Cuenta pendiente: la educación igualitaria para personas con discapacidad

Por Florencia Casabella, Psicoanalista, Emprendedora, Socia fundadora y directora de Désir Salud.

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El 3 de diciembre se celebra el Día Internacional de las Personas con Discapacidad y el objetivo de dicha celebración es promover los derechos y el bienestar de las personas con discapacidad en todos los ámbitos de la sociedad.

En este contexto de vuelta a clases y en el que se señala la importancia de la revinculación y de la resocialización de los niños, niñas y adolescentes, retorna con más fuerza la importancia de la educación inclusiva de estudiantes con discapacidad o de quienes requieren del servicio de apoyo a la integración escolar (IE).

Por un lado, es habitual oír a familiares de niños con discapacidad recorrer escuelas incansablemente para conseguir una vacante. Por otro lado, entre la enorme población escolar, hay un grupo de niños y adolescentes con discapacidad o dificultades en el aprendizaje que requiere del dispositivo de apoyo a la integración escolar para poder acceder a los contenidos curriculares propios para su nivel.

La IE es una estrategia inclusiva del sistema educativo que acompaña a estudiantes con necesidades educativas especiales (NEE) en sus trayectos escolares.

Una concepción parcial de la IE podría considerar solamente la intervención en los procesos educativos del niño integrado, perdiendo de vista la importancia de la función de integración social que garantiza la escuela. Sin embargo, este dispositivo en cuarentena también ha debido asumir el desafío de la virtualidad y el acompañamiento en los espacios educativos virtuales y en los espacios de socialización con los pares.

Según la Organización Mundial de la Salud, se entiende por discapacidad a toda limitación o restricción en la actividad funcional de una persona para desenvolverse en su vida cotidiana dentro de su entorno físico y social, según su sexo y edad. En nuestro país, según el último informe de INDEC, el 10,5 % de nuestra población tiene algún tipo de discapacidad. No obstante, en términos de educación inclusiva, hay un enorme déficit de centros de apoyo a la integración escolar.

El diagnóstico de una discapacidad conlleva no sólo restricciones a nivel social sino también múltiples condiciones impuestas al sujeto para poder estar en las instituciones que debieran alojar pero que habitualmente expulsan.

En septiembre de 2020, se impuso en la Ciudad de Buenos Aires un canal de denuncias para la difusión de discriminación por motivos de discapacidad en las escuelas del GCBA, haciendo hincapié en el derecho de todas las personas con discapacidad a una experiencia de aprendizaje inclusiva, equitativa, participativa y de calidad.

No obstante, debemos seguir avanzando. El servicio de apoyo a la integración escolar, ese que permite que un sujeto con una discapacidad pueda estar sentado en el aula junto a los compañeros de su edad, accediendo a los contenidos curriculares esperables, es un servicio que solamente pueden brindar un número reducido de equipos y de profesionales y que está en evidente déficit respecto de la cantidad de personas que lo necesitan. Entristece ver que madres y padres se ofuscan y frustran ante la imposibilidad de brindarles a sus hijos el derecho a ir a la escuela desde el nivel inicial, ese derecho tan valioso para la socialización.

Aprovechemos el día internacional de la discapacidad para visibilizar este déficit y para manifestar el deseo de que se flexibilicen las normas institucionales, educativas y de los agentes de salud que dificultan el acceso a la educación inclusiva de niños y niñas con discapacidad.

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