La secundaria es el último nivel educativo que transitan la mayor parte de los jóvenes en Argentina. Por esta razón, es vital que las habilidades que desarrollen y los aprendizajes que alcancen en esta etapa les permitan construir sus proyectos de vida. Desde la sanción de la Ley de Educación Nacional en 2006, la escuela secundaria es obligatoria y hubo importantes avances en materia de acceso. No obstante, persisten grandes desafíos en materia de trayectorias y desigualdad.
Fuera de nuestro país, la cosa no es tan distinta. Los sistemas educativos están atravesando un proceso de revisión en todo el mundo. Los cambios socioeconómicos y el avance de las tecnologías digitales desafían a educadores, pedagogos y políticos a diseñar alternativas para garantizar que los alumnos desarrollen las habilidades necesarias para desenvolverse en un futuro cada vez más incierto.
En los últimos años, casos como los de Finlandia, Singapur, Ontario, o las experiencias de innovación lideradas por los jesuitas en Cataluña, han sido destacados como modelos a seguir. Sin embargo, llevar estas propuestas a otros escenarios no es tarea ni sencilla, y en muchos casos tampoco es pertinente la importación de modelos a contextos de características tan distintas.
En el año 2017, con la intención de dar respuestas a estos desafíos, inició en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el proyecto Eutopía. Se trata de un modelo de transformación de la escuela secundaria que al día de hoy es impulsado por la Vicaría Episcopal de Educación del Arzobispado de Buenos Aires, en alianza con Fundación Telefónica Movistar, Profuturo y Panorama de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).
Luciana Alonso, directora del proyecto y responsable de la alianza que lo impulsa, afirma que “el aula es el espacio ideal para dar respuestas a las nuevas necesidades de los jóvenes del siglo XXI. Es, además, el lugar adecuado para desarrollar las habilidades necesarias para la vida, y para potenciar una cultura colaborativa y abierta, con foco en los medios de comunicación y las nuevas tecnologías”.
Eutopía, cuyo nombre significa “un buen lugar”, está presente en 16 escuelas de la CABA y ha logrado posicionarse como un proyecto de referencia a la hora de pensar en experiencias de innovación educativa en nuestro país. Su comunidad está integrada por 41 directivos, 64 docentes en forma directa y más de 800 en forma indirecta, y cerca de 6.000 estudiantes. El próximo año se sumarán más escuelas como parte de un modelo escalable.
Uno de los aspectos distintivos de su propuesta es que, si bien el modelo de transformación es común, cada institución elige los aspectos que desea cambiar y arma un plan para sostenerlo y hacerlo realidad. “Eutopía se distingue porque nace y se impulsa desde las escuelas, con el liderazgo de los directivos, y el protagonismo de toda la comunidad”, afirma Alonso.
De este modo cada escuela conforma una red que se articula entre sí y con otros establecimientos. Juntos diseñan y proponen cambios en los procesos de gestión y la formación docente, y construyen nuevos escenarios de aprendizaje y disposición tecnológica para reinventar las prácticas de enseñanza.
“La transformación y la mejora de la calidad educativa es auténtica, viable y real cuando participa todo el ecosistema educativo”, subrayó Alonso.
Diálogos eutópicos
Desde sus inicios, Eutopía potenció su modelo de innovación educativa mediante el diálogo e intercambio con iniciativas como Horitzo2020, Escola Nova 21 y el Colegio Montserrat. Además, recibió el apoyo de referentes locales e internacionales como Pepe Menéndez Cabrera, Montserrat del Pozo, Rosan Bosch, Lila Pinto, Mariana Maggio, Rebeca Anijovich y Melina Furman, quienes participaron en la elaboración de propuestas de transformación escolar y en la formación de los directivos y docentes que forman parte del proyecto.
Para fortalecer estos vínculos, desde Eutopía se organizan distintos conversatorios internacionales de innovación, que llevan el nombre de Diálogos Eutópicos. Su objetivo principal es generar espacios que promuevan intercambios reflexivos acerca de las condiciones necesarias para impulsar transformaciones profundas en las escuelas.