Por Luciana Alonso, directora de Eutopía *
Uno de los desafíos globales de la educación es incorporar las habilidades del siglo XXI a los planes de estudios en los diferentes niveles educativos. El pensamiento crítico, el trabajo en equipo, la comunicación, la creatividad y la capacidad de adaptarse al cambio son fundamentales para pensar la sociedad actual y del futuro. Pero lo cierto es que este desafío debe abordarse de manera articulada con otras deudas de los sistemas educativos vinculadas principalmente a los aprendizajes, el abandono y la repitencia escolar. Si nos enfocamos en la Argentina, el documento ‘Posicionamiento sobre adolescencia en el país’, presentado en 2018 por Unicef, nos muestra que “poco más de la mitad de los jóvenes de entre 10 y 18 años no termina el secundario”. En la misma línea, las estadísticas nacionales muestran que de los alumnos que se egresan en ese nivel “solo el 27% lo hace sin repetir”.
Si tomamos como base la ‘Encuesta de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes 2016-2017’, presentado de manera conjunta por el INDEC y el Ministerio de Producción y Trabajo, las múltiples causas del abandono escolar están asociadas a las propias limitaciones de la estructura educativa que hacen que en ocasiones las escuelas no puedan acompañar como corresponde la trayectoria de esos estudiantes que terminan saliendo del sistema escolar, ya sea porque la oferta es insuficiente por falta de cupo en las escuelas; o por dificultades de acceso por cuestiones de violencia (35,9%); o porque el contenido impartido no logra captar el interés de los niños que trabajan, ni ayudarlos a superar sus dificultades (35,9%).
La problemática es real y palpable. En todo el mundo están surgiendo modelos alternativos e innovadores que se proponen repensar y rediseñar la escuela y los vínculos que en ella se construyen, para abordar estos desafíos sin perder de vista el objetivo a futuro. Experiencias como Horitzo2020, Escola Nova 21 y el Colegio Montserrat son propuestas de referencia que dan cuenta de ello. En la Argentina no somos ajenos a esta búsqueda.
La alianza que hoy integramos la Vicaría Episcopal de Educación del Arzobispado de Buenos Aires, la Fundación Telefónica Movistar y Profuturo, y Panorama de la Organización de los Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) impulsa el Proyecto Eutopía con ese espíritu. Se trata de un modelo colaborativo, inclusivo e innovador de transformación de la escuela secundaria, que parte de las posibilidades reales de las escuelas y del liderazgo de los directivos. La red de escuelas de Eutopía alcanza actualmente a 16 escuelas secundarias de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, una comunidad integrada por 41 directivos, 64 docentes en forma directa y más de 800 en forma indirecta, y cerca de 6.000 estudiantes, pero se propone escalar a otras escuelas y regiones.
Eutopía propone un modelo de acción, un nuevo horizonte de posibilidad, para que las escuelas piensen cuáles son las transformaciones que deben impulsar teniendo en cuenta sus contextos y población. Cada escuela es única, y tiene necesidades y problemáticas particulares que no siempre pueden ser resueltas por las políticas macro. Estamos convencidos que desde las escuelas y sus comunidades se pueden pensar y llevar adelante diferentes estrategias que permitan generar interés y la participación de los jóvenes en sus propios procesos de aprendizaje; como así también ayudar a la configuración de esquemas institucionales que acompañen el desarrollo de los intereses de estos jóvenes.
Llegó la hora de trabajar juntos para pensar en un cambio del sistema educativo desde las escuelas y sus contextos, y explorar en conjunto nuevas formas de innovar en el aula. Para esto es clave aprender de otros, dialogar e intercambiar experiencias. Esto es lo que estuvimos haciendo durante las presentaciones que realizamos este mes en otros países de la región, por ejemplo en el 2º Foro Internacional de Educación para el Futuro en Brasilia, en asociación y en el marco del Campus Party; en el III Congreso Internacional sobre Liderazgo y Mejora Escolar, CILME 2019 en Santiago de Chile; y en el Congreso Mundial sobre “Educar al humanismo solidario”, organizado por OIEC en Nueva York, Estados Unidos, entre otros.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de innovar? A entender que el objetivo es que los directivos sean líderes y piensen juntos cómo transformar sus escuelas, teniendo a los alumnos como protagonistas, defendiendo el espacio del aula y el rol del docente, e introduciendo nuevas metodologías acordes a los tiempos que corren y a la nueva cultura digital. No hay que empezar de cero, hay que avanzar sobre lo que ya supimos construir.
Tenemos el compromiso de mejorar la calidad educativa y esto sólo es posible cuando participa todo el ecosistema educativo: directivos, docentes, especialistas, alumnos y la familia. Es entre todos y en forma colaborativa que se debe pensar y diseñar otro modelo de escuela posible, eso implica transformar la experiencia escolar, crear nuevos formatos que inviten a recrear el saber didáctico y reinventar las prácticas para promover una enseñanza que responda al reto de una genuina inclusión.
Hay que hacer énfasis en el protagonismo de los estudiantes para desarrollar una propuesta educativa que cierre las brechas que existen entre los intereses de los adolescentes y jóvenes, y lo que la escuela les ofrece. En Argentina, América Latina y el mundo, la escuela está en movimiento, la innovación educativa ya está en marcha y no puede esperar.