Creo que no exagero al decir que el teatro nunca trató un tema tan difícil como la esquizofrenia con tanta poesía y sensibilidad. Uno, como espectador, sale con la sensación de haber sido atravesado por un acontecimiento poético y fuerte al mismo tiempo. Muchas serán las inquietudes que deja la obra.
“Teresa está liebre” pone en escena un día en la vida de Teresa, durante la ceremonia del té. Mientras lo prepara y convida a los espectadores, barriendo de esta forma con la denominada “cuarta pared”, navega en diferentes episodios de su vida. Pasado y presente se funden en su relato. Recuerdos, temores, sueños, anhelos y la fugacidad de la felicidad están presentes en esa narración a la luz de la penumbra de un departamento desvencijado y repleto de objetos que parecen hablar por sí mismos. La historia va desnudando el drama que vive Teresa luego de la muerte de su amiga Conejo, quien fue la bautizó con el nombre de liebre. Y ella sueña que es así. Mientras tanto, San Jorge la protegerá.
En la función del 20 de octubre, el rol de Teresa lo asumió una de las directoras de la obra, Sharon Luscher, quien llevó a cabo un trabajo absolutamente conmovedor. Desde el inicio de la obra, basta una mirada y un simple gesto para interpelar al espectador y emocionarlo. Su cuerpo, como una totalidad de gestos, posturas, voces y miradas, está al servicio de la construcción de un personaje complejo, con múltiples matices. Y el texto, en su boca, está siempre habitado por otra cosa, algo que no podemos identificar pero que inquieta y cuestiona. El trabajo actoral encuentra su perfecto complemento en un diseño escenográfico cuidado hasta el mínimo detalle, exquisito y poético. Ese espacio será donde la actriz encuentre un “entre” particular, lo que le permitirá desplegar todos sus recursos expresivos. Un deparmento atiborrado de objetos preciosos y antiguos, donde cada uno nos habla de un pasado. Completa el diseño espacial, la hermosa iluminación que contribuye a crear la penumbra en la que vive Teresa. Luces y sombras que construyen ese mundo mágico anidado en el tiempo, como en un instante perpetuo. Por su parte, el texto da cuenta con poesía y sensibilidad de ese mundo complejo y confuso en que vive el personaje. Recuerdos y retazos de existencia se enlazan en un texto trabajado de tal forma que el límite entre la cordura y la locura es una línea muy delgada. Fragilidad y firmeza, intensidad y ternura, se enlazan en el profundo recorrido que hace la actriz correctamente dirigida por Pilar Boyle y Sharon Luscher.
Realidad y ficción, pasado y presente se funden para construir un hermoso relato sobre la esquizofrenia, donde la enfermedad no aparece como límite sino como posibilidad, como disparador creativo. La obra se hace cargo de lo que habla, no elude el tema y tampoco es condescendiente sino que deja innumerables interrogantes que nos invitan a cuestionar algunas de las categorías con las que pensamos el mundo y a nosotros mismos. Definitivamente, “Teresa está liebre” deja su huella. Una pieza que demuestra, una vez más, que el teatro sana y salva.
Ficha técnica
Dramaturgia: Jimena Gonzalez, Florencia Naftulewicz
Actúan: Florencia Naftulewicz, María Fernanda Rodriguez
Diseño de escenografía: Teresa Esta Liebre
Diseño de luces: Leandro Crocco
Diseño De Sonido: Mariano Asseff
Realización de escenografia: Mariano Asseff, Jair Bellante, Jacquie FerreiraSonido:Mariano Asseff
Fotografía: Agostina Gladiali
Diseño gráfico: Mariano Asseff
Asistencia general: Luca Capobianco
Prensa: Carolina Alfonso
Dirección: Pilar Boyle, Sharon Luscher
Camarín de las Musas – Mario Bravo 960 – CABA
Viernes, 21 hs.