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Inquieto, curioso y autodidacta. Así se describe este joven que dio vida a la aplicación Vecini para ayudar en tiempos de pandemia. «Siempre tengo la necesidad de aprender y escuchar, cualquiera sea el tema. Otro aspecto que me define en mi forma de pensar son los valores humanos y sociales. Valores humanos por el comportamiento, filosofía y manera de actuar que intento llevar a la acción en mi día a día. Valores sociales por la forma en que trato de llevar a cabo esto, pero hacia la sociedad, son las acciones que impactan en la vida de otras personas», expresa.

Su interés por la ingniería viene de hace mucho tiempo. «Pocas cosas me fascinan tanto como crear algo con mis propias manos. De chico los juegos como el mecano ya me resultaban un mundo de formas de poner a prueba mi creatividad e imaginación. Tomar cientos de piezas y hacer de ellas un autito con el que podía jugar me generaba una satisfacción inmensa», cuenta.

Con el correr del tiempo esa necesidad de crear la pudo combinar con nuevas cosas que fue aprendiendo y hoy sigue teniendo la misma emoción por transformar pequeñas cosas en algo grande que pueda servirle a otros.

Fue esa vocación la que le hizo dar forma a la app Vecini, un proyecto que busca facilitar la conexión entre voluntarios y personas que necesitan algún tipo de asistencia para tareas esenciales. «Funciona a través de una aplicación en la cual se incita a que familiares, conocidos o las mismas personas que necesiten que les den una mano descarguen la aplicación y creen un pedido de asistencia completando unos datos básicos», describe Bruno. Por otro lado, toda persona con interés de ayudar a otra se descarga la misma app y filtrando por su zona puede ver los pedidos de asistencia en los cuales se puede involucrar.

«Al comienzo de la pandemia comencé a pensar mucho en qué podía hacer para aportar mi granito de arena desde el lado de la tecnología. Un asunto que era y hoy sigue siendo de suma relevancia es la forma en que se desenvuelven las personas que pertenecen al grupo de riesgo, pues su exposición al contagio es aún más peligrosa», detalla. «En contexto de pandemia cumple su objetivo de base que es evitar contagios innecesarios, repercutiendo directamente en la salud de las personas. Y pensando en el día en que la pandemia termine, la app seguirá estando pues la necesidad de asistencia es continua y por lo tanto la utilidad de Vecini continuará».

Sobre cómo se puede generar impacto social con una app así, Volcovinsky expresa: «Es sencillo pensar formas en que podemos generar impacto positivo en la sociedad. Me refiero a pequeñas acciones que sabemos cuán importante le puede resultar a otra persona. Lo interesante es tratar de idear de qué manera es posible aprovechar las características de las tecnologías para potenciar las pequeñas acciones mencionadas. Son infinitas las formas en que una app puede facilitar un proceso o una tarea, y la idea es que este efecto repercuta de buena forma en la gente. Yendo al caso de Vecini, la app permite hacer de una acción normal como lo es hacerle un favor a otra persona, en algo gigante. Abre la posibilidad de que personas de absolutamente cualquier lugar puedan entrar en contacto con otro conjunto gigante de voluntarios que previamente no conocían. Permite llegar a zonas donde antes no existía un proyecto similar, e invita a gente a que dedique un poquito de su tiempo en ayudar a otro, lo cual antes a veces no hacían. Logra llevar pequeñas acciones a gran escala».

Tecnología y evolución

Para el creador de Vecini, la tecnología tiene todo el potencial de adaptarse e involucrarse en cada aspecto de la vida. «Es algo que vivimos y notamos al analizar la diaria. Sin embargo, esto no significa que se haya explotado todo este potencial para cada necesidad existente. En primera instancia, creo que hay mucho por probar. La ciencia crea conocimiento continuamente y se desarrollan nuevas técnicas, pero la mayoría de estos avances tardan en introducirse en la vida diaria. En la informática se ha estado trabajando mucho en todo lo relacionado a la ciencia de datos e inteligencia artificial. A pesar de ello, no estamos tan acostumbrados a utilizarlas como sí estamos con un software de control de stock o de comunicación en línea».

Por otro lado, sigue, «veo que, para lograr una implementación eficiente y realmente útil de las tecnologías disponibles, las mismas deben estar al alcance de cualquiera. Por mencionar un ejemplo, la compañía “Starlink” de Elon Musk está trabajando en proveer de Internet a zonas remotas del planeta. Permitir que más personas tengan acceso a internet ya es una garantía de mejora en la empleabilidad, estudios y oportunidades. La compañía Israelí “Healthy” realiza diagnósticos y mediciones solo utilizando la cámara del celular. Es decir, hoy en día, y más aún en el futuro, acceder a la tecnología equivale a vivir mejor. Falta aún para llegar a esa meta».

El desafío de despertar interés en la programación

«Veo en las nuevas generaciones un creciente interés por la programación, pues genera curiosidad entender cómo funcionan las apps que usan en su día a día», dice e estudiante del ITBA. «Existen muchos prejuicios en cuanto al rol del programador, por lo que se desconoce que se hace realmente, y esto a veces lleva a que el interés por saberlo sea aún menor. Creo que si los jóvenes desde chicos conocieran, aunque sea a grandes rasgos qué es programar, qué se puede hacer y cuán fácil es, se despertará un interés gigante».

Según dice, «es una herramienta que permite crear de cero cosas que llegan y tienen un efecto en la vida de personas, y es algo invaluable. La programación también otorga una forma de razonar única que no se obtiene de otra manera. Asimismo, se trata de una disciplina cuyo uso está ligado a literalmente cualquier ámbito, por lo que aprender programación no tiene por qué significar dedicarse exclusivamente al tema. Es importante considerar que es implícito el requisito de contar con ciertas herramientas que permitan llevar a cabo esto, como lo es una computadora. Innegablemente en gran parte de nuestro país muchas familias no cuentan con tal recurso. Es por ello que, a nivel personal, creo que una buena forma de implementarlo es llevarlo a la currícula educativa básica y de ser ejecutado correctamente, sería un gran avance en el tema».

Vinculado a lo anterior, Bruno es contundente sobre la importancia de incorporar las habilidades STEAM en la educación. «Suelen estar catalogadas como ‘conocimiento adicional’ que está supuestamente relacionado a la educación superior. Sin embargo, en mi criterio, esto es incorrecto. Hoy en día las competencias básicas dejaron de ser las tradicionales. La vida actual y más aun la que se viene, requiere de personas con conocimientos básicos que sirvan de piso para potenciar sus intereses e inquietudes. Si esperamos jóvenes con conciencia ambiental, pensamiento lógico y criterioso, que conozcan el funcionamiento básico de la naturaleza y entiendan las bases de la tecnología que usan permanentemente, entonces esto se debe tener en cuenta a la hora de diseñar planes de estudios. Sin lugar a dudas todas las profesiones y actividades son esenciales y muchas lo seguirán siendo, pero los actores del futuro si o si deben haber adquirido habilidades STEM. Tanto para su vida laboral como para su formación humana y entendimiento del mundo que los rodea».

Por último, el estudiante asegura que se pueden resolver los problemas del mundo usando tecnología. «Me animo a decir que casi todos los problemas del mundo pueden ser, al menos parcialmente, solucionados mediante el uso de alguna tecnología. El desafío está en encontrar esas problemáticas que a uno realmente lo motivan e idear maneras de utilizar la tecnología a disposición para generar una solución factible. En el medio de ese proceso es esencial el último punto que mencioné: la factibilidad. Es allí donde se pone a prueba el talento y creatividad de los ideadores de la solución, pues siempre existen trabas principalmente económicas y sociales», concluye.

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