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En estos días de aislamiento, garantizar la continuidad pedagógica y lograr que los chicos puedan seguir aprendiendo es una tarea que nos involucra a todos. Particularmente, las familias tenemos el desafío de acompañarlos mientras están en casa y por esa razón resulta fundamental ayudarlos a organizarse y planificar los tiempos y espacios de estudio, recreo y descanso. Está claro, que no es lo mismo ayudar a los hijos a hacer las tareas en una situación normal, que guiarlos en esta coyuntura. El desafío es que este tiempo sea una oportunidad para aprender.

Es importante que el adulto no sólo reconozca en qué y cómo puede ayudar, sino también cuándo debe dar espacio de autonomía a los chicos. Una posibilidad es dividirse entre los padres, o familiares a cargo, frente las diferentes actividades que tienen los chicos. Pero no siempre vamos a poder resolver todo solos. En esos momentos, debemos ser capaces de reconocer nuestras limitaciones y pedir ayuda a abuelos, tíos o, por qué no, buscar los modos de crear instancias de colaboración entre pares, por ejemplo, generando espacios para que los chicos trabajen juntos a través de diferentes plataformas o herramientas digitales.

Otro aspecto importante es que los estudiantes vayan adquiriendo poco a poco la autonomía suficiente para que aprendan a usar la tecnología de modo que puedan potenciar sus aprendizajes. Esto se puede lograr haciendo que comiencen una actividad guiados por el adulto e indicándoles cuáles la tarea que tienen que hacer y cómo deberían enviarla. Gradualmente podremos ir disminuyendo el tiempo, dado que los chicos podrán manejarse con mayor autonomía.

El momento de hacer las actividades escolares muchas veces se convierte en algo tedioso. Los adultos en casa tenemos el desafío de superar el fastidio y el enojo, para desarrollar la paciencia, la tolerancia y sobre todo no creer que los chicos están perdiendo el tiempo u horas de clases. Los chicos están aprendiendo otras cosas, por eso es necesario conversar con ellos para que puedan manifestar cómo se sienten y pensar juntos que hacer con eso que están sintiendo. Su responsabilidad y compromiso en hacer la tarea es muy valioso en este momento porque no da igual que haga o no la tarea.

Ellos también deben registrar que hay cosas que gustan otras que no y que hay responsabilidades que cumplir. ¿Qué podemos hacer los adultos? Jugar mientras aprenden, desafiarlos o hacer ese momento se convierta en una posta para lograr algo. Por ejemplo: saltar a la soga mientras dice el abecedario, hacer un audio o realizar un cortometraje que explique la Revolución de Mayo. Es decir, motivarlo y sacarlo del formato tradicional o formal en el que el niño no quiere estar. Es importante contemplar recreos y actividades hogareñas que permitirán desarrollar otras habilidades en los niños. Pensar en aquellas cosas que podemos aprender en casa en el tiempo compartido.

La idea no es replicar el horario de la escuela, podemos empezar un poco más tarde. Está demostrado que su reloj biológico los hace estar más atentos en horarios vespertinos y no tanto por la mañana. En el caso de los adolescentes, que suelen ser más noctámbulos, debemos estar atentos para ayudarlos en lo que ellos necesiten: ver qué tareas son prioritarias, cuáles son obligatorias y cuáles no tanto.

El reconocido psicopedagogo italiano, Francesco Tonucci, no tiene dudas: la cuarentena puede ser una oportunidad única para los niños, las niñas y sus familias y nos desafía a convertir la casa en un «laboratorio» donde los padres sean los asistentes de los maestros y en el que cada espacio, desde la cocina hasta un cajón de fotos viejas, se convierta en la oportunidad de aprender algo nuevo. Y hace una propuesta, casi una súplica: «que se lea», que haya lecturas compartidas para transmitir el amor por los libros.

La situación de pandemia nos obliga a repensarnos. Sabemos que no es lo mismo generar cambios en un contexto de urgencia que planificar reconfiguraciones y desarrollos. Sin embargo, este tiempo de aislamiento y cuarentena, sin dudas abre oportunidades. Estará en nuestras manos la posibilidad de aprovecharlas para seguir explorando, pensando soluciones y generando estrategias para trabajar conectados y enseñar sin descuidar los vínculos.

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