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Por Ana Prawda, profesora, psicopedagoga, mediadora y Magister en Gestión Educativa por la Universidad de San Andrés.

¡Los docentes tienen que enseñar valores!
¡La escuela tiene que rescatar los valores perdidos!
¡La familia no inculca valores!
¡Los padres esperan que todo lo hagamos los docentes!

Las anteriores son frases y afirmaciones que se suelen escuchar con frecuencia en el ámbito escolar. Pero…¿cuáles son esos valores? y ¿pueden ellos ser enseñados?

Llamaré valores a ciertas virtudes que refieren y guían nuestra conducta: bondad, patriotismo, generosidad, solidaridad, etc. Definidos así, los valores son abstracciones que cobran significación y visibilidad cuando se representan en conductas. Y esas conductas asociadas a los valores, cuando son sistematizadas y aceptadas por el conjunto de la comunidad, se transforman en norma. Y así es como los valores y la normativa se convierten en contenidos a construir en la complejidad y especificidad de cada dinámica áulica.

Los valores pueden enseñarse. Y los llamados Acuerdos de Convivencia nos permiten convertir el aula en un lugar propicio para hacerlo. Ahora bien, ¿todos asociamos las mismas conductas a iguales valores? ¿Cómo identificarlos entre los miembros de un grupo? ¿Y cuáles son las conductas que se universalizan ante determinados valores?

Un ejemplo que puede ayudarnos a comprender mejor dichas preguntas, es el siguiente: en muchas localidades, ser solidario o respetuoso incluye ayudar y/o saludar a desconocidos, mientras que en otras, no incluye ni saludar ni ayudar a desconocidos por temor a que estos se propongan hacer daño (robar, lastimar, secuestrar, etc.).

Propuestas de acción: Acuerdo de convivencia escolar

La elaboración de los Acuerdos de Convivencia tiene que incorporarse a la propuesta didáctico-pedagógica docente, acompañando los contenidos curriculares de cada área. El respeto a las normas es la consecuencia de la construcción grupal y participativa de los valores en cualquiera de las clases/asignaturas y no en una específica.

En el transcurso de la jornada en el aula, no alcanza con identificar lo que no se debe hacer, sino que se necesita reflexionar entre todos acerca de las conductas que favorecen una comunicación sin violencia y, por ende, el bienestar del conjunto.

Cuando docentes y estudiantes llegan por acuerdo al consenso de los valores y sus conductas asociadas, al sistematizar y aceptar dichas conductas, las convierten, entre todos los estudiantes, en normativa. Y recién entonces se preocuparán por cumplirla, porque ellos mismos fueron sus impulsores.

En el sistema de convivencia escolar se identifican las normas a respetar. Pero dichas normas son la consecuencia y no el comienzo de la elaboración de dicho sistema de convivencia.

Si las conductas representan los valores que tienen que construir los estudiantes, se acordará con ellos diferentes conductas que permitan convivir en armonía durante la clase. Luego, por medio de actividades y estrategias, se practicarán in situ.

Actividad sugerida

A fin de ilustrar estas ideas, les comparto el siguiente caso. Se trata de una actividad que pueden aplicar en sus clases. Me gustaría que me hagan llegar los resultados y comentarios a mi página web así conozco sus experiencias: www.anaprawda.com

Entre todos los estudiantes de 3er grado, acordamos que se necesita practicar las siguientes conductas:

– Prestar el material de lectura o algún útil para escribir al compañero que se lo olvida.

Si lo logramos, entonces podremos decir que somos solidarios.

– Cuidar el material o el libro que me prestan, manteniéndolo en las mismas condiciones de cuando me lo dieron.

Si lo logramos, podremos decir que también somos respetuosos de los objetos del otro.

En este caso, las conductas que valoro son positivas. Consecuentemente, se asocian a cosas “que tengo y quiero hacer” y no a las que están “prohibidas hacer“, según el modelo tradicional de trabajo con valores.

Durante semanas, por medio de diferentes actividades y estrategias realizadas con y entre los estudiantes, se fortalecerán las conductas mencionadas.

Con los estudiantes, también se evaluarán los resultados. ¡Cuidado! No se personalizará a quien no logró la conducta, sino que se buscarán los motivos por lo que resultó difícil lograrlo. En el comienzo, se trata de reflexionar entre todos y no de enjuiciar al transgresor.

Estos debates donde predomina un intercambio de cómo se logra hacerlo reemplazan a la tradicional prédica acerca del deber ser una persona solidaria y respetuosa.

Luego de realizar por un mes diversas estrategias y actividades, y cuando la mayoría de los integrantes del grupo hayan logrado prestar el material de lectura o algún útil para escribir a un compañero, entonces entre todos pasarán a convertir dichas conductas en Normas de Acuerdo de Convivencia en el aula.

La que en una siguiente etapa, será una acción positiva a reforzar por medio de actividades didáctico pedagógicas incluidas en el marco de cada materia.

Hablar de la enseñanza de valores requiere de un espacio de reflexión previo e individual para identificar:

– Por consenso, junto con nuestros colegas, nuestros alumnos y sus padres, las acciones consideradas representativas de los valores indispensables para convivir en armonía.

– Las contradicciones que posee el término “valor”, según el significado y la puesta en acción por las personas de una determinada institución, comunidad o país.

En un mundo globalizado y en una escuela multicultural, un docente necesariamente debe capacitarse para responder en el marco del contexto actual. Los cambios de paradigmas exigen la indagación y la investigación permanente acerca de la realidad de los estudiantes y de las familias de la escuela de pertenencia. Y los valores no están exentos de esta nueva realidad.

NOTA DEL EDITOR:

Si te interesa este artículo, te recomendamos leer la nota: Trabajan sobre el Acuerdo de Convivencia Escolar en Alberdi y Almafuerte.

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