Por Victoria Zorraquín, profesora, investigadora y escritora especializada en Educación (*)
Ver, o no ver, los partidos del mundial en la escuela. En las últimas semanas se han multiplicado los comentarios acerca de si es propicio ver, o no ver, los partidos del mundial en horario escolar.
En un país en donde nos está costando, y mucho, que los alumnos quieran ir a la escuela; en un país donde más de la mitad de los que van la abandonan; en un país donde de cada 100 chicos que ingresan en primer grado solo 16 egresan del secundario sin repetir curso y con saberes por encima del mínimo; en un país que se encuentra entre 123 países de los cinco continentes, en el tercio de peores resultados en comprensión lectora para los estudiantes de 6to grado de primaria; en este país, Argentina, que la problemática sea ver o no ver los particos del mundial en las aulas, no debería ser la cuestión y, mucho menos, el camino hacia alguna solución o mejora de nuestro sistema educativo.
Para los argentinos, futboleros y mundialistas por excelencia, el mundial es una oportunidad increíble para conseguir más y mejores aprendizajes en todos los niveles de la escuela. Nos hemos cansado de escuchar “los chicos y chicas no se motivan con nada”, y resulta que te viene servida en bandeja la temática más motivadora que puede existir y nuestra discusión pasa por “¿si vemos o no vemos los partidos y en qué horario?”.
A mi me gusta mucho el desafío en el que nos pone Pepe Menéndez -uno de los grandes responsables de la primavera pedagógica que está ocurriendo en Barcelona, España-, cuando se pregunta y nos pregunta ¿es capaz la escuela de entender que el conocimiento no está para guardarlo en el congelador de la memoria? ¿es posible conectarlo con el proyecto de vida de los alumnos?
Eso es el Mundial de fútbol para los argentinos (y me atrevo a decir, para todos los países de nuestra región), es la oportunidad para conectar los aprendizajes, y la recuperación de aprendizajes con algo que impacta directamente en el proyecto de vida de nuestros alumnos. Sólo con esa temática y haciendo volar la creatividad, se puede llegar a cada una de las habilidades y contenidos relevantes que la escuela propone y que nuestros alumnos necesitan.
Entre el 20 de noviembre y el 18 de diciembre, mientras que se juega el mundial, miles de alumnos estarán necesitando recuperar aprendizajes (que vienen rezagados desde la pandemia) y que no han podido completar durante este año. ¿Qué hacer?
Cómo conectar el mundial con los aprendizajes
El desafío será vincular cada área. y todas las áreas interconectadas, con el Mundial. Se puede trabajar con los países, las tradiciones y costumbres, su historia y geografía. Se puede ahondar en geopolítica y geoeconomía. Desde otros lugares se puede tocar el liderazgo de los entrenadores y su formación. Se puede llegar a las reglas que nos unen como ciudadanos (en un momento en el que las tomas de los colegios, por ejemplo, desafían esas reglas) a través de entender la evolución de las reglas en el fútbol, conocer y comprender a los referís y debatir acerca del VAR.
Fútbol, mundial, pasión y aprendizaje
Por otro lado, detrás de cada una de las figuras hay historias, muchas veces conmovedoras, de superación y convicción, algo que para tantos alumnos argentinos es clave conocer para sus propios proyectos de vida. También se puede ahondar en el estilo de juego de cada equipo y comprender los patrones de ese estilo.
La enseñanza y el aprendizaje de la matemática, algo que es urgente renovar en Argentina, se puede impulsar de un modo fascinante a través del mundial. Conceptos claves, a los que muchas veces no se llega -en el programa-, se pueden trabajar magníficamente, por ejemplo: probabilidad y estadística; frecuencia absoluta, relativa y porcentual; lectura de gráficos estadísticos; variabilidad (y puedo seguir hasta el infinito). Pero, también, se pueden diseñar actividades y dinámicas de aprendizaje para todas las áreas: prácticas del lenguaje, ciencias sociales y naturales, arte, tecnología, educación física, idiomas. Todo se puede abordar en la escuela, con los alumnos, en torno al acontecimiento mundialista.
Pero, sobre todo, se pueden trabajar proyectos con varias áreas y espacios conectados, algo que nuestra escuela necesita con urgencia. No podemos seguir teniendo ´materias sueltas´, necesitamos que estén vinculadas unas y otras a proyectos relevantes para los alumnos. En el Mundial, encontramos la oportunidad perfecta para conseguir ese objetivo.
Sobre la autora:
*Victoria Zorraquín es licenciada, profesora y especialista en Educación. Fundadora de la ONG Educere: “Docentes por un Mañana”. Hace más de 25 años que Victoria se dedica a hablar acerca de la necesidad de recuperar el prestigio docente. Ha recorrido escuelas de todo tipo y condición en la Argentina y en el mundo. Estuvo al frente de la Dirección de Escuelas Secundarias, Agrarias y Rurales, que depende del Ministerio de Agroindustria de la Nación. Durante 2019, ocupó el cargo de directora de Formación Continua en la Provincia de Buenos Aires.
Además, Victoria es autora del libro “Esperanza en la Escuela, que cuenta la historia de Silvina, Mona, Yago y su equipo de educadores, desde el punto de vista de una alumna y el de una madre que también es educadora. Silvina es una maestra como tantos cientos de maestras. Mona es directiva. La voz de Esperanza, la alumna, expresa lo que no queremos volver a ver en las aulas, y también lo que soñamos y esperamos que sea posible. Este libro muestra una institución que necesita de riquísimos vínculos humanos. Una escuela con adultos trabajando en equipo, confiando entre ellos, creyendo en lo que hacen, convencidos de que vale la pena construir juntos la escuela que necesitamos.