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Fuente: Argentina Investiga

Un equipo de científicos del Conicet combate día a día la otra pandemia, la de las noticias falsas que circulan sobre el coronavirus y que la Organización Mundial de la Salud denominó “infodemia”. El grupo llamado “Ciencia anti Fake News” ya desmintió 200 informaciones erróneas que circularon desde el mes de abril hasta hoy. El frente de batalla está formado por 16 biólogos, bioquímicos y biotecnólogos, la mayoría especializados en inmunología y biología molecular que, a partir de su compromiso social, comenzaron a desarrollar este proyecto voluntario y autogestivo.

El objetivo elemental es acercarle a la gente una respuesta clara y concreta, basada en evidencias científicas disponibles, ante las dudas que les generan las falsas noticias sobre COVID-19 y que pueden influir en sus conductas.

La coordinadora del equipo, Soledad Gori, del Instituto de Química Biológica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, explicó a Argentina Investiga que trabajan con tres tipos de materiales: información que circula por las redes como cadenas de WhatsApp con contenido alarmista y sin fundamento científico, noticias falsas publicadas en los medios de comunicación con información no chequeada y tergiversada y noticias con material todavía en estudio o resultados preliminares.

Estas últimas son las que más les preocupan porque ese contenido es “levantado” por los medios desde sitios que son exclusivos para la comunidad científica, que contienen trabajos que aún están en curso, que presentan resultados de grupos pequeños de personas, que aún no se encuentran revisados por los colegas como ocurre en una publicación de un estudio científico en una revista internacional. “Es muy importante ser cautelosos con estos trabajos porque pueden generar cambios en las conductas y también desconfianza cuando las recomendaciones cambian”, advirtió la investigadora.

Para citar algunos ejemplos de lo nocivas que pueden ser las fake news en el contexto de una pandemia, nombró algunas que circularon. Entre ellas, la utilización de la “sustancia mineral milagrosa” (dióxido de cloro) como la salvación para COVID-19. A pesar que desde 2017 ANMAT prohibió su venta, este año se volvió a comercializar en plataformas de venta online.

Otro caso es la utilización de gárgaras de sal para eliminar al virus. “Algo sumamente peligroso, no sólo porque no hay evidencias científicas que demuestren un efecto sobre el virus, sino porque puede ser dañino para una persona que padece hipertensión”, explicó

También circuló el supuesto beneficio de la nicotina que se basa en estudios preliminares pero deja de lado todos los demás componentes del cigarrillo y sus efectos nocivos ya ampliamente demostrados, frente a la infección por un virus respiratorio y para la salud en general.

Otro ejemplo es el supuesto pasaporte de inmunidad que da por hecho que la persona que estuvo expuesta al virus y ya posee las defensas, no tendrá posibilidad de reinfectarse. Pero hasta el momento no hay evidencias científicas suficientes que permitan asegurar esto. También se difundió como solución el consumo de desinfectantes o radiación UV, cuando en realidad “son altamente nocivos para el organismo”.

Gori aclara que la información falsa no sólo es peligrosa en este sentido, también puede causar que la gente se relaje y no respete las medidas de distanciamiento físico. Por ejemplo, cuando circulaba la información de que no era más que una gripe o que el tapabocas y las máscaras llegaron para salvarnos.

Verdadero, Falso o Apresurado

Las fuentes que utiliza el equipo “Ciencia anti Fake News” son artículos científicos que se encuentran ya publicados en revistas internacionales luego de ser revisados por pares y editores. Llegan a ellos por diferentes plataformas de búsqueda con las cuales están acostumbrados a trabajar en sus investigaciones (buscadores como pubmed). Se cotejan todos los artículos disponibles sobre el tópico de cada fake news junto a las guías de la Organización Mundial de la Salud, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y el Ministerio de Salud y se arma un fundamento teórico que será la base para elaborar la respuesta.

Igualmente, dado que el SARs-CoV-2 es un virus tan nuevo, “la información cambia todo el tiempo y hay muchas cosas sobre las que no puede determinarse si son verdaderas o falsas, simplemente porque no existen suficientes estudios o los que hay no son del todo concluyentes”, afirma y agrega: “Algo apresurado hoy puede ser verdadero mañana, por eso es importante que se consulten las páginas oficiales en todo momento”.

El grupo de investigadores está organizado en tres comisiones. La primera se encarga del recabado, clasificación y chequeo de fakes news así como de un monitoreo de medios. De acuerdo a las estadísticas que realizaron, el 57% de estas noticias falsas llegan de las redes sociales y el 35% de los medios de comunicación. De allí surgen las consultas y las dudas de la población

La segunda comisión investiga las evidencias científicas disponibles hasta el momento y arma el fundamento teórico sobre el que se van a basar para comunicar qué hay de cierto y qué no en cada noticia. La clasificación es: verdadero, falso o apresurado. El trabajo que realizan consiste en el estudio de los papers y artículos científicos que tengan un consenso entre pares y la consulta de fuentes oficiales.

Una tercera comisión adapta ese contenido científico que suele tener un lenguaje técnico a uno más coloquial, para que pueda ser entendido por todos y todas. Asimismo se tiene en cuenta la longitud de las respuestas. Elaboran una corta de 300 caracteres y una más amplia para el interesado en leer más. Este proceso pasa por una revisión externa al grupo, luego por Conicet y finalmente llega a la plataforma “Confiar” desarrollada por la Agencia Nacional de Noticias Télam donde se publica.

Militar la ciencia

El miedo a virus así como el deseo de sobreinformarse y el ansia de entender todo lo relacionado a esta pandemia, crearon las condiciones ideales para la infodemia. Y hoy, a través de las redes sociales, las noticias falsas se difunden más rápido.

Un dato importante que resalta Gori es que desde 2016, las principales empresas de redes sociales anteponen los posteos de amigos y conocidos en detrimento de los mensajes emitidos por organizaciones o medios de comunicación oficial. “Si lo dijo un amigo o alguien que está alineado a mi ideológicamente, seguro es cierto, si lo dijo un referente opuesto, seguro es falso o una operación”. En este sentido aconseja tener cuidado porque nadie está libre de la selección tribal y del razonamiento “pero me llegó por todos lados”, como si la viralización fuera prueba de veracidad.

El hecho es que a pesar de ser desmentidas, muchas de estas noticias falsas sobreviven y aún siguen circulando. Algunas parecen inofensivas, pero otras, en particular cuando propagan la existencia de un tratamiento milagroso, pueden tener letales consecuencias.

“Pretendemos militar la ciencia, que tenga una función social, sacarla del laboratorio y que esté más cerca de la gente”, sostiene la investigadora y considera fundamental la alfabetización científica, generar el pensamiento crítico en la población no sólo para que sepa si algo es verdad o mentira sino también para que pueda reconocer el concepto de consenso. “Hay que creerle a la evidencia y a las sociedades científicas, más que a un solo investigador que, como cualquier persona, tiene sus sesgos”, aclara. “La idea es tratar de educar en ciencia, que se sepa cómo trabaja y esta es una buena oportunidad”. Afirma que hoy hay herramientas para informarse de manera objetiva y sin intereses económicos, políticos y/o ideológicos por detrás”. “Ya no hay excusa para dejarse engañar. Al menos esta pandemia nos habrá servido para eso”.

Para acceder al material, ingresar a la plataforma confiar.telam.com.ar o a las redes @anti__fakenews.

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