Hay veces en que uno va al teatro y se encuentra con obras que dan cuenta de aquellas cosas que nos pasan cotidianamente con sensibilidad y profundidad. Tal es el caso de “Lo salvaje”, la obra escrita por Mariana Silva Yrigoyen y dirigida por Nacho Ciatti, que se presentó en el Festival Internacional de Dramaturgia y hoy puede verse en Espacio Callejón.
Sofía es una mujer de hoy en día: profesional, vive con su pareja y la hija de éste, trabaja hasta tarde y es la que sostiene económicamente el hogar además de ocuparse de las tareas domésticas. En toda esa vorágine, la conexión con el otro se vuelve difícil y nula por momentos. Las distintas formas de concebir el trabajo y la profesión, los desencuentros íntimos, las discusiones por las tareas de la casa, las diferentes visiones de la vida, la incompatibilidad de deseos, entre otras cosas, terminarán por separarlos. Cosas que suelen sucederle a tantas parejas pero acá el tratamiento es lo que marca la diferencia. Desde la puesta hasta el manejo corporal en escena, pasando por las distintas capas del texto, se lleva a cabo un trabajo distinto que nos deja muchos planteos y preguntas como espectadores.
La puesta resulta sumamente interesante por el juego corporal y simbólico que plantea tanto para los actores como para el texto que, a través de ella, se resignifica. Líneas de luces atraviesan el piso y cambiarán de color para generar diferentes climas. Y precisamente uno de los logros de la puesta y de los actores es la construcción de atmósferas tan disímiles entre sí como profundas y sentidas. Momentos íntimos y sutiles, de juegos y risas o de gritos y peleas se sucederán uno tras otro con agilidad y ritmo. La vida misma manifestándose en ese aquí y ahora del teatro. Y los actores cuentan con la destreza y la sensibilidad necesaria para pasar de uno a otro y para emocionarse, reír y jugar. En ese sentido, la dirección de Nacho Ciatti ocupa un lugar fundamental porque no sólo es precisa sino que, con una gran sensibilidad, logra llevar a los actores por estados de profunda emoción e intensidad. Y en ese punto merece destacarse el trabajo de Laila Duschatzky quien, con entrega y compromiso, construye una mujer atravesada tanto por las preocupaciones diarias como por conflictos existenciales, una mujer dividida, cansada, exhausta, agobiada. Su trabajo es intenso, con esa potencia que tiñe la mirada y carga cada palabra con una fuerza arrolladora. El elenco se completa con la pequeña Martina Iglesias, cuya frescura le aporta espontaneidad a la historia y con Francisco Donovan, quien también se caracteriza por un trabajo sensible e íntimo. Los tres logran construir con solidez a esa familia cuyos vínculos van cambiando a medida que transcurre la historia. Por su parte, el texto de Silva Yrigoyen nos lleva tanto por lugares conocidos como por otros imaginarios y fantásticos al punto que logra intercalar y conectar lo real y lo ilusorio, lo presente y lo pasado.
Sofía es una mujer atravesada por el deseo y el deber, por el dolor y el cansancio, por los mandatos sociales y por sus propias contradicciones. Ahora que todo terminó, en la soledad de su departamento despojado, la selva, aquella que visitó en algún viaje, parece querer tomarla, se le aparece por doquier y la abruma. Pero ¿qué es eso que la perturba? Salvaje puede ser esa vida que llevaba Sofía, levantarse al amanecer, ir a trabajar, buscar a los chicos, llegar a casa tarde por la noche, preparar la cena, dormir. Y repetir lo mismo día tras día. Volver a empezar una y otra vez en una vorágine cotidiana que la vuelve ajena y la aleja de los otros y de ella misma. Trabajar sin parar para poder tener esa vida que soñó. Pero lo salvaje puede estar también en otros lugares, más sencillos, más despojados, más simples, un ámbito al que pueda volver para encontrarse a sí misma.
Un hombre, una mujer. Una familia. Los proyectos en común, los sueños de cada uno. El desarrollo profesional y el deseo de tener hijos. Encuentros y desencuentros. El presente que se escapa como arena entre las manos y el futuro anhelado. La carrera diaria por lograr aquello que se supone brindará felicidad y dejar la vida en ese intento. ¿Qué queda cuando todo termina? ¿Qué hacer cuando ya se intentó todo y no se pudo? ¿Qué sucede con el deseo trunco?
Espacio Callejón, Humahuaca 3759, sábados a las 22.30