Hasta cuándo podemos sostener las deudas con la educación

Alejandra Perinetti, Directora Nacional de Aldeas Infantiles SOS Argentina, afirma que tenemos una enorme oportunidad frente nuestro para generar una verdadera transformación en las oportunidades de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes de nuestro país.

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Por la Lic. Alejandra Perinetti, Directora Nacional de Aldeas Infantiles SOS Argentina.

A pocas semanas del inicio del ciclo lectivo, nos encuentra con un nuevo interrogante vinculado a la enorme deuda que aún existe con la educación en nuestro país. Una situación que se une a un panorama por demás desolador que impacta de lleno en las infancias y adolescencias. Un informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia arrojó que 2 de cada 3 niñas y niños en Argentina son pobres o están privados de derechos básicos como el acceso a la educación, la protección social, a una vivienda o un baño adecuado, al agua o a un hábitat seguro.

Una vez más, lejos de saldar esta deuda que existe con las infancias del país, se profundiza. Estamos hablando de que aproximadamente 8,8 millones de chicas y chicos viven en la pobreza, una pobreza que se profundiza con el correr de los años y que no vislumbra un horizonte de salida. Peor aún, encuentra un Proyecto de Ley de Presupuesto 2023 con una reducción de recursos invertidos en la niñez y la adolescencia, que de aprobarse sin modificaciones impactará de lleno en algunas iniciativas vinculadas a la política alimentaria, o a acciones de protección de ingresos, o incluso a la expansión de la oferta de servicios de educación y cuidado de la primera infancia.

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Una vez más, el impacto negativo es muy fuerte y se verá reflejado de manera directa en la falta de programas o políticas que promuevan el desarrollo integral de niñas, niños y adolescentes, quienes siguen transitando un camino de vulneración y precarización.

Las expectativas no son positivas, más aún si tenemos en cuenta que el 79% de las niñas y niños entre 0 y 3 años no accede a servicios de cuidado y educación, que existe un déficit de escolarización en el nivel inicial del 24,2% y del 11,9% en el nivel primario (datos del 2021), y que el 12,6% de las chicas y chicos de entre 0 y 4 años no realizaron al menos una consulta médica en los últimos 12 meses.

Las dificultades son muchas y enormes. Sin embargo, seguimos creyendo necesario impulsar cambios desde los distintos sectores, incluso convocando al Estado. Porque entendemos que no solo es necesario, sino también posible dar mayores posibilidades a las infancias para que crezcan en entornos más seguros y protectores.

Creemos que los procesos articulados efectivos; un presupuesto que cubra todos los procesos, herramientas y recursos necesarios para el despliegue de programas, proyectos, políticas y desarrollo de instituciones; y un estado que garantice el acceso a derechos; es hoy una deuda, pero también la más alta de las prioridades en materia de protección y desarrollo de niñas, niños y adolescentes.

La agenda 2030 de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) describe el objetivo de educación mundial (ODS4) que propone, “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”. Es allí hacia donde debemos ir: el acceso; la equidad; la calidad; los recursos para sostener las trayectorias educativas; la inclusión; presupuestos acordes que posibiliten espacios seguros, recursos humanos valorados, capacitados y apoyados.

Creemos en el trabajo articulado entre distintos sectores para recomponer esta deuda. Aunar esfuerzos entre el Estado garante de derechos, el tercer sector con su experiencia y sus especificidades para el desarrollo de soluciones e impacto social, el sector privado como generador de recursos y propiciando espacios de despliegue personal, y la sociedad completa siendo consciente, accediendo, generando recursos y oportunidades, responsabilidad, masa crítica, una sociedad participante y comprometida.

Hoy tenemos una enorme oportunidad frente nuestro para generar una verdadera transformación en las oportunidades de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes de nuestro país. Seguir trabajando por su desarrollo integral, para que puedan crecer con las herramientas necesarias para alcanzar una vida plena, es un compromiso de todos.

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