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¿Qué harías si, de pronto, pudieras compartir unas horas con una persona que ya no está? Este es el interrogante que sobrevuela en La noche se está muriendo, escrita y dirigida en conjunto por Martín Ortiz y Jorgelina Herrero Pons que puede verse todos los sábados en el teatro El Crisol.

La obra nos remonta a una Buenos Aires de la década del 40 cuando la actriz española Margarita Xirgu se encontraba trabajando en esta ciudad. Una noche, al terminar la función estreno en el Teatro Avenida de La casa de Bernarda Alba, invocado por su maravillosa actuación, Federico García Lorca se presenta en el camarín.

A partir de allí se desplegará todo el juego del teatro. ¿Qué pueden hacer una actriz y un dramaturgo? Dar rienda suelta a su imaginación y bucear por los universos de una variedad de obras con toda esa verdad que solo es posible arriba de un escenario. Y precisamente porque el teatro siempre es un hecho vivo es que la dirección aleja a Lorca de cualquier efecto sobrenatural. El gran poeta del teatro está más presente que nunca en ese aquí y ahora de cada función.

Lorca y Xirgu habían sido grandes amigos y el asesinato del dramaturgo fue devastador para esta actriz que lo admiraba profundamente. Durante esa noche conversan, brindan, intercambian chismes y apreciaciones sobre la situación política española. Pero también se dan espacio para desplegar el juego que mejor conocen y, por momentos, interpretan fragmentos de obras como Yerma, Bodas de sangre, Doña Rosita la soltera o El público, quizá una de las menos conocidas del español.

La dramaturgia de Ortiz es ágil, elocuente y da cuenta de un gran trabajo de investigación. En el texto se cruzan referencias a personajes de la cultura porteña de la época como Jorge Luis Borges, Lola Membrives, las hermanas Ocampo y también cuestiones sobre el marco histórico de la época, como el ascenso incipiente del peronismo en el país o la España de Franco, esa que asesinó al gran poeta del teatro.

Mario Petrosini y Lorena Szekely se ponen en la piel de estos dos artistas que eran grandes amigos y lo hacen con una entrega absoluta, logrando crear instantes bellísimos y climas verdaderamente emotivos. Pero también hay espacio para el humor, por ejemplo, cuando el propio Lorca se aburre con los personajes que él mismo creó o cuando da indicaciones sobre la actuación como si fuera un director. Ambos logran recrear esa amistad entrañable que los unió no sólo desde la emoción sino también desde la mutua admiración.

La noche se está muriendo habla de la amistad, los duelos y el destierro, y también de la represión y de la persecución a los artistas perpetrada por el fascismo. Y más allá de todo esto, la obra es también una celebración del teatro mismo, el teatro como ritual y como invocación, el teatro en todo su esplendor y con todas sus posibilidades.

Sobre el estreno mundial de La casa de Bernarda Alba

La Casa de Bernarda Alba se estrenó en Buenos Aires en 1945, nueve años después del fusilamiento de su autor y fue protagonizada por Margarita Xirgu, quien ya había interpretado otras obras del poeta granadino como Mariana Pineda, Bodas de sangre, Doña Rosita y Yerma. Al igual que su gran amigo por el cual sentía una profunda admiración, también fue perseguida por el régimen fascista, lo que la llevó a exiliarse en Argentina, Chile y en Uruguay, países donde siguió representando obras de autores consagrados como Lope de Vega, Albert Camus, Moliere, Shakespeare, entre otros y además ejerció como directora teatral.

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