Las narraciones orales siempre fueron una manera de imaginar lo imposible. De dar a conocer nuevos mundos, de hacer presentes a los personajes más valientes, o cobardes, a los más hermosos y también a los más monstruosos. La oralidad se mezclaba también con las melodías, y juntas dieron lugar a danzas y rituales, que luego fueron pasando de generación en generación, transformándose y transformando a quienes las escuchaban.
Hoy las tecnologías actualizan el escenario conquistado por la imprenta y dan lugar a una nueva oralidad: digital, colaborativa, multisensorial, pero también emotiva y, sobre todo, narrativa. En esta línea, Jorge Contegni, actor y cantante, se animó a presentar una propuesta que mezcla elementos del teatro y de la música para contar historias dirigidas a niños y niñas, familias y escuelas. En esta entrevista con Sobre Tiza, nos cuenta un poco más acerca de sus inicios, de su aventura por el mundo de la narración infantil y también del flamante «Te Canto, Te Cuento» .
ST: Nos comentaste que empezaste de muy chico, animando fiestas infantiles. Además de eso, ¿estudiaste actuación o fue una formación más autodidacta?
JC: Estudie siempre sobre la marcha, sobre las obras. Hice talleres pero no hice la carrera de formación o de arte dramático, pero estuve a punto de entrar en el conservatorio de arte dramático. Hice talleres de teatro en el CC Rojas y en el CC San Martín pero después trabajé con directores sobre las obras. Lo mismo me pasó en la música. Hice talleres en el instituto de arte del Colón, pero no fue una formación académica. Tal vez por el hecho de pensar que no iba a poder sostenerme con eso. Oscilé un poco entre la formación académica y, al mismo tiempo, hice ciencias de la Administración, al principio. Académicamente no llegué nunca a completar las actividades.
ST: ¿Esta formación la mantenías en paralelo a tu trabajo como actor?
JC: Sí. Empecé a los 17 años, con un grupo de teatro. Era celador de un colegio de varones y se armó un grupo juvenil. Un director que tuve, que se dedicó al teatro vocacional, era apasionado del teatro, no porque se haya dedicado a formar gente pero con él aprendí mucho sobre las obras y sobre el proceso de construcción de una obra. Hice “Prohibido suicidarse en primavera”, “Los árboles mueren de pie”, por ejemplo. Los clásicos. Con eso fui armándome.
ST: ¿Qué te llevó a empezar actuación o cuál fue tu inquietud inicial?
JC: De ver a los otros actuar, ver que lo pasaban bien. Ver ese mundo de diversión. Hay un proceso de mucha diversión en algunos momentos de la creación ya sea por el trabajo concreto o por el grupo que se arma. Eso me impactó siempre. Me parece que tiene que ver con lo lúdico, buscar ese mundo de juegos, ese mundo mágico. Pensé que era un mundo más fácil o menos complejo. Pero en el fondo es igual al mundo real. Para conseguir un espacio para actuar o para conseguir un elenco o conseguir dinero. El mundo real está bien concreto también en el mundo del teatro.
ST: ¿Qué cosas son las que más te gustan de trabajar en diferentes ámbitos?
JC: Es un conjunto de cosas. En un momento uno puede hacer pie en más en una. La necesidad de que te reconozcan, de que te vean, de que te ubiquen. Con eso podés comunicar un montón de cosas. Pero también hay una necesidad de mostrarte. Son varias cosas. Uno tiene la necesidad de hacer un trabajo, como en la vida, que tiene que tener un sentido, tiene que servir para uno y para otros. Es también una necesidad de que te den un lugar desde el reconocimiento. También poner un poco eso que me hace estar bien arriba de un escenario. Ese mundo en que me voy a divertir. Si no, hubiera sido médico o contador. Si bien hice otras cosas académicas, la actuación es lo que más he sostenido en el tiempo.
ST: ¿Hubo un momento en que dijiste “yo me quiero dedicar a esto”?
JC: Sí. Hubo un momento en que hacía solamente esta actividad pero no me podía sostener en el tiempo. Después oscilaba. Había producciones que duraban unos meses o un año y después desaparecían. En un momento, mi ex mujer me ayudaba mucho, pero no es lo más agradable porque le estás cargando a otro que te sostenga. Después fui integrando otras actividades para poder sostener más esta cuestión que más me conmueve o que más necesito.
ST: ¿Qué es lo que más te conmueve del teatro?
JC: Siempre traté de ser auténtico en el escenario. Fui buscando caminos para manifestar algo artístico donde yo sintiera que lo estaba haciendo desde mí. Creo que lo más que me mueve es que pueda transmitir algo auténtico, que al otro le mueva algo, que al otro le posibilite algo que tenga que ver con él. No hacer un hecho artístico que al otro no le sirva para él mismo. Que tenga que ver con algo que le pasa a un determinado ser y que despierta en el otro otras cosas que pueden ser parecidas y que le ayuden a su vida.
ST: ¿Que el espectador se pueda identificar, por ejemplo?
JC: Sí, que algo que lo moviliza a él y le dé las herramientas que él tiene, saber que se puede, que tiene que hacerse cargo de él. Que sirva para eso. Siempre me interesó lo auténtico, de no venderle nada al otro. Hacerle pasar un buen momento pero que el otro se lleve algo. Tal vez cuando uno va a ver una obra te sirve una parte o una frase.
ST: ¿El teatro, para vos, sería entonces una forma de comunicación?
JC: Cualquiera de las expresiones del arte son maneras de expresar y al otro algo le tiene que producir. Que le produzca algo que tiene adentro el otro, movilizar algo que el otro tiene adentro. Cada ser humano tiene algo dentro que tal vez no puede ver. Que sirva para movilizar eso que tiene dentro. Movilizar a partir de una canción o de una obra.
ST: Movilizar a partir del encuentro con el otro, ¿no?
JC: Sí. Creo que hay puntos de conexión, respetando las diferencias. Y esa conexión puede ser con una obra de teatro, una música, una canción, un texto, un juego.
ST: Respecto al género infantil, ¿qué fue lo que encontraste en el teatro para chicos?
JC: La conexión con los chicos es un mundo muy complicado. Complicado porque en el fondo no se sabe lo que realmente les pasa a los chicos. Se puede acercar, que empiecen a incorporar otros elementos. Unido a esto, lo que me pasaba es que las canciones que hacía para adultos también las escuchaban los chicos. También es una necesidad propia de ver qué pasa con el chico interno, con el niño que uno fue y que sigue estando. Un poco es jugar a ser ese niño. Conectarse con los otros niños y con los adultos. Al espectáculo vienen los padres y abuelos, y se enganchan. Un cuento, un juego.
ST: ¿Qué es lo que más te gusta de los chicos como público?
JC: Que el chico te preste atención ya es bastante, que mire, que pueda ponerse a cantar. Si participa ya es mucho. No es fácil captarle la atención. En cada función se trata de no aburrirlo. Que no sea una cosa más. El tema de la mirada se rescata bastante en espacios donde los chicos están cerca, el teatro es más pequeño. A través de la mirada o de escuchar algo de lo que ellos dicen. Si está el interés, los chicos van a participar. Pero no es fácil porque los chicos están un poco en su mundo y también hay que respetar eso.
ST: ¿Cuál fue el puntapié para que grabaras el disco “Te Canto, Te Cuento”?
JC: Yo pensaba que tenía que hacer un disco para chicos en algún momento. ¿Cómo mostrás un disco? A través de un espectáculo o darle una forma de guión. Es la hilación muy simple de las canciones, los cuentos y algunos juegos. No pretendía ser más que eso. Si hubiera sido una obra de teatro sería diferente. El deseo de hacer algo para chicos. Cuando los papás me decían que escuchaban mis canciones, me despertó que tenía que hacer algo para chicos. Pero desde ese entonces pasaron trece años. Hay un tiempo. Son los tiempos de uno.
ST: ¿Cómo eligieron las canciones?
JC: Yo había buscado como cuarenta canciones que me conmovieron y que tenían que ver con los chicos. Pero todas no podían ir. Trabajamos con Jorge Soldera la línea de rescatar estas canciones, de no copiarlas, de no hacerlas como las hicieron otros y en un momento, elegir.
ST: ¿Qué te parece que el espectáculo puede aportar a las familias, los docentes y las escuelas?
JC: La idea es integrar a los chicos con los adultos. Esa fue un poco la idea de estas presentaciones. Las canciones pueden unir a esas generaciones, canciones nuevas y las canciones de Maria Elena Walsh que son conocidas por los abuelos. Que les dé un espacio a lo familiar desde lo lúdico, desde el encuentro de agarrarse la mano y saltar, de respirar. Que les aporte eso, la conciencia del cuerpo, el encuentro de los papás con los tíos y los abuelos. Después lo podrán llevar a la casa y seguir escuchando y trabajando. Que la magia de un cuento de hadas pueda producir un efecto. Que un grande puede asombrarse igual que un chico. Que las canciones generen ese espacio para escuchar. Que se rescate lo que yo pueda hacer en ese momento. Una palabra. Una mirada. Marcar un tiempo distinto a lo familiar. Cuando uno va al teatro, va en familia. Ese mensaje de compartir en familia. La conciencia de estas cosas, de registrar al otro, agarrarle la mano, de la respiración, del cuerpo. Tomar la referencia del otro. También puede ser una herramienta para los educadores. Es una propuesta que colabora para que los chicos también tengan el juego presente.
ST: La referencia al cuerpo está relacionada con el trabajo en el teatro, porque es el instrumento del actor.
JC: El cuerpo y todo lo que viene con la emoción. No cargarlos a los chicos de cuestiones elaboradas. Qué necesita el chico de 3 o 4 años y no darle más de lo que necesita. Los chicos están muy sobre exigidos. Uno, como adulto, no se plantea el ritmo de uno y a veces tampoco el de los chicos. El intento es ese, no cargarlos de más cosas, que relajen en ese momento que compartimos.
ST: Respecto a la escuela, ¿qué puede tomar del espectáculo?
JC: Lo mismo. El tema del ritmo de los chicos, no darle más a los chicos de lo que necesitan, que puedan desarrollarse como seres independientes. La escuela con este tipo de acciones hay muchas cosas que se hacen. Que sea un granito más para respetar el tiempo de cada chico. Hay distintos tiempos. Que colabore a eso. Si pudiera servir para ver qué ritmo necesitan los chicos. Recordar a las escuelas que los chicos no son simplemente alguien del que tienen que encargarse del conocimiento, sino que además necesita saber que tiene un cuerpo y emociones.
ST: En la obra hay un cruce entre el teatro, la narración y la música, ¿qué es lo te resulta interesante de eso?
JC: Lo hace más llevadero, no es solamente actuación, ni solo música ni solo narración. Si leés un cuento solo, si no lo teatralizas, los chicos se aburren. Esta el otro extremo que es poner pantallas pero es sobre estimularlos. No queda solo de espectador, lo hace participar.