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La infancia fue una de las grandes perjudicadas por la pandemia. No solo se vieron afectados por la situación de confinamiento debido a la crisis sanitaria, sino que también sufrieron las consecuencias de la crisis económica en la que se vio involucrado el país. Pero sobre todo, encontrarse de un día para otro sin poder ir a la escuela y tener que permanecer en casa puso en vilo a niños, niñas, adolescentes y a sus grupos familiares completos.

La escolaridad surge a fines del siglo XVIII como instancia preparatoria para asegurar que esas niñas y niños – que recién comienzan a pensarse como tales – cuenten con las herramientas necesarias para transformarse en adultos y, fundamentalmente, ciudadanos”, expresa Magdalena Fernández Lemos, Directora Ejecutiva de Enseñá Por Argentina y explica que el nacimiento de la escuela puede pensarse a su vez como instrumento de formación y organización de las infancias, que forma parte, asimismo, de un proyecto mayor de ordenamiento de la vida en común.

En este sentido, el modelo unívoco de lo que debería ser la escuela en gran medida produjo y reprodujo una idea fija de lo que debía ser la niñez. “Hablar de infancias implica, haciendo el camino inverso, pensar en las escuelas que pueden hacerlas posibles: una escuela que los abrace y los potencie, que los ponga en el centro”, comenta Magdalena y desea una escuela que los habilite a disfrutar de su niñez, que cuide ese tiempo valioso y lo celebre todos los días.

Boletín de Cursos GratuitosLamentablemente, habitamos un presente en el que ese escenario está muy lejos de cumplirse. Hoy en Argentina solo la mitad de las y los niños asiste al nivel inicial preescolar”, afirma la Directora Ejecutiva de la organización y agrega: “Si nos concentramos en el universo de establecimientos educativos de gestión estatal, encontramos que únicamente el 10% tiene nivel maternal y el 50% solo ofrece cupo para sala de 4”.

La Fundación que trabaja de manera colaborativa a favor de todos los estudiantes en situación de vulnerabilidad socioeducativa, comparte algunos datos actuales sobre la infancia de nuestro país que son preocupantes: El 65% de los niños, niñas y jóvenes entre 0 y 17 años viven en condiciones de pobreza y el 15% en indigencia. Además, el 34% experimentaron hambre en el último año y en los estratos económicos más bajos, esta cifra alcanzó el 62%.

En este contexto, el primer paso para construir infancias y escuelas más inclusivas es garantizar que nadie quede afuera. Si queremos que todas las niñas y los niños puedan vivir y apropiarse de su niñez, lo primero que debemos asegurar es que todas las infancias estén en las aulas. Porque no hay peor escuela que la que no fue”, concluye Fernández Lemos.

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