«Reconstrucción de una ausencia»: tragedia, soledad y fantasmas

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Una familia de suicidas. Una tragedia que selló el destino de todos. Un escritor maldito ¿Qué hacer con tanto horror? Sólo queda el arte.

“Reconstrucción de una ausencia” está basada en la vida del escritor, periodista y crítico de arte Jorge Barón Biza y comienza con la misma escena con que empieza su novela “El desierto y su semilla”. En 1964 sus padres, Raúl y Clotilde, se citaron para terminar de arreglar los términos de su ya complicado divorcio. Luego de acaloradas discusiones, Raúl le ofrece un vaso de whiskey a su esposa pero le tira el contenido en la cara: tenía ácido sulfúrico. Al día siguiente, encontraron a Raúl muerto con un tiro en la sien. A partir de ahí, la vida de jorge Barón Biza estaría marcada por la tragedia, la soledad y los fantasmas. Él fue quien acompañó a su madre durante todos los tratamientos que se hizo tanto acá como en Europa. Clotilde finalmente terminaría quitándose la vida 14 años después de un terrible sufrimiento tanto físico como psicológico.

Esa mujer, su madre, era Clotilde Sabattini, hija de Amadeo Sabattini, legendario líder del radicalismo cordobés. Cursó la carrera de historia en la UBA y realizó estudios de pedagogía en Europa becada por las excelentes notas que obtuvo. Participó del primer congreso nacional de la mujer radical, asistió a la creación del liceo de estudios secundarios de La plata y llegó a ser presidenta del consejo federal de educación. Convertida en referente dentro del campo pedagógico, redactó el primer estatuto docente. Una mujer con convicciones claras y mucha voluntad de trabajo, perseguida durante décadas por el peronismo por su abiertas ideas radicales.

“Reconstrucción de una ausencia” pone en escena a un Jorge Barón Biza que, convertido en personaje, reconstruye las ausencias de su propia familia. Todos fallecidos, sólo le quedará el recuerdo de lo que cada uno fue en vida. El actor Jorge Gentile es quien lo interpreta. Gracias a los recursos expresivos de los que dispone, logra entrar en estados de mucha intensidad y salir ileso para habitar otros distintos. En eso es donde radica la principal fortaleza de su interpretación. Por su parte, la puesta mínima, absolutamente minimalista, pone el foco precisamente en el trabajo actoral. Sólo una silla y un chaleco serán los objetos presentes, que se resignificarán a partir del encuentro con el actor. De pronto, a través de un movimiento preciso, la silla se convierte en el balcón desde cuyo abismo Jorge saltará. Otro recurso que utiliza la puesta y que resulta interesante es la proyección de fotografías viejas sobre la pared del fondo. Además, el diseño y la puesta de luces resultan fundamentales para la creación de los diferentes climas por los que pasa el trabajo del actor.

La obra narra la vida del escritor pero habla de algo más, de la identidad y de la compleja relación entre padres e hijos. El rostro muestra las emociones, es la primera entrada para la construcción de cualquier vínculo. Una madre sin rostro. Mirada sin ojos, sonrisa sin labios. Vacío y ausencias en un rostro convertido en una masa amorfa de carne. Si el rostro de los padres también construye el propio a través de gestos aprendidos ¿Cómo vincularse con una madre sin rostro? Una mujer que perdió sus rasgos más propios, sumida en las tinieblas de un dolor atroz y un hijo intentando hacer todo lo que podía. Un joven que se convirtió en viejo repentinamente, al cual los demonios internos y los fantasmas familiares lo sumieron en un círculo de oscuridad y tristeza infinitas.

Mañana, última función, en Patio de Actores: Lerma 568

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