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Microsoft continúa realizando encuestas para conocer cómo los chicos se relacionan con las diferentes tecnologías. Roxana Morduchowicz, coordinadora de estas investigaciones y especialista en cultura juvenil, presentó ayer los resultados del último estudio realizado por la compañía basada en la pregunta “¿Cuánto saben los chicos de tecnología?”. Los resultados, aunque en parte obvios, dan cuenta de que, del dominio a la apropiación de las tecnologías como herramientas culturales, existe una gran brecha, incluso entre los jóvenes.

El estudio, que se llevó a cabo sobre 650 casos de jóvenes de entre 15 y 17 años de escuelas públicas y privadas de la Ciudad de Buenos Aires, se realizó en el marco del lanzamiento de una nueva edición de la campaña “Yo Puedo Programar”, destinada a acercar a los jóvenes al conocimiento de herramientas básicas de programación de una manera lúdica y atractiva. A partir del 25 de abril disponible el sitio de Argentina www.yopuedoprogramar.com.ar.

El objetivo de esta iniciativa es que los jóvenes se inicien en la programación como forma de apropiarse de herramientas tecnológicas que, según los ejecutivos de Microsoft, les ayudarán a pensar, fortalecer la capacidad analítica y la toma de decisiones.

Por otra parte, también se pretende que a temprana edad los chicos desarrollen habilidades y adquieran conocimientos técnicos vinculados a la alfabetización digital, así como experiencias de programación y desarrollo del pensamiento crítico. Para ello, la compañía trabajará con instituciones educativas de nivel secundario y superior, y realizará eventos de exposición pública en donde se brindará a los participantes la posibilidad de asumir el desafío Yo Puedo Programar.

La metáfora que se desvanece

«Muchos padres y docentes están convencidos de que los chicos de hoy saben mucho de tecnología, más aún, se preguntan ¿qué puedo enseñarles yo si ellos saben más? La encuesta refleja que en realidad el saber de los chicos es muy instrumental, en otras palabras, pueden saber cómo resolver un problema puntual de la herramienta, pero están lejos del saber reflexivo que queremos que construyan e incorporen. Un ejemplo de ello es que cuando la computadora les ofrece dos alternativas, muy pocos reflexionan y anticipan lo que podría suceder ante cada una. Simplemente ensayan y muchos de ellos ni siquiera prueban. El gran desafío hoy es enseñar desde la escuela las competencias tecnológicas que acompañarán a los chicos en toda la vida», señaló Roxana Morduchowicz.

De los resultados obtenidos se desprende que 7 de cada 10 chicos se considera a sí mismo como experto en tecnología. Sin embargo, la definición sobre qué es para ellos saber computación se limita a cuestiones como: escribir en Word, poder ayudar a sus padres, saber qué hacer cuando se tilda la PC, saber mover el mouse, entre otras respuestas. Sorpresivamente, pocos consideraron que habilidades como crear, anticipar, inferir y tomar decisiones son necesarias para definir el saber en computación.

Cuando se les preguntó sobre la programación, el 40% de los encuestados admitió que no sabe qué significa programar. Entre quienes contestaron que sí, el 50% aseguró que para ellos programar consistía en saber usar Word y Excel y el 40% afirmó que programar es saber hacer la tarea con Internet. Llamativamente ninguno de ellos aprende a programar en la escuela. El 70% de los jóvenes consideró que saber programar es útil fundamentalmente por motivos prácticos como acceder a un mejor trabajo o poder estudiar informática y apenas dos de cada diez relacionó la programación con competencias esenciales para la vida como crear, resolver problemas, anticipar y tomar decisiones.

En cuanto al funcionamiento de las computadoras, apenas cuatro de cada diez chicos admitió no saber cómo funcionan. Solo el 60% respondió que funciona porque alguien le puso programas que le permiten funcionar. Cuando se les preguntó por las disyuntivas que se les presentan cuando usan la PC, el 40% manifestó que analiza qué puede pasar en cada caso cuando la PC le propone dos caminos; el 30% se guía por ensayo y error y el 30% admitió que siquiera prueban.

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