Entrevista a La Sortija, compañía de teatro: «El arte es un medio de transformación social»

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El teatro nos acerca una representación de lo que acontece en la sociedad desde una mirada crítica, estética y política que nos interpela y nos amplía la mirada. En su labor contribuye a hacer circular valores, sentidos, costumbres, imaginarios, tendencias. Y en ese sentido es que se puede convertir en una potente herramienta al servicio de la educación.

La sortija es una compañía teatral que se dedica a llevar el teatro a la escuela. Desde el año 2012 trabajan en obras de su propia creación y recorren distintas instituciones educativas, tanto de gestión estatal como privada en los niveles inicial, primario y secundario. Sus propuestas se caracterizan no solo por la originalidad sino por el despliegue visual de escenografía, vestuario y títeres. Y a sus integrantes los define el amor con el que hacen su trabajo.

En Sobre Tiza charlamos con su directores, Pablo Varela y Mariana Gagliano, ambos con amplias trayectorias en el teatro. Mariana es actriz, autora y directora recibida en el Centro de Investigación Cinematográfica y además estudió clown, canto y danza. Actualmente, además de su trabajo como actriz es docente en el Programa Cultural en Barrios y en el Centro Cultural Sábato. Por su parte, Pablo es actor, dramaturgo, productor y director formado en la Escuela Nacional de Arte Dramático de Buenos Aires y trabajó tanto en teatro como en televisión y publicidad. Vivió en España durante doce años donde llevó a cabo la obra “Don Quijote busca a Dulcinea en la Unión europea” por la que recibió el nombramiento de Buenas Pŕacticas en Teatro Educativo por el Parlamento Europeo en Bruselas y con la han recorrido más de cuarenta ciudades.

Respecto a los inicios de la compañía, Pablo cuenta que hubo una gran química con Mariana desde el momento en que se conocieron, cuando ella propuso la idea de trabajar juntos haciendo obras para chicos. A partir de ahí, comenzaron a sumarse otras personas, de las cuales algunas son familiares. “El papá de Mariana es artista plástico y es el director artístico. Tenemos un amigo que se encarga de la parte musical. En cada campo tenemos a alguien que nos ayuda”. Y remarca la importancia de trabajar como compañía: “yo no creo en otro héroe que no sea el colectivo. No tiene que haber nombres, la compañía es el nombre propio y va adelante llevándonos”.

El proceso de creación de las obras depende del proyecto. Mariana cuenta que en las dos primeras tenían ganas de trabajar con material de María Elena Walsh. Pero que en “Busca de la luna” pensaron en las canciones que querían incorporar y a partir de ahí hicieron el nexo de la historia y escribieron el texto. Y en el caso de otra obra que tiene un trabajo corporal más fuerte, el disparador estuvo en las ganas de trabajar el humor físico. En cambio, en “Globonautas” fue la historia el fuerte, donde se plantea un viaje en globo por distintos universos. En este punto, Pablo destaca nuevamente el trabajo grupal y cuenta que la historia, por lo general, es pensada entre todos, siempre teniendo como objetivo la llegada a los chicos. “Hay que estar muy atento y alerta a las cosas que pasan. Todos aportan a la historia, todos son la historia. Para nosotros es muy importante el contenido. Es un territorio muy sensible y hay que cuidar un montón cada palabra, cada detalle de la escenografía”. Mariana también plantea al trabajo colectivo como un eje central: “cuando empezamos con el proceso creativo de una obra enseguida le contamos a cada área (vestuario, diseño, escenografía) para que empiecen a volar y a tirar ideas porque suman un montón”.

Cada una de las obras tiene sus objetivos pedagógicos y tanto Pablo como Mariana son docentes. Él es profesor de teatro desde sala de 5 hasta séptimo grado y de adolescentes y adultos. “Los objetivos en general los pensamos nosotros y también los abrimos a otros compañeros para que los lean y aporten. Algunas obras tienen objetivos pedagógicos muy enfocados y otras que son más diversos y mucho más amplios para que las docentes puedan enganchar lo que están tratando y linkear con la obra”. Mariana, por su parte, destaca “el valor artístico en sí mismas” que tienen. “Todas las obras tienen objetivos pedagógicos pero no son necesariamente obras educativas en el sentido de que se arman específicamente para trabajar temas. Eso lo hacemos a medida también pero son obras que tienen el valor artístico y cultural en sí. Lo que tratamos de hacer con los más grandes es una charla de cómo fue el proceso creativo”.

Ahora bien, ¿cómo es la recepción de los docentes cuando la compañía va a las escuelas?

Mariana cuenta que las maestras agradecen mucho las propuestas. “Trabajamos en provincia, en Capital y en privados y públicos. Cuando vamos a algún lugar más lejano o más vulnerable, agradecen muchísimo porque es casi imposible que lleguen propuestas de determinadas características a esos espacios. Tal vez llega algo más pequeño o con un solo actor, pero no una obra, con contenido, música, etc. En esos casos son muy agradecidas. Y el intercambio es buenísimo porque, por un lado, se divierten y la pasan bien y, por el otro,  tienen el contenido. Nos vuelven a llamar. Ahora estamos haciendo capacitaciones docentes también y justamente la idea es transmitir lo que hacemos en las obras”.

Pablo plantea que los espectáculos trabajan por capas. “Las obras son desde chicos de dos años hasta chicos de quinto grado. Y cada uno se queda con una capa distinta. Asimismo las docentes. Es un espectáculo en toda regla. Nosotros llegamos con mucha estructura, hacemos un espacio escénico, con torre de sonido, y es un flash para los chicos. Y nos hemos encontrado en algunos lugares alejados (y otros no tanto) que para los chicos era la primera vez que veían teatro. Y para nosotros es fuerte. Es algo que ellos no se van a borrar nunca”.

Pero el vínculo con los niños y niñas no está determinado por la duración de la obra porque todo el equipo interactúa con ellos antes y después de la función. Pablo cuenta que cuando los chicos ingresan al espacio ellos ya están con el vestuario de los personajes. “Antes de empezar hacemos una pequeña charla hablando de lo que van a ver y después empieza la obra. Por eso en las obras los chicos no lloran, porque hay un vínculo antes, los disponemos de una manera especial. Muchos chicos inquietos se quedan tranquilos y las maestras no lo pueden creer. Eso pasa porque se sienten incluidos. Se sienten parte no solo de la obra sino del grupo. Estas propuestas son especiales para encontrarse y compartir,” subraya. “Cuando termina la obra nos quedamos con los títeres y los chicos hacen fila para saludarlos y abrazarlos. Ellos le hablan al títere, no te hablan a vos. Pasa que invitan a los títeres a merendar a la casa. Son espacios para cuidar y cada vez que vamos son días muy especiales. Por eso tratamos de adaptarnos a la situación de la escuela para que sea viable. El objetivo es que las obras lleguen a los chicos.”

El intercambio con los chicos a veces sirve como disparador de futuras obras. En ese punto, Mariana destaca la importancia que la observación tiene para enriquecer el trabajo del actor.

“Tratar de encontrar la belleza de lo cotidiano. Particularmente en la observación de niños siempre algo queda, una mirada.” Y cuenta que la obra nueva en la que están en proceso de ensayos surgió de la observación en la plaza. “Pablo vino un día con una imagen. Como dice Mauricio Kartún, a veces es una imagen la que te dispara. Un momento se transforma en semilla posible de obra. Él vió a una nena chapoteando en un charquito y fue el disparador de la obra nueva. Siempre los observamos, los escuchamos y los respetamos mucho porque en el trato con ellos, en el contenido que metemos en las obras, intentamos elevarlos, no subestimarlos. Aprendemos de ellos”. Pablo detalla un poco más sobre el próximo estreno: “hicimos una versión muy libre para chicos de nivel inicial de La Odisea. La niña revive esa historia y se encuentra con los personajes en la plaza. Ulises es el abuelo de esa nena”. Y cuenta que muchas veces, cuando se le ocurre una idea de obra se las da a que alumnos para que las jueguen en clase y ver qué les llama la atención, qué problemáticas tienen, qué les gusta porque “uno hace las obras desde la visión de adulto y la experiencia atraviesa la mirada.”

Ahora bien, no sólo los chicos aprenden a través del teatro sino que ellos también. Para Mariana “es un aprendizaje cotidiano, desde observar a los chicos, ver las sutilezas, lo espontáneo que tienen. Seguimos aprendiendo y revalorando el juego, el jugar cotidiano, que el teatro te lo permite. Esta cosa clownwesca de que no es algo cerrado sino que hay una parte que está abierta a lo que sucede con ellos”. Para Pablo “es un camino de dos vías, uno da lo que puede y ellos dan mucho más de lo que uno da, siempre. Pasan los años y me doy cuenta que cada vez los chicos me enseñan más. Mi objetivo es aprender y me dan siempre más de lo que yo doy. Uno hace lo que puede con todo el amor y la pasión, ellos te lo multiplican. Vos vas modificando, es un aprendizaje porque a la vez es una fortuna hacer lo que te gusta. Hoy me siento muy bien haciendo esto. Ahí el aprendizaje es minuto a minuto y es una fiesta cada función. Son directos, no hay filtros, el adulto se queda callado por compromiso, no se levanta por el qué dirán, a los chicos no les importa, ellos viven en otra sintonía que después vamos perdiendo.”

Mariana subraya que algo en lo que creen profundamente y que lo pueden confirmar en el trabajo cotidiano es que “el arte es un medio de transformación social.” Y explica: “no es solo ver la obra sino que hay una cuestión del individuo como transformador de la sociedad y el arte como transformador de ellos. Llegar al lugar más sensible que son los niños y que sea nuestro pequeño granito de arena transmitirles y generar algo”. Al respecto, Pablo enfatiza: “es un gran regalo que uno busca, poder tener ese contacto con los chicos es fabuloso.”

El teatro es una fiesta y cada función se transforma en un momento muy especial para los niños y niñas pero las problemáticas actuales igualmente están presentes. Para Pablo, “hay cosas que son problemáticas y otras que son realidades de hoy. Lo de los chicos que están sobre estimulados tal vez no sea un problema porque sería negar la realidad. Nosotros le ofrecemos otro ritmo que no es la pantalla de la tele. También tenemos que convivir con eso, no negarlo sino que es parte. Después sí hay problemáticas que están en el terreno de lo social. Hay zonas donde los chicos tienen acompañantes terapéuticos, otros que no pueden tenerlos y que las maestras están sobrepasadas. Y hablando de vulnerabilidad, uno no puede ver teatro si uno no tiene la heladera llena.” Al respecto, Mariana recuerda: “nos pasó en una escuela donde muchos chicos tenían piso de tierra en su casa y te ponés en su piel y en que durmió en un colchón húmedo o que sólo come en la escuela…nosotros intentamos regalarles un momento de magia y de diversión.” Pablo explica que “son contextos muy complicados” a los cuales ellos siempre tratan de adaptarse para poder ir. “Es súper impactante. Si te movés en Capital hay una serie de problemáticas pero si te expandís hay muchas cosas más. No podés ver teatro si no comés las cuatro comidas diarias”, enfatiza Pablo. Y ahí su compañera remarca la convicción del “teatro como herramienta de transformación social”.

Efectivamente, el arte en general y el teatro en particular nos amplían la mirada. Pueden hacernos ver el mundo de otra manera, encontrar respuestas, cuestionarnos lo conocido y aprender continuamente. Es en ese sentido que el teatro posee un valor educativo y social enorme. Y cuando eso se combina con el amor, la dedicación y la pasión se potencia todavía más. En el trabajo de La Sortija se vislumbra todo eso y Pablo Varela lo subraya: “lo más importante que tenemos es la perseverancia y tenemos un deseo de seguir haciendo lo que amamos. Somos felices haciéndolo.”

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2 COMENTARIOS

  1. […] La Sortija, compañía de teatro, estrena el sábado 20 “Lila. Aventuras en la plaza” en el Centro Cultural Resurgimiento (Artigas 2262). La obra está inspirada en algunos hitos de la obra La Odisea de Homero y los transforma para acercarlos al mundo de los chicos. Lila y su abuelo Ulises recorren distintas plazas donde descubrirán los mundos que se ocultan tras lo aparentemente habitual. Así, lo cotidiano se vuelve mágico a partir de la utilización de una variedad de recursos, entre los que se encuentran los títeres, la música, el vestuario colorido y mucho humor. […]

  2. […] La sortija es una compañía teatral que se dedica a llevar el teatro a la escuela. Desde el año 2012 trabajan en obras de su propia creación y recorren distintas instituciones educativas, tanto de gestión estatal como privada en los niveles inicial, primario y secundario. Sus propuestas se caracterizan no solo por la originalidad sino por el despliegue visual de escenografía, vestuario y títeres. Sus espectáculos se adaptan a distintas formas de implementación, por lo que pueden llevarse a cabo no sólo en escuelas sino también en empresas, instituciones, municipios y servir como capacitación docente. […]

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