Débora Astrosky: «El teatro le recupera al sujeto su capacidad de juego»

Dialogamos con la actriz, directora, docente y pedagoga teatral sobre el teatro en pandemia, el campo de la pedagogía teatral y las herramientas que ofrece para pensar el trabajo docente.

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La formación también ocupa un lugar muy importante en el mundo del teatro y la actuación. Si hay alguien que sabe del tema, y mucho, esa es Débora Astrosky. Actriz, directora, docente y pedagoga teatral, quien está presentando una original propuesta de teatro en vivo por streaming, divida en tres episodios que se ven en tres días consecutivos.

Ingresó desde muy joven al mundo de la actuación. A los 15 años comenzó a formarse en actuación y desde entonces no paró. Desde los 20, actúa en teatro y ha pasado por el cine y la televisión. El camino pedagógico también empezó temprano. A los 23 años ya estaba dictando clases de teatro en escuelas primarias y secundarias y en clubes. Fue en ese entonces que ingresó a la carrera de Pedagogía Teatral en la EMAD. Luego comenzó a trabajar en la Escuela de Teatro de Buenos Aires, dirigida por Raúl Serrano, donde estuvo durante quince años al frente de cursos de actuación y didáctica. Y además abrió dos escuelas de teatro en la Ciudad de Buenos Aires.

Con una larga trayectoria como formadora de formadores, Débora ha escrito dos libros pedagógicos, “Manual de juegos y ejercicios teatrales” y “Una mirada posible”, y ha desarrollado su propio método, el denominado TIA (Trabajo de investigación del Actor). Además, hace doce años que dicta seminarios de pedagogía teatral en el CELCIT y ha recorrido el mundo y el país dictando cursos, talleres y seminarios tanto de actuación como de pedagogía.

Pedagogía teatral, un campo en plena expansión

Una de las cuestiones que pone en escena el trabajo del artista sobre su propio instrumento es la investigación, tanto de sí mismo como de las herramientas que puede tener a disposición y que alimentarán su labor artística: “Me gusta empezar respondiendo esta pregunta desde su propio nombre, TIA es una sigla que encierra a Trabajo de Investigación del Actor y he ahí su fundamento. El TIA busca darle herramientas al actor para la construcción de la situación dramática. Herramientas que son entrenables. Uno de los problemas que detecté en el trabajo del actor es pareciera que los artistas sólo producimos pero que no necesitamos entrenar, y en cierta medida creo que esto se debe a la falta de recursos técnicos claros. Bajar del pedestal del «artista» para ser un trabajador del arte, que trabaja su arte día a día. Y que posee herramientas para investigar más allá de sus recursos intelectuales.”

Ahora bien, si se trata de un trabajo de entrenamiento y de investigación quizá podríamos llevarlo al escenario docente, donde también se despliegan estrategias de vinculación y de comunicación.  ¿Qué herramientas pedagógicas pueden aportar el teatro y la actuación para el trabajo de los docentes en el aula (física y virtual), más allá de qué asignatura se trate? “Me resulta muy interesante tu pregunta, porque en general la demanda es sobre qué le aporta al estudiante el teatro, pero pensar en la formación docente y la actuación es algo que no se hace tan seguido. Creo que el docente debe desarrollar sus capacidades comunicacionales, sobre todo en la oralidad. La teatralidad le da herramientas para desarrollar su presencia comunicacional, su proyección vocal, entre otras, pero creo que la fundamental es la de no perder de vista que el protagonista es el estudiante, así como el actor que trabaja para sí mismo (divo) no transmite, lo mismo sucede con el profesor que solo se escucha y solo se interrumpe por el regocijo de sí mismo. Por eso aprender a escuchar al otro, a  trabajar para su desarrollo y correrse del epicentro es una tarea entrenable desde la actuación”, sostiene. Y agrega: “Muchas veces se habla de usar el teatro para trabajar la desinhibición y en realidad lo que nos hace desinhibirnos es entender que no somos los protagonistas. Es algo amplio el tema, pero para no extenderme más creo que el teatro le recupera al sujeto su capacidad de juego y si no jugamos se nos dificulta el crear y si no creamos morimos de aburrimiento junto a nuestros estudiantes.”

El campo de la pedagogía teatral es bastante reciente pero cada vez cobra más importancia en la formación artística. Sobre el tema, Débora explica: “es un campo muy jovencito, poco explorado en el que hay mucho por hacer y cada vez más compañeros de viaje. Cuando yo ingresé a lo que hoy es el UNA para hacer la formación pedagógica éramos 7 alumnes. Hoy yo vengo formando en pedagogía teatral a cientos al año y recorro el país y descubro cada día más profesorados de teatro y carreras universitarias de formación pedagógica. Esto nos habla de lo que fue creciendo en el interés y sobre todo que los jóvenes actores ya descreen del «se formó en el escenario» sino que entienden que deben estudiar, aprender y capacitarse para luego sí seguir «formándose en el escenario»

Un momento en «La última botella»
Una obra en tres episodios y la idea de «teatro pantalla»

Las medidas tomadas para frenar el avance de la pandemia obligaron a cerrar los teatros y a suspender toda actividad teatral presencial. Esta situación, sabemos, llevó a buscar alternativas en medio de un contexto donde todos los vínculos y actividades sucedían en la virtualidad. Así, proliferaron (y siguen en camino) propuestas teatrales que se valen de las plataformas virtuales y de las herramientas digitales para acercarse al público.

“La última botella”, escrita, dirigida y actuada por Débora (junto con otras actrices), es una propuesta teatral en vivo que se desarrolla en tres episodios consecutivos a través de streaming. Si bien la historia se narra en el conjunto, cada episodio es una obra en sí misma donde, a partir de un encuentro insospechado, mujeres que no se conocen terminan construyendo una historia en común llena de intriga y suspenso. Cada episodio se irá entrelazando con los demás enredando o desenredando la trama hasta develar la verdadera historia de los hechos en este policial en clave de humor. El elenco está compuesto por Paula Casabona, Noelia Mellea, Silvina Sastre, Cecilia Cavallero y Graciela Muñoz, quien además dirige un episodio.

Al desarrollarse en episodios, “La última botella” podría acercarse al género de las series, hoy tan exitoso. En primer lugar, Débora sostiene que “en la virtualidad la atención es diferente a la presencialidad” por lo cual cree que “sería imposible una obra de 90 minutos en la computadora, o quizá no, la verdad no sé.” No obstante, ¿podríamos hablar entonces de un nuevo género híbrido entre lo teatral y lo audiovisual? Pregunta ante la cual, la artista plantea sus inquietudes: “No soy muy amiga del concepto de híbrido, me asusta un poco el término, me regala la imagen de “sos un poco como mamá y otro poco como papá” y resulta que entonces nunca podes ser vos. Me gusta pensar en teatro pantalla, otra forma de expresión teatral, como lo puede ser el teatro callejero, el teatro de cámara, etc.”

Sin embargo, lo característico del teatro es el encuentro presencial entre artistas y público, ese “aquí y ahora” que se celebra en cada función. ¿Cómo se resignifica el dispositivo teatral en este soporte? Al respecto, Débora plantea: “El teatro como las demás expresiones artísticas cuenta con maravillosos pensadores y geniales artistas. Los pensadores que vienen de la rama del saber requieren de conceptualizaciones y sobre todo de definiciones, a diferencia de los artistas que, movilizados por la necesidad de expresión y por las búsquedas, no suelen aquietarse en lo preestablecido, sino que su hacer genera lo diferente, lo nuevo. Esto puede ser aceptado o no en su época, puede ser vocero de la misma o puede también ser sólo un intento que no caminó más allá de su hoy. En el caso de “La última botella” me encuentra desarrollándome como artista, haciendo, proponiendo, creando. Necesito del vivo, por ese motivo las funciones son en horario establecido, no on demand ya que no están grabadas. Durante la función, River puede hacer goles y vibran los espacios con los gritos del afuera, el gato atraviesa la escena, o se escucha el timbre en casa de una de las actrices. Todo está sucediendo ahí, en ese momento. El espectador es testigo de un recorte de la casa de la actriz, de sus sonidos, todo eso mixturado con la iluminación buscada para la escena, el texto y las relaciones inter personajes.”

El público y los artistas ya no comparten un mismo espacio, por lo cual el encuentro entre ambos aparece mediatizado por las pantallas y dispositivos digitales. Según la pedagoga teatral, el hecho de no poder aplaudir hace que el público se vea limitado en ese sentido pero utiliza las mismas herramientas virtuales para expresarse: “El público nos escribe, nos llena de «me gusta» en las redes y nos comenta lo que le pasó con la obra, lo que le pasa entre episodio y episodio. Es hermoso ver cómo la necesidad de comunicación entre humanos supera nuestras conceptualizaciones de lo que debería ser.”

 

 

 

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