El 26 de octubre pasado, Diputados convirtieron en ley el etiquetado frontal de alimentos, lo que supone una serie de sellos octogonales negros con letras de color blanco que “advierten” cuando se trata de exceso de sodio, azúcar, grasas saturadas y calorías, considerados nutrientes críticos para la población por su relación con el incremento de sobrepeso, obesidad y otras enfermedades no transmisibles.
Asimismo, la nueva regulación contempla la Educación Alimentaria Nutricional (EAN) en las escuelas, ya que propone la incorporación de estrategias y didácticas destinadas a sumar contenidos de alimentación y nutrición en las currículas escolares de todos los niveles.
Así, la Educación Alimentaria Nutricional implementada y sostenida en los niveles educativos, especialmente durante la primera y la segunda infancia, supone una oportunidad para los niños y las niñas, ya que constituye una etapa en la que sus hábitos alimentarios están en formación, y éstos influirán en su salud en el mediano y largo plazo.
Según la Facultad de Ciencias Químicas, de la Universidad Nacional de Córdoba, el rol de las escuelas es fundamental a la hora de llevar a cabo la implementación de la norma.
En el marco de la promoción de la salud, la ley también acompañará iniciativas relacionadas a la implementación de cantinas y kioscos que contemplen una oferta de bebidas y alimentos sanos y equilibrados en los entornos escolares para que estudiantes cuenten con opciones de colaciones saludables.
En ese sentido, algunas instituciones de nivel inicial proponen una merienda semanal pautada, que incluye una selección de alimentos saludables para compartir en el momento de la colación. Esta propuesta puede acompañar a las familias en la elección de alimentos que se llevan a la escuela, para que niños y niñas no perciban diferencias y puedan probar opciones saludables, que no componen su alimentación cotidiana.
La Educación Alimentaria y Nutricional dirigida a infantes y adolescentes incentiva una actitud crítica ante los alimentos, con el fin de discernir entre lo que es saludable y no lo es, para que ellos y ellas puedan elegir en un mundo que cambia rápidamente. En la actualidad, existe una continua diversificación de alimentos procesados y una pérdida de estilos de alimentación a nivel familiar.
Para alcanzar estos objetivos, se requieren de programas educativos y currículas escolares adecuadas a cada nivel, articuladas, integrales y sostenidas. La escuela tiene un rol significativo en la elaboración de saberes y habilidades de sus estudiantes, saberes que son trasladados al núcleo familiar y compartidos entre sus miembros.
En ese sentido, la EAN en los entornos escolares resulta una oportunidad para brindar herramientas destinadas a que niños y niñas sean sujetos de derecho autónomos/as y construyan una conciencia crítica en relación a sus prácticas alimentarias.
En un plazo máximo de seis meses, en Argentina los alimentos procesados con exceso de sal, azúcar y grasas deberán advertirlo con octógonos negros bien visibles para el consumidor, ya que, según datos expuestos en el debate parlamentario, el 66% de los 45 millones de habitantes de Argentina tiene sobrepeso, el 32%, obesidad, y el 42% sufre de presión arterial alta.
El cambio de etiquetado busca mejorar la alimentación de niños y adolescentes, ya que, según cifras de 2019, Argentina era el país sudamericano con mayor número de menores de cinco años con exceso de peso, el 13,6%. La cifra se disparaba hasta el 41% en aquellos entre cinco y 17 años.