Educación para reducir la brecha de género

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En el marco del día internacional de la Mujer, pensar la Educación como aspecto central a la hora de reducir la brecha de género resulta central. Según UNESCO, a nivel global, existe un mayor número de niñas sin escolarizar que de niños que nunca irá a la escuela.

Según ONU Mujeres, el 36% de las niñas y jóvenes que abandonan los estudios lo hacen por estar embarazas o por el aumento en las tareas en sus hogares. Antes de la pandemia, existían 258 millones de niños y adolescentes no escolarizados, en su mayoría mujeres.

Los datos actuales no son alentadores, según la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), 1.5 millones de estudiantes de los distintos niveles educativos se verían desvinculados de la escolarización.

A esto último se le suma que, según una encuesta de UNICEF, antes el 68% de las tareas del hogar eran efectuadas por mujeres y producto de la cuarentena obligatoria este porcentaje subió a 71%.

Según la UNESCO, la igualdad de género es una prioridad mundial estrechamente ligada a los esfuerzos de la Organización para promocionar el derecho a la educación y lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

La Agenda mundial Educación 2030 reconoce que la igualdad de género requiere un enfoque que «garantice no sólo que las niñas y los niños, las mujeres y los hombres obtengan acceso a los distintos niveles de enseñanza y los cursen con éxito, sino que adquieran las mismas competencias en la educación y mediante ella».

Dependiendo del contexto, existen grandes desigualdades de género en el acceso, el logro del aprendizaje y la continuación de la educación, resultando ser las niñas, en general, las más desfavorecidas, aunque en algunas regiones los niños se encuentran en desventaja.

A pesar de los logros alcanzados, existe un mayor número de niñas sin escolarizar que de niños – 16 millones de niñas nunca irá a la escuela (Instituto de Estadística de la UNESCO) – y las mujeres representan dos tercios de los 750 millones de adultos que carecen de conocimientos básicos de alfabetización.

Entre los numerosos obstáculos que impiden a las niñas y mujeres ejercer su derecho a estudiar, obtener un diploma y beneficiarse de la educación, se encuentran la pobreza, el aislamiento geográfico, la pertenencia a una minoría, la discapacidad, el matrimonio y el embarazo precoces, la violencia de género y las actitudes tradicionales relacionadas con el papel de las mujeres.

 

América Latina tiene sólo un 45,8% de mujeres científicas

Educación superior: Algunas cifras

Según la UNESCO, las mujeres constituyeron un porcentaje levemente mayor (53%) de los graduados de pregrado y máster en 2014, pero a nivel de doctorado la proporción de mujeres graduadas se reduce al 44%. Además, sólo el 30% de los investigadores universitarios del mundo son mujeres.

Las mujeres están sobrerrepresentadas entre los miembros del personal docente de los niveles de educación más bajos: en 2018, las mujeres representaban el 43% de los profesores en la educación terciaria, frente al 66% y el 54% en la educación primaria y secundaria, respectivamente.

El documento revela un rápido aumento del nivel educativo de las mujeres, el cual se ha triplicado a nivel mundial entre 1995 y 2018 en términos de matrícula para cursar estudios de educación superior: en el 74% de los países con datos, así como en todas las regiones, las mujeres están sobrerrepresentadas, excepto en Asia Central y Meridional, donde hay paridad, y en el África subsahariana, donde los hombres están sobrerrepresentados pues hay solamente 73 alumnas matriculadas por cada 100 hombres.

A pesar de este aumento, existe preocupación por la igualdad de género en cuanto a la contratación, retención y promoción de las mujeres en las universidades. Asimismo, en referencia a las desigualdades en la matriculación de mujeres en las carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (CTIM), los autores señalan que la estructura cultural y los estereotipos han contribuido a identificar las carreras como femeninas o masculinas, aumentando así la brecha. En más de dos tercios de los países, solo menos de una cuarta parte de los estudiantes de ingeniería, producción y construcción o TIC son mujeres (OCDE, 2017).

Barreras y techos de cristal

Las mujeres chocan profesionalmente con techos de cristal cuando buscan avanzar en su acceso a puestos de liderazgo. Según UNESCO IESALC, en 2020, solamente un 18% de las universidades públicas de América Latina tienen mujeres rectoras. En el caso de las universidades europeas, según la Asociación Europea de Universidades (AEU, 2020), el 15% de los rectores de las universidades miembros de 48 países eran mujeres, frente a un 85% de hombres, y 20 países no tenían ninguna rectora.

En cuanto a la remuneración, también hay diferencias salariales. En Estados Unidos, el 57% de los estudiantes de enseñanza superior son mujeres, pero el ingreso promedio no ajustado de las mujeres constituye el 78% del de los hombres.  En 26 de los antiguos 28 países miembros de la UE, hay más mujeres que hombres en los centros de educación superior, pero el ingreso promedio no ajustado de las mujeres es inferior al de los hombres en los 28 países.

En cuanto al desempeño en el área de investigación, en 2020 sólo el 30% de los investigadores del mundo en las universidades eran mujeres. Independientemente del creciente número de mujeres que se inscriben en las universidades, muchas optan por abandonarlas en los niveles superiores, que normalmente se requieren para una carrera en investigación. Según informes de la UNESCO, del 53% de los graduados en licenciatura y máster en 2014, la proporción de mujeres graduadas desciende al 44% a nivel de doctorado.

Aspectos a tener en cuenta a la hora de pensar la educación

Una educación basada en la igualdad. La equidad es uno de los principios básicos de la coeducación. Tanto la igualdad efectiva de oportunidades entre hombres y mujeres, como el reconocimiento de la diversidad afectivo-sexual, así como superar los comportamientos sexistas son claves para llevar a cabo una educación igualitaria.

Eliminar estereotipos de base. Combatir los estereotipos de género es otro de los grandes retos sociales a los que nos enfrentamos, ya que estos son una de las mayores causas de desigualdad. Estos estereotipos vienen marcados por las normas sociales que se han fijado tanto para mujeres y hombres como para niños y niñas. Estos limitan las aspiraciones, elecciones e incluso la libertad individual. Entre los ejemplos de estos estereotipos se encuentran las carreras universitarias, relacionando las profesiones de ayuda y cuidados con lo femenino, y las carreras de ingeniería y técnicas, con lo masculino.

Formar parte de las iniciativas STEAM. Ayudan a cambiar la visión de carreras como la tecnología o las matemáticas, dando a las niñas y las adolescentes un papel activo y protagonista en estos ámbitos científicos y tecnológicos.

Introducir referentes femeninos. Uno de los principales problemas de los currículos educativos hasta el momento ha sido la ausencia de referencias y representantes femeninas. Durante décadas hemos enseñado la Historia, la Ciencia o el Arte, creado y protagonizado por hombres. Sin embargo, la presencia curricular de grandes figuras femeninas es un importante estímulo que puede inspirar a las más jóvenes.

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