Por Hugo Martínez, Director Pedagógico de Colegium.
Tras años de pandemia y del cierre temporal e intermitente de las aulas, hemos observado cómo ha cambiado para siempre la forma de hacer docencia. La gran mayoría de los profesores y profesoras adoptaron nuevas herramientas y recursos para apoyar el aprendizaje de sus estudiantes.
Esto es sumamente valioso si tomamos como referencia que en la Encuesta 2020 sobre las respuestas nacionales en materia de educación ante el cierre de las escuelas por la COVID-19 aplicada por la UNESCO, UNICEF y el Banco Mundial (2020) el 89 % de los países que respondieron han introducido al menos una medida para aumentar el acceso a los dispositivos y la conectividad necesarios para el aprendizaje en línea y casi todos los países reportaron el aprendizaje remoto como parte de su respuesta en educación a la COVID-19, usando plataformas en línea, programas de televisión/radio y/o materiales impresos.
En nuestro trabajo con colegios vimos cómo el profesor post pandemia maneja herramientas digitales para generar, organizar y administrar contenidos, comunicarse, colaborar, organizar y gestionar espacios de aprendizaje sincrónicos y asincrónicos, diversificar las estrategias de evaluación, registrar sus tareas académicas y realizar seguimiento a sus planificaciones, entre otras cosas.
Este docente post pandemia trabaja en equipos interdisciplinarios colaborando y recibiendo apoyo a través de sistemas de comunicación digital. Tiene acceso a redes de apoyo sincrónicas y asincrónicas y cuenta con espacios de intercambio de experiencias y desarrollo profesional. Lo sabemos de primera fuente, desde el sector Ed Tech vimos un aumento de más de un 400% en el uso de plataformas de gestión y comunicación en los últimos dos años en Latinoamérica.
Por otro lado, también hemos visto cómo este nuevo docente ha tenido la capacidad de diseñar y articular estrategias de colaboración con las familias de los estudiantes, integrando los esfuerzos del aula con los espacios de aprendizaje en el hogar, como alentar a padres o adultos del hogar a poner notas a ciertas actividades de los estudiantes, incorporándolos de esta forma en todo el proceso.
Ahora, la cuestión es ¿cómo acompañamos a los profesores y profesoras en esta nueva etapa? ¿Cómo lo ayudamos a seguir creciendo y consolidamos este nuevo perfil docente? A continuación, dejo algunas ideas:
- Dando visibilidad a estas nuevas capacidades y herramientas profesionales, apoyándolos en la generación de contenidos como columnas de opinión, documentación y presentación de casos exitosos, a la vez que impulsando la organización de eventos y webinarios con paneles donde los docentes puedan compartir sus experiencias durante y post pandemia.
- Fortaleciendo las nuevas habilidades a través de capacitaciones que las actualicen y profundicen. Y que además puedan potenciar estas capacidades con otros conocimientos que les sumen valor agregado en sus clases, como por ejemplo aprender a desarrollar StoryTelling.
- Brindando recomendaciones de recursos disponibles o curatoría de herramientas para incrementar el portafolio tecnológico de los docentes y que puedan mantener el sentido innovador en sus estrategias didácticas.
En resumen, ¿qué es lo más importante? A mi juicio, no perder las oportunidades de estas nuevas habilidades y lo que va a marcar la diferencia, será la capacidad de valorar las nuevas habilidades y reconocerlas de forma profesional. Resulta fundamental potenciarlas, utilizando los recursos y contenidos creados en esos dos años, sobre todo ahora en que se requieren atenciones diversas para los distintos estudiantes.
No incorporar estas habilidades, sería una pérdida de potencial, de trabajo, de tiempo, de aprendizajes, mientras que valorarlas, permitirá fortalecer el desarrollo profesional de los educadores y ampliar los recursos disponibles para generar aprendizajes de calidad.
Pandemia y educación: Buscan recuperar la escolaridad