La cuarentena preventiva del Covid-19 puso a todos los habitantes del planeta ante nuevos desafíos, específicamente en lo relacionado a continuar con algunas de sus actividades de manera remota desde sus hogares. En lo que refiere al sistema educativo, el objetivo más urgente fue poder mantener la continuidad del proceso pedagógico; y el mismo (con mayor o menor efectividad) fue logrado por un porcentaje grande de las instituciones educativas privadas urbanas, cuyos alumnos poseen acceso a internet y dispositivos acordes.
Así, las clases virtuales llegaron para quedarse; especialmente en la educación superior e informal. Pero aún en el caso de la educación inicial y media (que cuando se den las condiciones volverán a las aulas físicas), finalizada la cuarentena los colegios e institutos quedarán en conocimiento de una herramienta que les será útil para otras situaciones que impidan la asistencia, como alumnos con licencias prolongadas por enfermedad o paros de transporte; así como también para la organización de reuniones con las familias.
Pero en el sistema educativo existen varios desafíos por resolver, la mayoría como consecuencia de la obsolescencia de viejas herramientas o procesos que no se adecúan a la sociedad actual; que mediante herramientas tecnológicas que ya existen y son de fácil adopción y bajo costo, pueden solucionarse. Ellos son:
1) Comunicación: el cuaderno de comunicados ya no tiene razón de ser. Los alumnos (sobre todo los que tienen problemas disciplinarios o bajas notas) “se lo olvidan”, los directivos no logran penalizar este incumplimiento, los padres olvidan revisarlo o simplemente deciden no hacerlo y para los docentes se convierte en una burocracia inefectiva. Además, implica un costo adicional que va a contramano de las tendencias ambientales que buscan reducir el uso del papel. Los sistemas de gestión educativa modernos cumplen los objetivos que pretende dicho cuaderno de manera eficaz: los padres se enteran de las calificaciones o sanciones disciplinarias al mismo tiempo que sus hijos, o reciben cualquier otra comunicación escolar en sus teléfonos móviles, mediante un e-mail, SMS o una notificación push en la aplicación móvil de dichos sistemas.
2) Calificaciones: el listado impreso, con las notas escritas en birome (con todo el riesgo de extraviarse) hoy se reemplaza por una aplicación que almacena las mismas de forma prolija y segura en la nube; la cual también calcula automáticamente los promedios (eximiendo a los docentes del uso de la calculadora) y permite analizar tendencias y diagnosticar tempranamente bajos rendimientos.
3) Asistencia: también el listado impreso puede reemplazarse por un sistema que puede registrarse desde un celular, el cual automáticamente notifica a los padres; permitiendo detectar inmediatamente una “rateada” (cuyos riesgos para la integridad de los jóvenes de hoy son mayores que hace 2 décadas) o facilitar el proceso de justificación de las mismas.
4) Boletines: la cantidad de tiempo y papel que se gasta en la confección de los boletines puede evitarse a través de estos sencillos sistemas de gestión. El docente revisa su planilla de calificaciones virtual y la confirma y envía a los directivos con solo tocar un botón, sin necesidad de invertir horas no remuneradas de su tiempo volcando las mismas calificaciones en actas o libros que no pueden salir de la institución. De la misma forma, los directivos reciben estas planillas virtuales y, una vez que tienen las de todas las materias, con solo tocar un botón se generan los boletines para su posterior impresión o envío instantáneo de manera digital.
5) Difusión: si pueden comunicarse cuestiones tan sensibles como calificaciones, sanciones disciplinarias o inasistencia, cualquier información que la institución educativa considere importante hacer llegar a su comunidad, lo puede hacer de manera segura, directa y efectiva a través de estas mismas herramientas.
6) Administración: los sistemas de gestión educativos suelen tener funciones similares a las que posee un software de gestión de comercios, pero adaptados a las necesidades de estas instituciones: permiten organizar las fichas de datos de las familias, planillas de salud, permisos, cobro de cuotas, gestión contable y un largo etcétera.
7) Planificación: las planificaciones son muy importantes en el sistema educativo. Hoy los docentes pueden realizarlas a través de formularios estandarizados y hacerlos llegar a sus directivos de manera directa y segura a través de estos sistemas de gestión.
8) Exámenes y trabajos: resultaría raro ver a los alumnos realizando exámenes en un aula física a través de un dispositivo electrónico, a menos que se trate de una clase de informática; pero durante el aislamiento, además de conocer plataformas para brindar clases virtuales, los docentes descubrieron herramientas que les permiten generar evaluaciones, que les evitarán andar cargando pilas de hojas abrochadas; facilitando también su corrección, tanto por la practicidad de los sistemas como por la posibilidad de no tener que estar interpretando caligrafías indescifrables.
9) Admisión: otro de los grandes desafíos en términos burocráticos son las solicitudes de vacantes para el año próximo y su procesamiento. Hoy puede simplificarse el trámite a través de un formulario online, que ingresa a un sistema que gestiona todas las etapas del proceso.
10) Reportes e informes: como cualquier plataforma digital (como un sitio web o perfil institucional en una red social) los sistemas de gestión educativa generan informes y estadísticas de toda la información que pasa por ellos, permitiendo a docentes y directivos identificar tendencias, anticipar problemas y favoreciendo la toma de decisiones a futuro.
Todas las herramientas mencionadas no son una utopía propia de una novela de Julio Verne o de una película de ciencia ficción (o de un capítulo de Black Mirror, si así lo prefieren). La mayoría pueden encontrarse en varias plataformas de gestión educativa que existen hace algunos años, desarrolladas por empresas Argentinas y adaptadas a la normativa local. El sector educativo siempre fue un poco reacio a los cambios abruptos, pero cuando nos vimos obligados a permanecer en cuarentena, sus integrantes mostraron una enorme capacidad de adaptarse al nuevo paradigma. Es esperable entonces que, en la “nueva normalidad” a la que retornaremos en algún momento, este sector se anime a modernizar todos estos procesos mediante la adopción de herramientas eficientes en tiempo, costo y cuidado de los recursos naturales.