Responde Pablo Bongiovanni, integrante del consejo asesor de Sobre Tiza.
En este contexto de crecimiento de la curva de los casos de Covid-19 y luego de un 2020 en el que la interrupción de actividades presenciales en las escuelas ha tenido consecuencias negativas en las trayectorias educativas de los estudiantes, ¿cuáles son los escenarios posibles o esquemas de presencialidad que marcarán el inicio del ciclo lectivo 2021?
Los escenarios posibles para este tiempo de reinicio de clases por este lado del mundo son muchos y diversos. En particular en Argentina, considerando que la experiencia 2020 coincidió con el año académico y, como muchos afirman de distintas formas, “nos tomó por sorpresa”, o mejor dicho nadie lo esperaba, nadie lo vaticinó. Sin embargo en muchos casos con el horizonte de la continuidad pedagógica, se logró sobrellevar procesos de enseñanza y de aprendizaje.
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El 2021 es diferente. La tentación de pensar en que este año va a ser más fácil “porque ya tenemos la experiencia del año pasado”, es equivocada o al menos se trata de una lectura distorsionada de la realidad. De la presencialidad a la virtualidad hubo un salto obligado que tuvimos que dar en todos los niveles, edades y contextos. Ahora necesitamos pensarnos en el momento previo a dar otro salto, completamente diferente. No es volver hacia atrás a la presencialidad, ni continuar en la virtualidad, es encontrar un nuevo modelo.
Se trata de un desafío diferente porque tenemos que encarar un año donde los escenarios serán un entramado, una mixtura o combinación de virtualidad y presencialidad. Esta combinación tiene como propósito encontrar y hacer dialogar lo mejor del mundo presencial con lo mejor del mundo virtual, en términos educativos. La palabra de moda es ‘híbrido’, y en el mundo son más famosos los vehículos híbridos que los formatos pedagógico-didácticos híbridos; pero está bien, es más fácil entenderlo en una bicicleta o un automóvil que en la escuela.
Por eso es necesario explicar, pero también matizar: no hay una forma única, no hay una fórmula para lograr la Educación Híbrida; son formatos, en plural, necesitamos pensar en todos los aspectos: el aprendizaje, la enseñanza, en una relación con el conocimiento nueva, distinta a la experimentada durante años en la presencialidad y durante el 2020 en la virtualidad. De cualquier manera, las denominaciones y teoría son discusiones menores en orden al desafío real.
Aún no sabemos con certeza cuál será la tendencia porque justamente las instituciones, los docentes y equipos directivos, estamos en momento de decisiones claves para definir los detalles de ese escenario 2021, con el condicionante o la presión de la situación epidemiológica y sus protocolos ineludiblemente. Todo puede cambiar, pero tenemos algunas certezas, como por ejemplo que la modalidad de “burbuja” va a ser la modalidad general para el regreso a la presencialidad.
Ahora bien, los desafíos reales en la actualidad están en el orden de estimar cuántas burbujas tendremos y cómo las vamos a distribuir en el tiempo y espacio, tanto presencial y virtualmente. Esquemas de alternancia flexibles, como el que propuso Axel Rivas en un borrador para pensar con la comunidad educativa recientemente, son de gran ayuda.
Grupos que tengan experiencias de aprendizaje presencial, con una variedad de oferta en la virtualidad, como aulas virtuales, materiales, desafíos y encuentros online, son parte de esas adecuaciones, esos escenarios posibles. Probablemente también tengamos que vencer el prejuicio de entender “lo virtual” como un soporte o algo que simplemente complementa “lo presencial”. Porque eso no es aprovechar lo mejor de los dos mundos.
Teniendo en cuenta que nuestro país está caracterizado por realidades educativas muy heterogéneas, ¿qué dimensiones o requisitos (tiempos, espacios, agrupamientos, infraestructura, etc) deberían contemplar estos esquemas presenciales para garantizar el derecho a la educación de los estudiantes, teniendo en cuenta la diversidad de realidades sociodemográficas y territoriales de la Argentina?
La cuestión de la diversidad es un aspecto básico en este ámbito, que hoy nos desafía a pensar en función de cómo sucede el aprendizaje y la enseñanza en esas realidades educativas heterogéneas. Posibilidades en términos de conectividad, infraestructura y espacios con sólo algunas de las dimensiones a tener en cuenta. Los agrupamientos y decisiones de agenda de trabajo no se pueden estandarizar, sólo se podrán “mapear” luego de que ocurran, pero no se puede prescribir el mejor formato híbrido para cada contexto, sin conocer los detalles. La mayoría de las veces los enfoques tecnológicos tienen el talón de Aquiles en la conectividad y disponibilidad de dispositivos. El desafío real va en el orden del diseño sobre lo posible. ¿Qué podemos hacer con lo que tenemos hoy? Esto no invalida la lucha por lo que es justo, la persecución de una mejora continua, ni la conquista de nuevos derechos. ¿Qué podemos hacer con esto que tenemos? Es una pregunta sobre nuestra deber como educadores, sobre el compromiso con los demás, con los alumnos y alumnas y sus familias, quienes están expectantes por el inicio del nuevo ciclo lectivo. Diseños flexibles, adecuados a cada realidad, con los pies en la tierra pero la mirada enfocada en los aprendizajes de los alumnos…. podrían ser algunos principios saludables para trabajar.
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Volver a los proyectos, a las bases, a las miradas pedagógicas, no sólo didácticas. La Educación está en el centro de muchas discusiones hoy; eso moviliza a toda la sociedad como nunca. Hay un desafío, desde mi perspectiva, y es no dejarse arrastrar a los enfoques meramente instrumentalistas de la Educación, de la Escuela, de la Institución Educativa en General. ¿Es necesario volver? Por supuesto, con los protocolos correspondientes, pero no basta con eso. Es tan necesario volver a las aulas, como diseñar propuestas pedagógicas híbridas, además de los espacios y el distanciamiento social -cosa ya de por sí difícil o muy difícil en la gran mayoría de las escuelas- los encuentros presenciales tienen que lograrse con un sentido renovado. No será el mismo encuentro presencial que antes de la pandemia, no sólo por la distribución semanal, grupal, alternancia, etc. El encuentro presencial será simbólicamente muy distinto a la clase diaria pre-pandemia. Pensar en el aprendizaje hoy es pensar en la pos-revinculación.
¿Qué pasará? Encuentros presenciales que se combinen en su desarrollo con actividades, contenidos y propuestas online no es algo a lo que estemos acostumbrados, excepto quienes hayan tenido experiencias de semipresencialidad, o las escuelas rurales con modelos de alternancia históricos. Un desafío real y grande de hoy es también, por ejemplo, en muchos casos lograr propuestas que saquen a los chicos y chicas, a los jóvenes de las pantallas. Así como en algún momento podíamos pensar en que la Escuela necesitaba más actividades online, aprovechar más Internet, hoy lo que es evidente es que no necesitamos más tiempo de pantalla, sino más propuestas de calidad que combinen actividades online con actividades presenciales. Saquemos a los alumnos de la pantalla cuando no sea necesario, diseñemos propuestas alternativas, no sólo por los problemas de conexión, también por la cuestión básica de que la Escuela sea una segunda oportunidad. Una segunda oportunidad para hacer algo distinto, ante la oferta de que hoy “todo ocurre en Internet”, la diversión, el contacto con los demás, el estudio, el ejercicio.. Imaginemos que la Escuela propone algo distinto, no nos sienta horas innecesariamente frente a una pantalla, nos plantea desafíos, nos mueve y motiva al aprendizaje genuino, no se trata de cumplir con la tarea sino de aprender… sería un cambio muy fuerte, necesario.
Tenemos que diseñar propuestas híbridas que sean realmente propuestas pedagógico-didácticas, que miren a la persona de cada alumno, de cada alumna y sus familias, sus contextos, sus posibilidades, más allá de toda coyuntura. Una nueva relación pedagógica puede estar a punto de comenzar con la inauguración de los modelos híbridos. Tenemos una Escuela que pide a gritos ser renovada. Pero no sólo reconstruida tal como era antes, sino renovada, con un enfoque didáctico evidentemente difícil como lo es el mixto, combinado, híbrido, pero sobre la base de principios pedagógicos sólidos que permitan tener marcos de referencia claros, y lógicamente, enfrentar con más seguridad los nuevos desafíos.