En tiempos de Inteligencia Artificial desarrollemos nuestra Inteligencia Vincular

¿Así como cultivamos la inteligencia cognitiva, también podemos nutrir nuestra inteligencia vincular?

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Tomás Ciminari, psicólogo, terapeuta y el fundador y director de la organización SENS (Salud y Desarrollo Humano)

Sabemos que la educación se trata de vínculos. Todo padre, docente o educador comprende lo esenciales que son las relaciones en su tarea. Las tradiciones humanistas y espirituales han transmitido durante siglos su importancia, pero hoy podemos ir más allá y fundamentar su valor con el respaldo de la ciencia. Durante las últimas décadas, miles de investigaciones en Teoría del Apego y Neurociencias han demostrado con evidencia empírica cómo los vínculos moldean nuestro cerebro y nuestra mente.

Hace cincuenta años, el médico y psicoanalista británico John Bowlby realizó un descubrimiento que transformó nuestra comprensión sobre los vínculos. Observando a huérfanos de la Segunda Guerra Mundial, encontró que, a pesar de recibir cuidados físicos adecuados, muchos de ellos caían en depresión e incluso morían por la falta de un vínculo estable. Los turnos rotativos del personal de salud impedían el desarrollo de una relación continua, esencial para la regulación emocional de los niños.

Desde entonces, la Teoría del Apego ha crecido con una sólida base científica, validada a lo largo de décadas mediante estudios longitudinales en diversas culturas. Nos explica que nacemos con un impulso biológico que nos lleva a buscar figuras con mayor experiencia para sentirnos seguros y poder desarrollarnos. Vincularnos no es opcional; es una necesidad estructurada en nuestra biología. Como dice Dan Siegel, “la mente emerge de la interfaz entre la experiencia interpersonal y la estructura y función del cerebro”.

La historia nos ofrece pruebas de ello. Casos de “niños ferales” –aquellos que crecieron sin contacto humano– han demostrado que, aunque poseían características físicas humanas, no lograban desarrollar lenguaje ni funciones mentales complejas. La mente se forma en el vínculo con otro. Desde antes de hablar, absorbemos reglas de comportamiento de manera implícita. Aprendemos a mirarnos y hablarnos a nosotros mismos del mismo modo en que nos han tratado.

Recuerdo a Pablito, un niño de 9 años diagnosticado con Déficit de Atención e Hiperactividad. En la escuela, cada conducta inadecuada era castigada, y su familia reforzaba esas sanciones. Al llegar al consultorio, repetía una y otra vez: “Soy muy inquieto, soy muy inquieto”. La etiqueta que le habían puesto se había convertido en su propio discurso interno. Con el tiempo, al trabajar con él, su familia y la escuela, logramos ampliar la mirada sobre su comportamiento. Descubrimos que cuando estaba cansado o descalificado por alguien, le costaba más autorregularse. En un entorno que solo señalaba sus fallas, se sentía atrapado en su propia autoimagen negativa. Pero al brindarle apoyo y un espacio seguro para entenderse mejor, comenzó a descubrir estrategias para gestionar sus emociones.

Las Neurociencias respaldan el impacto de los vínculos en el desarrollo cerebral. Dan Siegel acuñó el término “neurobiología interpersonal” para describir cómo nuestras relaciones afectan la estructura y función de nuestro cerebro. Estudios con escáneres cerebrales han revelado que el exceso de cortisol –provocado por un entorno inseguro y estresante– impacta negativamente en la formación de sinapsis. La Teoría del Apego ha demostrado que los vínculos inseguros generan síntomas fisiológicos de estrés, afectando nuestra capacidad de aprendizaje y bienestar. Como señala Boris Cyrulnik, neurólogo y sobreviviente del Holocausto: “Para ayudar a un niño a ser resiliente, primero debemos transmitirle seguridad”.

Si los vínculos son tan cruciales para el desarrollo y el aprendizaje, ¿cómo podemos fortalecerlos? Aquí es donde entra en juego la Inteligencia Vincular, un modo de pensar relacionalmente, la capacidad de comprendernos a nosotros mismos para relacionarnos mejor, y de vincularnos de manera más saludable para sentirnos mejor con nosotros mismos. Ya vimos cómo nuestra mente se desarrolla en los vínculos; nuestra mente y nuestras relaciones son dos caras de la misma moneda.

Todos poseemos esta capacidad y podemos desarrollarla. Así como cultivamos la inteligencia cognitiva, también podemos nutrir nuestra inteligencia vincular. Priorizando las relaciones, creamos ambientes que favorecen el bienestar y el crecimiento personal.

Vivimos en una era donde la Inteligencia Artificial avanza a un ritmo vertiginoso, generando tanto admiración como temor. Nos preguntamos cómo preparar a nuestros hijos y alumnos para un futuro incierto, cómo ayudarlos a discernir entre las oportunidades y los riesgos de la tecnología. Sin embargo, la clave no está en la tecnología en sí, sino en el marco que la contiene, regula y aprovecha. En tiempos de Inteligencia Artificial, necesitamos desarrollar nuestra Inteligencia Vincular.

Las relaciones sanas fomentan una autoestima fuerte. La autoconciencia nos ayuda a no buscar fuera lo que necesitamos dentro. Las interacciones auténticas nos enseñan a leer nuestras emociones y las de los demás, permitiéndonos distinguir lo humano de lo artificial. No se trata de demonizar ni de idealizar la tecnología, sino de integrarla con criterio. Fortalecer nuestra Inteligencia Vincular nos brinda un ancla firme para explorar el mundo sin perdernos en el deslumbramiento ni el miedo.

Esta capacidad está al alcance de todos. No hay nadie que no pueda aprender a entenderse y a relacionarse mejor. Todos podemos comprendernos más amable y profundamente, y vincularnos de un modo más sano y pleno. Desarrollar nuestra Inteligencia Vincular nos permite construir una sociedad más conectada, consciente y resiliente.

Como aporte a esa construcción estamos organizando una Jornada de Inteligencia Vincular, el miércoles 2 de abril, en el colegio Pilgrims y de forma virtual. Contaremos con la presencia como charlistas de Maritchu Seitún y Juan Pablo Berra, especialistas reconocidos en crianza y comunicación, además de muchos otros talleristas. Esperamos compartir este espacio con todos los padres, docentes y educadores que quieran conocer y profundizar en esta mirada.

Si querés conocer más sobre inteligencia vincular, te invitamos a leer este artículo.

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