El Complejo Teatral de Buenos Aires revaloriza los oficios teatrales con una propuesta destinada a los adolescentes

Junto al Centro Cultural Recoleta, proponen el trabajo desde los oficios y saberes de las artes escénicas para que los jóvenes desarrollen la puesta en escena de una obra de teatro clásico. Marina Pampin está a cargo del proyecto y subraya la sinergia que se puede dar entre instituciones para generar proyectos en una coyuntura tan compleja como la que estamos viviendo por la pandemia de Covid-19.

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Marina Pampin.

Cada obra de teatro es un universo particular que conjuga una multiplicidad de lenguajes. Para poder concretar una puesta en escena se necesita una gran variedad de disciplinas que van desde la escenografía y la iluminación hasta la sastrería teatral, pasando por el maquillaje y la caracterización. Estos oficios teatrales son parte intrínseca del hecho teatral pero habitualmente pasan desapercibidos frente a los ojos del público. Los lugares ocupados por los actores y actrices suelen ser los que se llevan todo el protagonismo.

En ese sentido y para jerarquizar el importante papel que cumplen los técnicos y profesionales de las artes escénicas, el Complejo Teatral de Buenos Aires lanzó la convocatoria Manos en la obra, destinada a adolescentes de todo el país que deseen adquirir conocimientos sobre estos oficios. Junto con el Centro Cultural Recoleta, la iniciativa propone brindarles herramientas de los saberes teatrales para que ellos desarrollen la puesta en escena de una obra de teatro clásico a lo largo de diez encuentros virtuales semanales. Acompañados por un profesional de las artes escénicas, se busca que cada grupo de chicos y chicas tenga un espacio donde imaginar mundos posibles y resignificar el contexto para, de esta manera, acercarse al teatro.

En Sobre Tiza dialogamos con Marina Pampin, gerente de Formación teatral del Complejo Teatral de Buenos Aires, a cargo de este proyecto, quien cuenta con una amplia trayectoria en el campo. Anteriormente se desempeñó como directora de la Licenciatura en Artes Escénicas de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM)

Actualmente, las figuras de los dramaturgos/as, directores/as, actores y actrices son las que cuentan con más visibilidad mientras que los oficios teatrales quedan en un lugar secundario, quizá por estar tras bambalinas ¿Coincidís?

Totalmente. Un poco es un recorrido que yo vengo haciendo en lo personal. Llegué a la función pública habiendo tenido un tránsito por lo privado bastante importante, con figuras de bastante renombre en lo artístico que exigían que las personas que componían la escena estuvieran calificadas, que tuvieran una gran trayectoria. Creo que esas áreas están invisibilizadas, entonces no hay un reconocimiento social en el nombre de quien ilumina, de quien hace la escenografía. Se conoce mucho más la figura que está arriba del escenario que todos aquellos que hicieron posible que eso se haga. Desde el CTBA, se nos ocurrió entonces llegar a adolescentes con esta información para mostrarles que aparte de la actuación y de la dirección, existen otras actividades que también son lenguajes, que también requieren de una profundización y dan cuenta de la magia del teatro. Proponemos un corrimiento de horizontes en esta coyuntura tan compleja, que les permita a les pibes poder abordar una imaginación distinta al contexto en el que están viviendo. Ese es el planteo general. Pero no es darles una clase de escenografía sino trabajar desde un lugar más amplio con una propuesta que les permita imaginar un universo diferente, una nueva perspectiva de una situación dada.

¿Es revalorizar esos oficios que tal vez quedan relegados por estar tras bambalinas?

Sí. Y que parece que fueran trabajos sumamente artesanales pero que se han ido profesionalizando con el correr del tiempo y tienen una gran cantidad de saber teórico acumulado. No es solo un saber hacer sino que hay líneas teóricas que respaldan cada uno de esos saberes hacer y que es necesario transmitir. Hay un montón de cuestiones que son súper interesantes para abordar y que se desconocen.

¿Qué es aquello que pueden aportar los adolescentes a este tipo de trabajo?

Todo. Deconstruyen las miradas. Hay una perspectiva en el universo adolescente que es cuestionadora, de poner a prueba las instancias solidificadas de los adultos, mueven las estructuras y te permiten también repensarte. Es un ida y vuelta. Es tomar los basamentos de un saber en oficio y la vuelta que dan ellos de ese saber es la transformación futura. Así se van acumulando indicaciones de saberes y se va transformando también un saber, aparecen las innovaciones.

Manos en la obra

En este contexto donde todos, en general, y quizá los jóvenes, en particular, están sobre estimulados a través de las pantallas, de la industria cultural, de las redes sociales. ¿Es un desafío convocar a los adolescentes para una iniciativa que tiene que ver con otro tipo de trabajo?

Es un desafío. Es interesante recalcar que tanto el CTBA  como el Centro Cultural Recoleta, que son los dos espacios que tienen objetivos y saberes diferentes, se conjugaron para este programa. Nosotros tenemos una gran trayectoria en oficios teatrales pero el público adolescente no era un público que haya estado en el foco de la programación del CTBA de manera específica. Desde el área de formación me pareció interesante abrir la posibilidad de que un público más joven pueda generar transformaciones. Armar este programa nos daba la posibilidad de fomentar nuevos personas que trabajen oficios teatrales (nosotros damos aparte cursos sobre éstos).

Con los adolescentes lo que queríamos era conjugar distintas cuestiones. Por un lado, brindarles una posibilidad de introducirlos en nuevas herramientas. Lo que vamos a proponer son herramientas, después el uso que ellos hagan de esas herramientas es lo que nos interesa. Cómo las conjugan, de qué manera. Ahí hay un punto de interés que para nosotros es nodal. Y a su vez dirigirnos a un público que no era del CTBA. El Centro Cultural Recoleta nos brinda esa posibilidad y nosotros brindamos la posibilidad de llegar con los oficios. Hicimos una sinergia con nuestros saberes.

¿Con qué obras van a trabajar?

Elegimos “Sueño de una noche de verano”, como obra. Nosotros tenemos siete tutores que vienen de distintas profesiones del universo de las artes, directores de teatro, de cine, performers, artistas visuales, que nos permitían también poder abarcar los distintos lenguajes que tiene el teatro a la hora de su puesta en escena. Algunos proponían “Romeo y Julieta”, yo me negaba a que siempre se utilice la misma referencia para el mismo público. Me parece algo sobre saturado de sentido simbólicamente. Pero sé que Shakespeare siempre suele ser un autor que permite expresar la esencia del teatro. Entonces elegimos “Sueño de una noche de verano”, que todos coincidieron en que les parecía interesante para trabajar distintos aspectos.

Hay bastantes chicos inscriptos. Dada la coyuntura y la virtualidad de la propuesta, decidimos abrirla a chicos de toda la Argentina y no solo sectorizarlo en CABA que es donde se encuentran las dos instituciones. Nos parecía interesante poder llevarlo a más cantidad de chicos.

¿Cómo será la dinámica de trabajo?

Para poder generar una dinámica de grupo interesante en la virtualidad decidimos poner dos personas. Un tutor, que se va a encargar de transmitir los conocimientos y de guiar los procesos. Y un coordinador que va a trabajar la relación entre los adolescentes de cada grupo porque hay dinámicas que tenemos que generar.

Es un trabajo para el cual no tenemos una brújula exacta. Sí sabemos adónde queremos llegar porque tenemos una idea clara de qué transmitirles pero no sabemos cómo ellos van a recepcionar y a trabajar con este material. No es que los vamos a conducir a un lugar determinado, es la propia creatividad de ese grupo la que va a arribar con un tutor que los va a acompañar y que va a hacer que lleguen a un lugar pero no a un lugar que nosotros queremos. Eso es muy importante para nosotros. Les brindamos estas herramientas y que ellos juegen con la imaginación para que los horizontes que se generen sean los propios de ese grupo y no los que vienen sobre impresos por el adulto que guía.

Me parece importante resaltar cómo en una coyuntura tan adversa se puede hacer sinergia entre instituciones y generar proyectos. Es importante pensar cómo se conjugan las herramientas que ya existen y que muchas veces no se ponen en funcionamiento. Yo no tenía forma de llegar a adolescentes desde el CTBA si no me conjugaba con el Centro Cultural Recoleta. Nuestras redes no son seguidas por ese público, había una clara distancia. Los mismo le pasaba al Recoleta, que tenía muchos chiques que les interesaba el teatro pero ellos no tienen teatro dentro de su estructura. Es invitar a otros sectores, no sólo de lo público, a pensar las posibles sinergias porque creo que ahí hay un capital muy expandible.

 

 

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