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La vida muchas veces puede ser dura y difícil. Para sobrellevarla está el arte que nos permite salirnos un ratito e imaginar otros horizontes posibles o resignificar ese presente. Algo de esto se vislumbra en Más bello que la muerte, obra de Sonia Novello con dirección de Claudia Mac Auliffe.

Una pareja con muchos años de convivencia vive en las afueras de la ciudad en la casa de la infancia de ella. Mientras Arminda (Sonia Novello) pasa sus días disfrutando de la naturaleza y escribiendo cuentos, Axel (Daniel Goglino) sabe que el final de su vida está por llegar y recuerda su pasado como profesor universitario un poco abrumado por su propia erudición y con cierta nostalgia por aquel tiempo que ya no volverá. Una tarde, la llegada de James, un joven repartidor, (Osqui Ferrero) teñirá de otros colores la vida cotidiana del matrimonio. Con su encanto adolescente y una singular sabiduría, entablará un vínculo muy distinto con cada uno de ellos.

La naturaleza es otra de las protagonistas de la obra. No solo en la escenografía que recrea el jardín de una casa sino también en el texto donde las referencias a los pájaros, las mascotas y los árboles van construyendo ese espacio vital. Así como en la naturaleza todo muere y renace permanentemente, en la vida también: las personas y el entorno en constante cambio, en un transcurrir que nunca es el mismo. Aunque los días parezcan iguales siempre sucede algo, ínfimo, pequeño o sutil, que es distinto, que marca una diferencia y que nos demuestra la magia de la existencia.

El clima de la obra recuerda al universo chejoviano donde los personajes pasan sus días en una aparente calma y tranquilidad que esconde grandes pesares o pequeñas tragedias. La certeza de la muerte hace que Arminda y Axel se enfrenten al presente de otro modo, más vinculados a la vitalidad de la naturaleza y con más entrega.

Esa atmósfera por momentos se vuelve onírica y por breves instantes se enrarece. Extrañada, distorsionada, la realidad se vuelve pesadilla o quizá muestre los deseos más profundos. Hay algo latente que puja por salir y que se vale de los juegos de luces y de sonidos para develar lo oculto y hacerlo presente en los cuerpos de los actores.

Más bello que la muerte pone en el centro del escenario toda la potencia de la naturaleza al mismo tiempo que reflexiona sobre los vínculos y los duelos con lirismo, sensibilidad y sutileza. Con una historia sencilla, la obra entabla enseguida un vínculo emotivo con los espectadores y logra tocar un tema doloroso y difícil con toda la magia de la que el teatro es posible. Una profunda reflexión sobre la vida y su finitud, sobre lo efímero de las cosas bellas y de la constante transformación de la naturaleza y de nosotros mismos.

Todos los domingos a las 20 en El Extranjero, Valentín Gómez 3378. Entradas por Alternativa.

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