Entrevista a Mirta Romay, fundadora y CEO de Teatrix, la plataforma de streaming de obras teatrales que, desde 2015, viene experimentando un crecimiento exponencial.
El desarrollo tecnológico y las nuevas formas de vida traen aparejados nuevos consumos culturales. Los contenidos “a la carta” están ganando cada vez más terreno y la comodidad del hogar se convierte en el escenario principal para disfrutar de películas, series y también obras de teatro.
En esa línea es que surge Teatrix, una plataforma online que ofrece la visualización de obras de teatro on demand. Inaugurada en el año 2015 por Mirta Romay, hija del reconocido empresario y productor teatral y televisivo, posee un amplio catálogo de obras del circuito comercial y del off, además de un archivo que recupera antiguas piezas.
La plataforma de streaming funciona con dos tipos de cuenta. Una gratuita que solo permite el acceso al archivo de obras y otra con abono mensual que posibilita la visualización de todos los contenidos.
Actualmente, se pueden ver obras como “Tercer Cuerpo” y “La omisión de la familia Coleman”, de Claudio Tolcachir; “Todas las rayuelas”, con la actuación de Hugo Arana; “Nada del amor me produce envidia”, una joya del off con texto de Santiago Loza, “Maestra normal”, el unipersonal de Juan Pablo Geretto y “She loves me” y “Cyrano”, de Broadway, entre muchas otras. Este año, la plataforma obtuvo una nominación en los premios Martín Fierro Digital en la categoría “visión digital”.
En diálogo con Sobre Tiza, Mirta Romay cuenta que en los comienzos de Teatrix han vivido un desafío importante porque estaban presentando una nueva forma de consumo, al tiempo que entendían que había un nuevo espectador. Su idea partió del recuerdo de que en la televisión se consumía teatro y pensó que era posible despertar ese consumo en las nuevas generaciones y revivirlo en las que ya lo habían experimentado.
Uno de los aspectos que Romay subraya es la posibilidad de la plataforma de convertirse en un importante archivo cultural: “Si bien es un proyecto comercial que tiene que tener sustentabilidad, es también un archivo muy importante de nuestro quehacer cultural y artístico que hasta el momento no existía. La plataforma tiene por ejemplo dos obras de Alfredo Alcón que hoy nadie podría verlas. Y esto la gente lo valora y lo agradece.”
El otro aspecto es la difusión que posibilita: “Permite que el lenguaje teatral como tal ingrese por otros medios que no sea el teatro vivo y que pueda tener su difusión, su promoción y su evangelización. Y digo esto último por las nuevas generaciones que ni siquiera conocen el teatro y que quizá lo ven como algo lejano, como algo que no es para ellos.”
Por otro lado, Teatrix posee una potencialidad educativa interesante al permitir el acercamiento no sólo al teatro mismo sino también como vehículo de diversas problemáticas sociales que se pueden trabajar en el aula a partir de una obra. Incluso, cuestiones que tienen que ver con la identidad y le memoria podrían trabajarse a través del teatro. Un teatro que, en este caso, ingresa al ámbito de la escuela de una manera distinta. Plantea Romay: “Conozco que hay un interesante trabajo en la currícula educativa sobre teatro y me parece que esta es una oportunidad para que esa currícula, que puede tener aspectos abstractos, pueda materializarse. Ver un Lorca no es lo mismo que leerlo. Más con chicos que están muy dentro de una cultura audiovisual. Creo que puede ser una muy buena puerta de entrada para despertar el deseo de lectura y la investigación de autores”.
Ahora bien, más allá de conocer a los grandes dramaturgos, Romay ve otra posibilidad en la plataforma, otra arista, que radicaría en ayudar a los docentes a trabajar con el mundo externo que ingresa al mundo escolar: “Lamentablemente ingresa de la peor manera porque la realidad se cuela por todos lados y sobre todo en ámbitos muy duros y es inevitable que el docente se tenga que hacer cargo. Pero a los efectos formativos, Teatrix crea un espacio de intermediación, la realidad vendría mediatizada con una obra de teatro. Los conflictos humanos, las problemáticas de nuestra condición, lo sociocultural, pueden ser vistos de una manera mucho más pedagógica incluso, entretenida y disparadora de múltiples lecturas y ahí hay un capital de Teatrix que tendría la educación que tomarlo muy seriamente.”
¿Teatrix implica un nuevo lenguaje?
Es un nuevo lenguaje. Eso seguro. Lo que está ocurriendo con estas nuevas tecnologías y la hibridación que permiten es que crean nuevos lenguajes. El tipo de visualización que hemos logrado no es una televisación ni tampoco es un relato cinematográfico. Esta hibridación es un nuevo lenguaje que, de alguna manera, permite poner en valor detalles y expresiones que ni siquiera sus mismos directores lo registraron en la obra. Porque la cámara va al detalle y se nutre del detalle para contar. Es la misma obra, sí. Es teatral, sí. Pero tiene un conjunto de detalles que le provee la cámara que no se ve en la función. A mí misma me pasa que son dos experiencias distintas cuando voy al teatro y cuando veo la obra en Teatrix. Y ahí habla de este nuevo lenguaje.
¿Esta potencialidad que tiene la cámara se relaciona con los recursos técnicos?
No. Lo que pasa es que es otra experiencia. Lo que vale en el teatro es la experiencia vivencial. La cámara va a requerir de otras necesidades y en la puesta se va a definir cómo se cuenta. Es un trabajo que lo hacemos con el director y a veces con los actores. Se decide cómo poner en valor ese texto con la imagen y, de alguna manera, aparecen cosas nuevas que ya estaban en la obra pero que se resaltan. Por ejemplo, en “Tercer cuerpo” hay una escena coral en que todos van componiendo una frase y nosotros tuvimos que fragmentar la pantalla para poder producir eso. Quizás Teatrix le da más simplificación a la complejidad que tiene el teatro porque es mucho lo que tiene que decodificar el espectador. Ahí, en esa selección, se produce algo de docencia, de facilitarle la lectura y la comprensión de la obra.
En este trabajo que se hace en conjunto con los directores de las obras, ¿se podría pensar que hay un redescubrimiento de los elencos de su propia obra?
Sí, lo hay, sin dudas. Es algo que traen permanentemente los directores. Es un descubrimiento para ellos y para nosotros también. Siempre hay algún detalle que no habían visto. Están trabajando y nunca se vieron. Eso también es importante, sobre todo para los actores. El actor nunca se vio y no ve el conjunto. Siente su trabajo pero no puede terminar de asir todo el conjunto, el proceso en el que están. Es muy interesante lo que se produce.
¿Qué criterios o qué características de las obras tienen en cuenta a la hora de elegirlas?
Lo que nos hemos dado cuenta es que la gente quiere ver la obra de teatro que ha tenido mayor difusión publicitaria y que no ha podido ir, porque están en otra provincia o porque no tuvieron tiempo o porque no tienen los medios económicos. Y la que ha tenido más prensa, difusión.
Más allá de la difusión que tengan las obras ¿también hay un criterio estético?
Sí, por supuesto, hay un criterio estético. Pero hay otro tema. Vemos obras excelentes que no tienen las condiciones para ser filmadas.
¿Tal vez el caso de una obra con demasiado cambio de escenografía o con muchos actores en escena?
Al contrario, una obra muy pobre. Todos esos cambios son difíciles para el espectador de teatro pero no para la cámara. A la cámara no le gusta que la puesta sea muy minimalista. En el audiovisual, el ojo del espectador no valora solamente el texto y la actuación, cosa que sí lo hace en un teatro. Hay muchísimas obras del off excelentes donde uno va a ver a los actores y al libro y es una puesta muy minimalista pero a nivel de la cámara se sufre. Y el espectador que no está formado en el teatro no se queda con la obra.
¿Hay algo en las expectativas del espectador que espera cosas distintas según el soporte?
Ahí sí se ve el entrenamiento del espectador audiovisual y del espectador de teatro. El de teatro se banca esas cosas y el del audiovisual no, hay algo de la belleza estética, del despliegue, la escenografía, las luces. Cada obra es distinta y todas requieren de ser muy estudiadas y analizadas a la hora de filmarlas.
¿Cuáles te parece que son las posibilidades y las limitaciones de lo digital?
Estas plataformas, sobretodo las que tienen que ver con redes sociales, nos han dado un poder muy importante. Creo que es una tendencia que se va a profundizar, los medios ya no son de los programadores, son de las personas. Hay una relación del medio con la calle, o sea algo que comienza dentro del medio después termina en el espacio urbano.
Donde veo el peligro es en el ejercicio de la libertad. Que no están educadas las personas para el ejercicio de la libertad. Me parece que hay un trabajo muy grande por hacer dentro de la educación que tiene que ver con todo lo que rodea a la libertad, el respeto por el otro, mis derechos, los derechos del otro.
Una de las grandes potencialidades de lo digital es la posibilidad de difusión…
Sí. todas ellas traen el valor de la democratización y es uno de los puntos del empoderamiento y la inclusión que trae. Cuando hablamos de gente que no puede ir al teatro, Teatrix es una plataforma inclusiva. El ámbito cultural en sí mismo habla de una intencionalidad social pero, en sí mismo, tiene un poco de cosa exclusiva, privilegiada. Me parece que hay un público muy grande que queda afuera y que le interesa el teatro pero que no puede ir porque tienen valores muy elevados.
Desde el año 2015, ¿cuáles fueron los principales cambios?
Teatrix necesitó una evolución y un mejoramiento continuo de su plataforma. Todavía tenemos muchas cosas que mejorar a nivel de la usabilidad. Así que estamos creciendo en esa línea, la red, la banda, nosotros como plataforma. Y algo muy importante para el crecimiento de Teatrix fue cuando, en julio del año pasado, salimos con todas las aplicaciones. Allí se produjo un crecimiento exponencial de la plataforma en términos de suscriptores. Mucha gente que estaba esperando ingresar, ingresa recién cuando le das la posibilidad de verlo en la tablet o en el celular. Se vio algo muy interesante, crecimos todo el 2017 un 61% y el 90% de ese 61% estuvo en esos seis últimos meses del año. Hoy mantenemos un crecimiento del 10% mensual.
Cuando se lanzó la plataforma ¿vieron resistencias por parte de la comunidad teatral?
Absolutamente. La fantasía que esto puede destruir al teatro está. Es una mirada apocalíptica, y son dos cosas distintas. Al contrario, la imagen siempre promovió la no imagen, el hecho vivo. Vamos a los musicales porque queremos ver a tal o cual persona. Vamos al teatro porque queremos verlo, no se puede comparar una cosa con otra. Pero sí que la fantasía existe. Hay una especie de fantasía persecutoria de quedarnos con parte de esa audiencia, yo pienso al revés. Es un complemento, suma.
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