La interrupción de actividades presenciales en las escuelas durante el 2020 ha generado consecuencias muy dispares en las trayectorias educativas de los estudiantes. Sumado a esto, estamos frente a un crecimiento de la curva de los casos de Covid-19. Por esa razón, resulta fundamental pensar en políticas situadas que respondan a las necesidades de cada contexto y población. Para ello, se deben contemplar no sólo diferentes esquemas de presencialidad, sino también condiciones suficientes de inversión, formación, articulación y recursos, para garantizar el derecho a la educación de los estudiantes.
En este sentido, María Teresa Lugo afirma que para pensar y planificar el ciclo lectivo 2021, es necesario abordar los desafíos que propone el contexto de pandemia desde diferentes dimensiones. En este sentido, plantea 6 ideas en clave de equidad:
La primera tiene que ver con una cuestión de encuadre. “Al referirnos a la pandemia y el virus, deberíamos pasar de la metáfora de la guerra, para tomar este contexto desde un punto de vista de reparación y de solidaridad. Esta idea de Naomi Klein nos invita a desacelerar el modo de vida y a concebir el virus no como un enemigo, sino como un maestro que nos permita aprender de lo que está pasando y así construir futuros más relevantes y justos”. No obstante, este desafío hay que pensarlo, también, en función de las brechas pendientes pre-pandemia, las cuales se han amplificado; se refiere a las brechas económicas, tecnológicas, sociales y, por supuesto, educativas.
En segundo lugar, considera clave atender las trayectorias estudiantiles interrumpidas o intermitentes en el marco del Covid-19. “Tenemos el gran desafío de promover políticas a la medida de los problemas de los territorios, de las comunidades, de los desafíos de cada una de las instituciones educativas y sus alumnos. De ese modo estaremos en mejores condiciones para garantizar la permanencia y el egreso, y revincular a los y las estudiantes que hemos perdido”.
“Alejarnos de modelos únicos y homogéneos para pasar a planificar situacionalmente, requiere que se fortalezcan los sistemas de información, tanto a nivel nacional como provincial. Esto ayudará a identificar y recuperar a aquellos estudiantes que han quedado fuera del sistema educativo y también a tomar mejores decisiones”.
En tercer lugar, la pandemia mostró la importancia de la conectividad y la infraestructura tecnológica para chicos y chicas y también para los hogares. “Aquí vale la pena pensar en una canasta básica digital para poder ampliar el acceso y la apropiación de los recursos tecnológicos. No es lo mismo tener conectividad y dispositivos que no tenerlos, más allá del contexto de pandemia. Es pensar la conectividad como un derecho y a las tecnologías como bienes públicos”.
Plantea, entonces, que existan condiciones mínimas necesarias no sólo en términos de seguridad sanitaria, sino también de infraestructura y recursos tecnológicos para dar lugar a modelos diferenciados de presencialidad, híbridos, virtuales, a distancia, pero con disponibilidad en todas y cada una de las escuelas.
En cuarto lugar, es fundamental garantizar la inversión en el sector educación. “Sin esto, los desafíos, tanto de índole pedagógica como de infraestructura, se verán comprometidos”.
En quinto lugar, hace falta una mirada atenta sobre la oferta y articulación de soluciones tecnológicas para la educación: plataformas, videojuegos, recursos digitales, simuladores, inteligencia artificial, etc. “El ecosistema EdTech aparece fragmentado y, en ocasiones, desarticulado con las necesidades pedagógicas. De la misma manera en que las vacunas hoy son un problema en relación con la injusta distribución en países pobres y ricos, esto mismo puede pensarse en relación con la disponibilidad tecnológica, la conectividad y sobre todo con las soluciones o recursos educativos digitales para la educación”.
“Una alternativa para abordar este problema podría ser la creación de un fondo regional o de un esquema de cooperación entre países y/o entre provincias, con el objetivo de promover la compra, colaboración, desarrollo y distribución más equitativa de recursos y soluciones tecnológicas para la educación entre los países de América Latina. De este modo, se volverían más accesibles, gratuitos, abiertos. Algo similar ya sucede con el consorcio Covax para las vacunas”.
En sexto lugar, es clave fortalecer la formación docente para desarrollar prácticas educativas mediadas por tecnologías. “Sin duda, implementar propuestas educativas en estos modelos híbridos que se llevarán a cabo en el 2021 va a necesitar un buen diseño didáctico y equipos institucionales trabajando y colaborando en comunidades de práctica, en redes de profesores y maestros. Pensar en prácticas educativas desplegadas en distintos espacios físicos y virtuales amerita atender la carga de trabajo docente, es decir sus nuevas condiciones laborales”.
“Durante el año 2020, los docentes son quienes han llevado sobre sus hombros el sostenimiento de la tarea educativa junto con las familias. Planificar un año 2021 desafiante y complejo va a necesitar fortalecer la tarea docente, priorizar objetivos, escuchar las necesidades de estudiantes, docentes y familias, garantizar la conectividad y los dispositivos. Sobre todo, es importante pensar estrategias de acompañamiento sincrónico y asincrónico para que los chicos y chicas puedan sostener su escolaridad”.
[…] y la infraestructura tecnológica para chicos y chicas y también para los hogares. Al respecto, María Teresa Lugo, Magíster en Nuevas Tecnologías aplicadas a la Educación (Universidad Autónoma de Barcelona), […]