Pese al avance de mujeres en la Educación Superior, todavía existen importantes brechas de género, especialmente en las llamadas carreras “Stem” (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) y en algunas carreras de la Educación Superior Técnico Profesional masculinizadas.
Se podría pensar que debería existir una correlación estrecha entre los niveles de estudios superiores de las mujeres y su liderazgo y participación plena y efectiva en la vida pública y la toma de decisiones. Sin embargo, no es así. Esto pone en evidencia las paradojas y los obstáculos del camino hacia la igualdad de género poco más de 25 años después de la adopción de la transformadora Declaración y Plataforma de Acción de Beijing.
El compromiso con la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas se establece además en el Objetivo de Desarrollo Sostenible, con la eliminación de las disparidades de género en la educación.
Además, los datos revelan que las mujeres que estudian y trabajan en instituciones de educación postsecundaria chocan con “techos de cristal”, experimentan disparidades salariales relacionadas con el género y se enfrentan a la amenaza y la realidad del acoso y la violencia sexual en el campus. Cuestiones como estas, junto con las complejidades asociadas a las diferencias demográficas, tales como la raza, la identidad sexual y el nivelsocioeconómico de las mujeres, contribuyen a configurar las experiencias de las mujeres en la enseñanza superior y, por tanto, deben tenerse en cuenta a la hora de evaluar los avances hacia la equidad de género.
Las mujeres en la educación argentina
Según un informe de Cippec, la segmentación del desarrollo educativo y ocupacional de las mujeres hacia los sectores menos dinámicos y peor remunerados de la economía surge a partir de dinámicas sociales, que comienzan en la infancia, y se ilustra en la feminización de áreas como trabajo doméstico, educación y salud, que reflejan la extensión laboral de las actividades que las mujeres realizan al interior de los hogares. Un estudio reciente para CABA reveló que, entre los seis y los ocho años de edad, nueve de cada diez niñas vinculan la ingeniería con habilidades masculinas.
Además, si bien a esa edad alrededor de 30% de los niños y las niñas se consideran buenos para matemáticas, disciplina perteneciente al campo de aprendizaje STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática, por sus siglas en inglés), a los nueve y diez años este porcentaje cae a 20% de los niños y solo 11% de las niñas.
Las mujeres no siempre fueron minoría en los sectores vinculados a Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática. La exclusión de las mujeres de ciertos sectores económicos, en particular de los más dinámicos, afecta el goce efectivo de sus derechos y la realización de sus autonomías, como también las posibilidades de crecimiento económico a nivel micro y macro.
Existe evidencia que indica que la diversidad en un grupo podría conducir a un mejor desempeño y a mejores resultados a nivel organización, mientras que abundan estudios que resaltan los retornos económicos generales de cerrar las brechas de género.
Algunas cifras
Según el informe “Mujeres en el Sistema Universitario Argentino. 2019-2020”, de la Secretaria de Políticas Universitarias (SPU), las mujeres superan en más del 10% a los varones en cantidad de estudiantes y en egresadas en todos los niveles universitarios. Ellas comprenden el 58,6% del alumnado y el 61,1% de los egresados. Asimismo, que la cantidad de mujeres en las universidades argentinas continúa en crecimiento. Durante el período 2019-2020, este aumento se registró tanto en las nuevas inscriptas (5,7%), como en las estudiantes y en las egresadas (3,1% en ambos casos).
En cuanto a las ramas de estudio, se observa que la mayor cantidad de mujeres elige las ciencias sociales (484.322), humanas (287.452) y de la salud (283.767). Muy por debajo se ubican las ciencias básicas (34.217) pero que, a pesar de su baja matrícula, sin embargo, cuentan con un 61% de participación femenina. La menor incidencia de las mujeres se da en las ciencias aplicadas, consideradas estratégicas para el desarrollo del país. Solo representan el 37,3% del alumnado.
En cuanto a la distribución por región, el AMBA es la que concentra la mayor cantidad de estudiantes mujeres (515.114), seguida por la región centro -Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos- (306.242). Sin embargo, esta es una tendencia general para ambos géneros, ya que en esas regiones es donde se ubica la mayor cantidad de instituciones.
En la región sur se da un caso llamativo. Si bien es la zona con menor concentración de mujeres (poco más de 58 mil comparado con más de 515 mil en AMBA), el porcentaje de población femenina en comparación a la masculina es el mayor de todo el país: 65.9% de egresados son mujeres.
En cuanto a recursos humanos, se observa una mayor participación femenina en los cargos docentes preuniversitarios (61.2%). Y si bien ocurre lo mismo en los cargos universitarios con dedicaciones más altas (Exclusiva 54,4%), cuanto mayor es la categoría, menor es la participación de mujeres.
Por último, respecto a las autoridades superiores, la cantidad sigue siendo muy baja. Sólo un 11% de ellas acceden al cargo de rector, decayendo incluso dos puntos con respecto al período 2018-2019.
América Latina tiene sólo un 45,8% de mujeres científicas
Mujeres y ciencia
La presidenta del Conicet, Ana Franchi aseguró que «Argentina está por encima del promedio en cuanto a participación femenina en Ciencias, y esto tiene que ver con razones culturales, económicas -las profesiones mejor remuneradas son ocupadas mayormente por varones- y también con que las mujeres estamos siendo mayoría en las carreras universitarias en general».
En Conicet, hay 53% de investigadoras y 60% de becarias; un porcentaje alto si se compara con Europa y Estados Unidos (35%) y Japón (17%). Sin embargo, en el rubro investigadores superiores solo el 24,5% son mujeres.
Asimismo, sólo el 29% de quienes se dedican a la investigación en el mundo son mujeres y su representación en las llamadas disciplinas STEM (Ciencias duras, Tecnologías, Ingenierías y Matemáticas) es aún menor.
En el Conicet, las mujeres son mayoría en los niveles iniciales y van reduciendo su participación a medida que la categoría es superior. En 2019 ellas representaban el 61,3% de los investigadores asistentes, pero sólo son el 24,5% de los investigadores superiores.
Un informe reciente del Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA) de la Universidad de Belgrano, que analiza la participación según el género en la graduación superior, indica que las mujeres representaban al 61,6 por ciento de la graduación universitaria argentina en 2019, últimos datos publicados por el Ministerio de Educación, mientras que los varones sumaban el 38,4 por ciento. Cabe aclarar que la clasificación binaria se debe a que, hasta el momento, es la única emitida por organismos oficiales.
La misma tendencia se advierte cuando se revisa la eficacia en la graduación universitaria, es decir al comparar la cantidad de graduados en 2019 versus la cantidad de ingresantes en 2014. De hecho, se observa que la eficacia en la graduación total de Argentina es del 30,5 por ciento, considerando un tiempo promedio de duración de las carreras de 6 años. Sin embargo, de cada 100 mujeres que ingresan a la universidad unas 33 se gradúan en el tiempo promedio, mientras que dicha cifra se reduce a 27 en el caso de los hombres.
Además, en el estudio la Argentina se posicionó en segundo lugar en comparación con las instituciones de nivel superior de países latinoamericanos en cuanto a participación de las mujeres matriculadas, únicamente después de Uruguay. Así, de 255.240 mujeres que ingresaron en la universidad en 2014, y estimando que las carreras duran un promedio de seis años, la eficacia en la graduación es del 32,8% en mujeres (83.690 en 2019).
“De cada 100 mujeres que ingresan en la universidad, se gradúan en el tiempo promedio unas 33; mientras que para los hombres se reduce a 27; un 18% menos”, señaló en el informe Francisco Boero, investigador del CEA, en el apartado denominado “Hacia la igualdad de género a través de la educación”.
En todos los países estudiados aumentó la participación femenina en las universidades, excepto en Uruguay, que de un 62,7% en 2012 pasó a un 61,4%. Este incremento de la presencia femenina en las casas de altos estudios, impactará en el ámbito laboral y en la representación política.
En la escala de participación femenina en América Latina y el Caribe, Brasil (55,5% de mujeres en 2012 frente a 55,7%, en 2019) se sitúa en el tercer puesto; seguido por Chile (51,8% y 53%), Colombia (52,1% y 52,6%) y México (50,1% y 52,2%).
Alianza por más mujeres en STEAM