, tener en claro qué se debe enseñar en cada grado y año porque “si bien sabemos que la pandemia ha venido a mostrar las desigualdades, si no tenemos en claro el diseño curricular, vamos a tener otras desigualdades”. Además, la fundadora del Colegio Tomas Alva Edison plantea que si bien es inminente el regreso a las aulas “hay que ver cómo y de qué manera” fundamentalmente porque “no están las cosas claras” y “falta articulación entre el Ministerio de salud y el Ministerio de Educación”.
Ahora bien, ¿con qué escuela nos vamos a encontrar luego de un año donde las formas y los contextos de enseñar y de aprender cambiaron radicalmente? Horacio Ademar Ferreyra, Doctor en Educación, actual Secretario de Educación de la Municipalidad de la Ciudad de Córdoba, docente e investigador de la UCC y UNVM Argentina, remarca que la escuela de este año no será ni como la del 2020 ni como la del 2019, donde la virtualidad y la presencialidad fueron la regla, respectivamente. El 2021 nos trae otra escuela donde “hay cuestiones que van a continuar; otras que no lo harán y otras que se van a incorporar haciendo extraordinario lo cotidiano en cada contexto”. En un año donde las decisiones estarán marcadas fuertemente por la situación sanitaria del contexto, Ferreyra plantea también una vuelta progresiva a la presencialidad. “El 2021 nos coloca en el escenario de poder combinar los modelos presencial y remoto recuperando, particularmente, aquellos aprendizajes que hemos obtenido los docentes, directivos, supervisores, técnicos, y también los funcionarios en relación con la tarea educativa.”
Esta nueva modalidad que combina lo presencial y lo remoto o virtual traerá como consecuencia cambios pedagógicos y en los agrupamientos de los alumnos y alumnas. “Es fundamental que empecemos a pensar en entornos integrados de aprendizaje porque lo que vamos a hacer es ampliar, diversificar y enriquecer las propuestas educativas, con o sin tecnologías, para que nuestros estudiantes puedan seguir aprendiendo en la escuela y en la casa”, explica Ferreyra. Por otro lado, el doctor en educación, subraya la importancia de que los agrupamientos sean heterogéneos. “Para definirlos también tendremos que pensar en distintos criterios: estudiantes conectados, medianamente conectados, desconectados, ingresando en el sistema educativo, entre otras variables”.
Sin dudas, la escuela de 2021 será distinta y nos coloca ante nuevos desafíos. Así como el año pasado hubo un salto obligado desde las clases tradicionales a las clases virtuales, «ahora necesitamos pensarnos en el momento previo a dar otro salto, completamente diferente, donde no es volver hacia atrás a la presencialidad, ni continuar en la virtualidad, es encontrar un nuevo modelo», explica Pablo Bongiovanni, Doctor en Educación, postitulado en Tecnologías de la Información y de la Comunicación y docente universitario. Y agrega: «Se trata de un desafío diferente porque tenemos que encarar un año donde los escenarios serán un entramado, una mixtura o combinación de virtualidad y presencialidad. Esta combinación tiene como propósito encontrar y hacer dialogar lo mejor del mundo presencial con lo mejor del mundo virtual, en términos educativos.»
Este nuevo escenario, caracterizado por la hibridación de formatos, puede traer como consecuencia una «nueva relación pedagógica» al «diseñar propuestas híbridas que sean realmente propuestas pedagógico-didácticas, que miren a la persona de cada alumno, de cada alumna y sus familias, sus contextos, sus posibilidades, más allá de toda coyuntura», explica Bongiovanni.
El inicio de un nuevo ciclo lectivo luego de un año excepcional a nivel mundial, donde muchas de las problemáticas educativas y sociales se profundizaron, sin dudas traerá grandes desafíos para los docentes, estudiantes y familias.
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