Cada año, en el amanecer de un nuevo día a principios de septiembre el aire aparenta renovado; denota que la primavera se acerca y con él las alas de la libertad. El cóndor no sólo es una especie autóctona amenazada que la comunidad científica busca preservar, sino que además es considerada sagrada por los pueblos originarios, quienes lo consideran un nexo capaz de conectar al mundo superior con el terrenal.
Luis Jácome y Vanesa Astore son Biólogos, egresados de la Universidad CAECE. Junto a una red de instituciones y profesionales, llevan adelante el Programa de Conservación Cóndor Andino de Argentina (PCCA). Desde el inicio del Programa, lograron el récord de haber criado 70 pichones de esta especie. todo un logro considerando la baja tasa de reproducción de la especie. Intervinieron en el rescate de más de 350 ejemplares silvestres en el país y liberaron 197 cóndores en Sudamérica, incluso en la costa atlántica de Patagonia, donde la especie estuvo extinta por más de un siglo.
Sin embargo, en los últimos dos años afrontaron la más triste noticia de sus 30 años al servicio de la conservación de esta especie: la muerte masiva de 114 cóndores en Argentina. Para que la vida de estas aves ancestrales esté asegurada, será necesario comenzar a escuchar lo que la naturaleza y la ciencia tienen para decirnos.
En base a estudios realizados en todo el país, descubrieron que la muerte masiva de estas aves estaba relacionada al uso ilegal de cebos tóxicos, provocando su envenenamiento. Jácome afirma “Lamentablemente, ésta es una de las problemáticas que presenta la especie y que ha tomado protagonismo en los últimos años, una práctica ilegal utilizada por algunos pobladores ganaderos para tratar de controlar grandes carnívoros que afectan su producción (puma, zorro, etc.). Sin embargo, esta práctica resulta ineficiente e inespecífica dado que pone en riesgo todas las formas de vida. El Cóndor Andino por su biología de carroñero es una de las especies más afectadas” y agrega: “al usar estos venenos se contamina el suelo y el agua, como así también se ponen en riesgo todas las formas de vida, incluso la salud humana.
Conservando un ave emblemática
El PCCA realizó estudios de genética pioneros sobre la especie, junto a miembros de la Universidad de Wisconsin, Madison, USA, demostrando su baja variabilidad genética. El cóndor necesita más de 9 años para alcanzar la madurez sexual, y cada pareja normalmente cría un solo pichón cada dos o tres años. Esto se traduce en una tasa reproductiva muy baja. Asimismo, el Programa fue el primero en implementar equipos de transmisión satelital para seguir el vuelo del cóndor andino, un trabajo que fue realizado con el apoyo del Nasa Goddard Space Flight Center. El PCCA tiene cuatro pilares fundamentales: Potenciar la reproducción de la especie a través de un programa de incubación artificial y cría parental en aislamiento humano. Rescatar y rehabilitar ejemplares silvestres. Liberar los ejemplares en ambientes naturales, potenciando la creación de santuarios, como una estrategia de áreas naturales protegidas. Y desarrollar un programa educativo y cultural enfocado en la conservación de esta especie emblemática.
El PCCA, organizado por el Ecoparque Bs As y Fundación Bioandina Argentina, es una red de trabajo que integra reconocidas instituciones nacionales e internacionales, gubernamentales y no gubernamentales. Los impulsores de este esfuerzo de conservación – tanto Vanesa como miembro de Ecoparque de Buenos Aires y Luis como Presidente de Fundación Bioandina Argentina – saben el lugar clave que ocupa el cóndor andino en el equilibrio ambiental ya que mantiene los campos limpios de posibles focos de infección. Actualmente muchos científicos, economistas, filósofos y ambientalistas advierten que será imprescindible que el hombre vuelva a estar en armonía con la naturaleza para no llegar a su propia extinción.
El PCCA está representado por las dos alas del cóndor: por un lado, la ciencia y por el otro la cultura. El cóndor ocupa un lugar central en la cosmovisión de las culturas originarias. Es así como desde el Programa promulgan el respeto hacia la naturaleza, solicitándole permiso en cada acción que realizan. Cada año entre septiembre y octubre se produce la liberación del cóndor en una de las zonas más áridas de la costa atlántica, Sierra Paileman, donde la sequía impera sobre el pueblo, y la tierra abre paso a las hendiduras alargadas y profundas que van dándole forma a las grietas. Los líderes espirituales de los pueblos originarios son los encargados de poner un rezo. En su lengua milenaria elevan una plegaria para que el cóndor la eleve. Siendo que vuela más alto, llegando a los 9 mil metros de altura, llevará el mensaje al mundo de arriba.
Luis Jácome cuenta cómo vivieron cada liberación, un acontecimiento en el que la ciencia y la cosmovisión se unen en cada encuentro “El primer año, al consultarle al abuelo Manuel Cayu, lonco mapuche de la Comunidad Los berros, sobre qué había pedido durante la ceremonia, me respondió que solicitó la bendición del agua. Esa noche, llovió. Al año siguiente con la liberación de los nuevos pichones, en la ceremonia se volvió a pedir por lluvia y, al igual que el año anterior, la lluvia llegó. No fue uno, dos, tres años… Fueron dieciséis años, dieciséis liberaciones en la costa del atlántico en Patagonia y en cada oportunidad recibimos la bendición de la lluvia… como dicen los mayores: ¿si un hijo le pide un vaso de agua a su madre… se lo va a negar?”. Ciencia y cosmovisión unidas. La naturaleza nos brinda mensajes, estará en el hombre ser capaz de respetarla y escucharla.