Del trabajo en tiempos de pandemia

Lucas Delgado, fundador de Sobre Tiza, reflexiona sobre el impacto que está teniendo el avance de la pandemia en los trabajadores y trabajadoras.

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2007
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Por Lucas Delgado, fundador de Sobre Tiza.

Este Día Internacional del Trabajo no será uno más. Desde hace más de un mes, la cuestión sanitaria le lleva la delantera a los asuntos económicos y productivos que, si bien no dejan de ser atendidos, han visto un impacto enorme en su planificación y continuidad. Esto golpea fuertemente al empleo, tanto formal como informal, siendo este último el bastión más débil de la cadena.

En este contexto, ha surgido una enorme cantidad de iniciativas para paliar la situación crítica que están viviendo las pequeñas y medianas empresas. Muchos proponen pagos anticipados por consumos futuros para cubrir gastos corrientes o se reconvierten para ofrecer productos esenciales. Pero estas alternativas no son fáciles de generalizar.

Los trabajadores y trabajadoras que viven al día hoy no encuentran respuestas para llevar alimento a sus hogares y están atravesando una situación crítica. Hablamos de profesionales independientes, autónomos, como así también de operarios, obreros, “changarines”, entre tantos otros.

Pocos están exentos de la situación de aislamiento, asumiendo el compromiso, y también el riesgo, de cuidar a todos los demás. Entre los que debemos resguardarnos en nuestros hogares, algunos siguen trabajando cómo pueden, viendo las fluctuaciones en los ingresos y diseñando escenarios posibles para sobrellevar la situación presente y futura; otros están salteando una comida o dos para que lo que hay alcance, o amparándose en los comedores comunitarios, pensando en que lo que había ya no está y que no hay posibilidades de reinventarse fácilmente.

Surgen así tensiones que ponen en evidencia las brechas, las desigualdades, las injusticias y, sobre todo, las necesidades. Estas tensiones que nos interpelan: ¿qué implica ser solidarios cuando todos, aunque no en la misma medida, nos vemos afectados por la pandemia? ¿estamos siendo egoístas si reducimos el consumo aún cuando sabemos que impacta en los negocios de cercanía? ¿es preferible la reducción de salarios a los despidos? ¿debo endeudarme ahora para cumplir con mis compromisos sin saber cuándo podré pagar esa deuda? Son muchas las preguntas que se nos vienen a la cabeza y que no tienen ni una única respuesta, ni tampoco están exentas de incomodidades.

En este tiempo, también hemos tenido que ponernos en el lugar de muchos otros. De los docentes, de los médicos, de quienes acompañan a nuestros abuelos y enfermos, de nuestros niños, niñas y adolescentes, de quienes tienen hogar y de los que no. Entender que cada contexto implica un mundo distinto en el que se dificulta que una regla general como “quedarse en casa” tenga las mismas consecuencias.

Este Día Internacional del Trabajador nos desafía integralmente como individuos y sobre todo como sociedad. Hagamos de las tensiones un instrumento para construir una sociedad mejor, redescubrir al otro con su potencialidad, eliminar los prejuicios que nos dividen, eliminar reglas absurdas de opresión como herramienta para la maximización del beneficio de unos pocos. Construyamos juntos esa libertad que no implica sólo salir de nuestras casas, sino poder convivir y caminar juntos para el mismo lado.

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