“Nuevos públicos, artes escénicas y escuela” indaga en la vinculación entre teatro y escuela a partir del Programa de Formación de Espectadores del Ministerio de Educación de la Ciudad. Dialogamos con Ana Durán, su autora y coordinadora del programa.
¿Qué lugar tiene el teatro en la escuela? ¿Qué rol juegan las emociones en el aprendizaje de los jóvenes? ¿Cómo es el acercamiento que los chicos experimentan con las obras teatrales? Son algunas de las preguntas que plantea el libro “Nuevos públicos, artes escénicas y escuela”, de Ana Durán, periodista, profesora de lengua y literatura, magister en Ciencias Sociales, a cargo del Área de Gestión de Públicos del Teatro Cervantes y coordinadora del Programa de Formación de Espectadores del Ministerio de Educación de la Ciudad.
El Programa de Formación de Espectadores es el único en su tipo integrado a la estructura del Ministerio de Educación, funciona desde el año 2005 y tiene el objetivo de llevar público joven a las salas teatrales del circuito independiente. Esto surgió ante la situación de que el público teatral de la ciudad de Buenos Aires (que posee la mayor cantidad de expresiones artísticas vinculadas a las artes escénicas en América latina) se caracteriza por su endogamia. Según Ana Durán, el teatro es un ámbito en el que habitualmente los adolescentes no están. Incluso, cuando concurren, molestan o son mirados con recelo por los adultos. Las obras se seleccionan con un criterio estético y con la intención de que sean lo más actuales posibles para acercar las temáticas características del mundo y de la sociedad de hoy.
El Programa trabaja con 14 escuelas de la ciudad cuyos alumnos y alumnas asisten a ver obras de teatro varias veces a lo largo de su paso por el nivel medio. Se implementa en escuelas de gestión pública que, a diferencia de las escuelas privadas y de altos recursos, no tienen la costumbre de ir habitualmente al teatro. En los colegios privados los estudiantes acceden a otro tipo de consumos culturales, cuenta Durán en diálogo con Sobre Tiza. El programa propone tres instancias: una actividad previa a la salida, una charla debate posterior a la función con los artistas y otras actividades para realizar después en el aula. Para Ana, es muy importante ese trabajo colectivo, donde hay muchas herramientas que los chicos y chicas pueden adquirir durante la función y en la charla posterior. De esta manera, el Programa intenta crear y fomentar en los jóvenes la atención específica y situada necesaria que los convierta en espectadores de las artes escénicas.
“Nuevos públicos, artes escénicas y escuela” es el producto de una investigación que se hizo en el marco de la implementación del Programa y se pregunta cómo los jóvenes que nunca asistieron al teatro se transforman en espectadores a través de la concurrencia a obras. La publicación entonces estudia la recepción de las artes escénicas por parte de los jóvenes y su relación con el contexto escolar. Nos encontramos, por un lado, con una escuela cuyos pilares organizativos y constitutivos, pensados en otro siglo, todavía tienen continuidad y persistencia, lo que hace que todo lo distinto tenga pocas posibilidades de ingresar. Por otro lado, tenemos jóvenes cuyos consumos culturales no pasan por el teatro, incluso tienen prejuicios sobre quiénes son sus espectadores habituales. Como platea Ana Durán, citando a Carlos Rottemberg, el conocido productor de teatro comercial, existe un salto entre la infancia y la edad adulta porque el teatro ve a los niños pequeños y recién los recupera cuando son adultos.
Según la investigación, existe cierta tensión en el momento de pensar cómo se insertarán las materias artísticas en el conjunto del resto de las disciplinas ya que circula una duda respecto a su utilidad frente al resto de asignaturas. Esto pesa en los docentes y en los directivos de las escuelas. Es por eso, cuenta Durán, que se han encontrado con muchas resistencias al presentar el proyecto. Algunos docentes se entusiasman y otros no y algunos directivos piensan que las materias importantes son otras. Para ella, es importante que la vinculación con las disciplinas artísticas en general y con el teatro en particular se convierta en una práctica cotidiana y en eso es fundamental el interés que posea el docente.
La subjetividad pedagógica característica de la escuela es muy distinta a la subjetividad del dispositivo teatral, confirma Durán. Según la investigación, la transición entre una y otra se observa en varios aspectos: la disciplina, la relación con la autoridad y la disponibilidad en la atención. Por ejemplo, los jóvenes suelen focalizar más en los aspectos técnicos que en los emocionales y tienden a juzgar moralmente a los personajes. En cambio, la subjetividad propia del espectador permite habitar un nuevo espacio vinculado a las emociones.
Precisamente, el lugar de las emociones es uno de los aspectos más importantes porque es desde el cual los jóvenes ven teatro a través de la mediación de la escuela. Durán cuenta que se produce una identificación de los chicos con lo que están viendo y aparece lo emocional. Se enojan, se entristecen, lo vinculan con su propia historia que se activa, de alguna manera, en el teatro. Se trata entonces de aprender a través de las emociones. Durán explica que en el transcurso de la investigación, cuando se le preguntaba a los jóvenes qué habían sentido, respondían “nada”. Pero ante las preguntas específicas de si habían experimentado enojo, bronca, angustia o risa, respondieron que sí. Esto da cuenta de que si bien los jóvenes tienen una carga emocional siempre dispuesta, ésta no es manifestada en la escuela.
Por otro lado, hay una conducta de espectador que se va interiorizando con el paso del tiempo, sostiene Durán. Por eso se intenta que los chicos vayan al menos una vez año al teatro. Para ella, sería bueno que los chicos vayan desde pequeños no sólo al teatro sino también a ver otras expresiones artísticas, y así tendrían otra sensibilidad. Como plantea la investigación, la posibilidad de entender metáforas, el crecimiento de las capacidades cognitivas orientadas a ampliar el mundo, incentivar la imaginación, la visión crítica de la sociedad, entre otros, son actividades y operaciones posibles a partir de la apreciación de las artes.