«La vis cómica» y los complejos vínculos entre el poder y el teatro

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Uno de los estrenos más esperados de esta segunda parte del año fue, sin dudas, «La vis cómica», la última creación del gran Mauricio Kartún que se estrenó el mes pasado en la sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín.

Ambientada en la Buenos Aires virreynal, la obra pone en escena una problemática absolutamente actual y sobre la cual se pueden abrir grandes debates: la relación entre el poder y los artistas. Una pequeña compañía teatral española desembarca en una ciudad donde no hay lugar para el teatro. La único opción es la plaza principal que está monopolizada por el pregonero de turno. El director de la compañía, Angulo el malo, no tardará en plasmar sus artilugios para quedarse con ese lugar.

Mario Alarcón es quien interpreta al malvado Angulo. Engreído, pedante, astuto, vividor, egocéntrico y manipulador, pisará las cabezas haya que pisar en el camino para quedarse con el lugar que lo llevará al éxito. Lo sigue Isidoro, un afligido dramaturgo que vendió y gastó todo su dinero en una travesía que no le está dando ninguna satisfacción ni ganancia. Entre ambos, Doña Toña, la trabajadora esposa de Angulo pasa sus días cociendo y lavando. Hay un cuarto personaje, el perro Berganza que actúa como narrador y como didascalias, a la vez. Es él quien pone en evidencia el dispositivo teatral y es la voz del propio Kartún. Quien haya tomado sus clases, no tardará en escuchar sus propias palabras sobre el teatro en boca de este personaje.

Estructurada en cinco actos, la obra navega en un universo lejano en el tiempo pero actual en sus problemáticas. La relación de los artistas con los poderes de turno y, al mismo tiempo, los juegos del poder dentro del pequeño mundo del teatro. Por un lado, la dependencia de los creadores del financiamiento o del mecenazgo de Estados o de empresas y, por otro, la dependencia que se da entre los diferentes roles: de los dramaturgos a los directores o de los actores hacia los directores.

En un momento en que el teatro independiente no podría mantenerse sin los subsidios de organismos como Proteatro o el INT, la obra es no sólo de una actualidad poderosa sino también necesaria para pensar en esos vínculos. Si el arte, en general, y el teatro, en particular, son esos espacios desde donde se puede criticar al poder y ofrecer miradas alternativas ¿En qué qué lugar quedan sus voces para poder decir lo que en realidad desean? ¿Cómo no terminar siendo funcionales al poder de turno? ¿El poder termina por disciplinar a los artistas? ¿Qué independencia tendrán? ¿Cuál es entonces la función última del teatro?

El texto de la obra es de una elocuencia absoluta y, plagado de imágenes, nos transporta a esa Buenos Aires embarrada de la época colonial. Además, pone en evidencia las convenciones teatrales, lo que genera una interesante reflexión sobre la delgada línea entre la realidad y la ficción. Las interpretaciones de Luis Campos, Stella Galazzi y Cutuli están a la altura de un texto complejo y extenso y destaca con brillo propio la de Mario Alarcón, con un Angulo que va desde lo encantador hasta lo siniestro. Muy bien dirigidos por el propio Kartún que sabe lo que quiere contar manteniendo un ritmo ágil y marcaciones precisas. La simpleza de la escenografía reconstruye de alguna manera ese despojo que caracteriza a estos personajes recién llegados, cuyas únicas posesiones son un baúl lleno de vestuario de viejas obras y sus propias ilusiones.

«La Vis Cómica» pone en escena entonces el difícil y contradictorio vínculo entre el poder y el arte desde un tratamiento cargado de humor pero no por eso carente de profundidad. Precisamente la risa del público aumenta en aquellos momentos más terribles. De artista a verdugo del poder, así podría resumirse la trayectoria de Angulo. La relación entre el poder y el teatro como así también los micropoderes dentro del teatro. Vínculos complejos que se mantienen, con diferencias, desde tiempos lejanos y sobre los cuales es necesario reflexionar.

De miércoles a domingos, a las 20.30 en el Teatro San Martín. Entradas acá.

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