¿Es la literatura un saber escolar?

Karina Gómez señala que la Literatura como objeto de conocimiento debe abrir caminos a pensamientos críticos.

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El debate sobre la Literatura como saber escolar no es nuevo. Desde hace tiempo se ha instalado como tema central repensar la enseñanza de la Literatura como una práctica social y cultural en el ámbito escolar.

Al principio, la discusión pasaba por si era posible leer en la escuela o si ésta constituía un ámbito propicio para la literatura sin que perdiera su sentido; dado que la obra literaria es abierta y acepta múltiples interpretaciones. La Literatura como objeto de conocimiento debe abrir caminos a pensamientos críticos, sin perder de vista las intenciones del narrador.

Hoy, aunque esta sigue siendo una preocupación para los expertos en Literatura, la escuela se encuentra con el desafío de superar las nuevas tecnologías, que avanzan a pasos agigantados y tiene atrapados a sus alumnos.

En este contexto es que se puede reafirmar que la Literatura debe considerarse un saber escolar. De hecho, está contemplada como tal en el Diseño Universal de Aprendizaje y en los Diseños Curriculares de cada jurisdicción de la Argentina.

¿Qué es lo que debe ser práctica de enseñanza desde la escuela? La escuela debe aspirar a formar lectores de literatura en toda su trayectoria, incluso antes que los niños aprendan a leer convencionalmente.

El gusto por la literatura se contagia y solo se puede lograr escuchando leer a otros, ofreciendo que lean por sí mismos, creando espacios de opinión luego de cada lectura, realizando buenas recomendaciones sobre autores.

No sólo se trata de dar un libro para leer. Va más allá de un “cumplir con un contenido curricular”. Se trata de crear en el espacio escolar momentos donde la Literatura ocurra, donde la experiencia de intercambio, la implicación personal en la historia de los personajes y en la recreación de otros mundos tenga un lugar.

Si la clase se transforma en un lugar para la lectura de géneros y autores diversos, y se instalan prácticas que la emparenten con el modo que la Literatura circula socialmente, es posible conformar una comunidad de lectores, que irá creciendo junto con la experiencia lectora de los niños y adolescentes.

Todo esto lleva a la tarea docente a planificar muy bien su momento literario, respetando las intenciones del autor que proponga y también las de sus lectores.

En esta planificación no hay que descartar la tecnología, el uso de audiolibros, el acceso a bibliotecas virtuales. Animarlos a la lectura digital, incluso a las aplicaciones lectoras que, para el trabajo con alumnos con dificultades de aprendizaje, son una alternativa.

No desestimar los canales de internet que presentan booktubers o podcasts, que recomiendan sagas u obras o realizan conversatorios de diversos autores.

En este mundo en que la educación se replantea un cambio de mirada, es posible utilizar estas herramientas tecnológicas para superar el objetivo de leer para “cumplir”. Entonces sí, se estará trabajando en la escuela la Literatura como saber escolar, pero con la finalidad que traspase el ámbito escolar.

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