Silencios, gestos, miradas, roces. Palabras no dichas, palabras que quedan truncas en la garganta, respiraciones que ahogan un pecho cansado de soportar en silencio una existencia opaca, confinada a los límites de un trabajo que deja huellas en el cuerpo y en el alma. Un trabajo en el que hay que hacer sin ser.
La acción de «Un mechón de tu pelo» comienza con la llegada de una nueva criada a la casa, quien es recibida por el ama de llaves con desconfianza y recelo. Ésta se erige como la poseedora de un saber que le sirve para ejercer el poder sobre la otra. Un saber construido durante muchos años de un trabajo donde hay que ver sin mirar y donde es necesario cuidar hasta el mínimo sonido del roce de los pliegues del vestido. Para ella, es un trabajo que debe ser hecho sin dejar rastros. Así, como una sombra, sin voz, con la cadencia y la precisión de las agujas del reloj, lustra los cubiertos y coloca las copas sobre la mesa. Mientras tanto, la nueva criada, rebelándose contra lo que considera absurdo, canta y conversa mientras hace los quehaceres domésticos. En un juego de opuestos, una representa aquello de lo que carece la otra. Durante una semana, entre ellas irá creciendo una relación que las llevará más lejos de lo que podrían imaginar.
El gran trabajo actoral de las dos actrices construye minuciosamente ese vínculo complejo y, a pesar de la gran dimensión del escenario del Regio, logran insertar al espectador en la intimidad de esas dos mujeres solas, donde aparece un lenguaje basado en silencios cargados de significación, en miradas profundas y en pequeños gestos elocuentes. Gaby Ferrero se luce con una interpretación profunda y repleta de matices. Logra mostrar la lucha interior de esta criada acostumbrada a reprimir todo lo que siente. Hay algo dentro de ella que puja por salir y que le impide respirar. Mientras tanto, Eugenia Alonso se destaca con un personaje más fresco pero no menos complejo. Entre ambas, constituyen una atmósfera inquietante y tensa.
«Un mechón de tu pelo» nos remite a «Las Criadas», del gran dramaturgo francés Jean Genet y pone en escena una relación de poder entre dos mujeres que puede parecer anacrónica pero que, al mismo tiempo, es muy actual. Un vínculo de jerarquías que se nutre de la desigualdad y que se asienta en la posesión de las llaves de la casa como símbolo del poder. Pero bastará con que las llaves cambien de manos para que ese poder se invierta. Poder efímero pero productivo al fin.
Ficha técnica
Dramaturgia: Luis Cano
Actúan: Eugenia Alonso, Gaby Ferrero
Vestuario: Cecilia Zuvialde
Escenografía: Rodrigo González Garillo
Diseño de luces: Ricardo Sica
Diseño sonoro: Tian Brass
Fotografía: Carlos Furman
Asistencia artística: Victoria Beheran
Asistencia de vestuario: Belen Rubio
Asistencia de dirección: Adrián Andrada, Rosana Rodríguez, Daniela Sitnisky
Arreglos musicales: Tian Brass
Coordinación de producción: Beatriz Borquez
Dirección: Luis Cano
Compañía: Acido Carmin
Teatro Regio
Av. Córdoba 6056 – Caba
Miércoles, 21 hs.
[…] parte del Ciclo de Mercurio, un espacio de experimentación escénica, cuyo primer episodio fue “Un mechón de tu pelo”, estrenada en […]