Una enseñanza de calidad que se proponga favorecer el aprendizaje de los estudiantes no puede perder de vista la cuestión emocional. A diario, los docentes se encuentran con situaciones de tensión que influyen no sólo en sí mismos, sino en su relación con los alumnos, y esto afecta los procesos de aprendizaje.
Enseñar no es sólo un “acto cognitivo”, sino que además está atravesado por acciones sociales y afectivas: las emociones que condicionan el clima del aula. Entonces, un buen ejercicio es empezar por entendernos a nosotros mismos e identificar cuáles son las emociones que nos genera nuestra clase.
¿Por qué empezar desde las emociones de los docentes? Porque los estudiantes tienen preconceptos de sus docentes. Ellos aprenden de nosotros y son expertos en coherencia. Esto significa que si lo que “decimos” no se corresponde con nuestras acciones, estamos mostrando nuestros sentimientos ante ellos. Esto puede traer consecuencias negativas en los procesos de enseñanza y de aprendizaje.
Nuestras emociones pueden generar efectos positivos o negativos en los estudiantes. La conexión emocional docente-alumno puede mejorar o perjudicar los resultados de los aprendizajes. Si tenemos el preconcepto que un alumno “no logrará un saber, no lo logrará”, y él lo intuye. “Lo que sientes o piensas”.
Por lo tanto, cambiar nuestras propias emociones para enseñar, tener una actitud positiva frente a la clase, permitirá que las actitudes de nuestros estudiantes también fluyan y generen confianza en sus docentes. Si un alumno no tiene estabilidad emocional, y si no se la brindamos, no puede aprender. Debemos enseñarles a negociar, a mejorar sus posturas, debatir, acepar las ideas de otro y a respetarse así mismo.
En la clase atravesamos diversos momentos en los que “frenar” o “programar” trabajar algunas de estas competencias emocionales sería interesante:
- Tomar conciencia de las emociones propias.
- Regular y autocontrolar las emociones.
- Trabajar la empatía para entender y respetar los puntos de vista de los demás.
- Enseñar con nuestra postura a ser optimista a partir del autoconocimiento.
- Tomar decisiones responsablemente entendiendo sus consecuencias.
- Respetar a los demás aceptando las diferencias individuales y grupales.
- Enseñar a identificar dificultades que necesiten una solución, negociar y resolver auto reflexionando sobre las acciones.
- Comunicar bien y enseñar a comunicar.
- Estimular la expresión de sentimientos, ideas; generar espacios para hablar de sí mismos o de los problemas comunes de la clase.
- Transmitir el valor de la cooperación y el pedido de ayuda, no sólo hablando sino enseñándolo a hacer en determinadas situaciones en contexto.
- Enseñar cuando decir “no”, esto favorece el autocontrol y es una buena táctica para evitar el bullying hacia otros o hacia sí mismo.
En una próxima nota desarrollaremos actividades concretas, las que denomino “Caja de herramientas para las emociones”, para que puedan ponerlas en práctica. Es importante tener en cuenta que la mejora académica viene de la mano de la autoconciencia, la confianza en uno mismo, la autorregulación de las emociones, la empatía; competencias que contribuirán a una educación de calidad.