Imaginación, amistad y solidaridad en «Sopa de estrellas»

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“La inundación trajo muchas cosas malas pero también algunas buenas. El día de la inundación yo gané un amigo: conocí a Blas”, dice Julio, el placero del barrio en “Sopa de Estrellas”, espectáculo basado en el cuento homónimo de Mercedes Pérez Sabbi, que combina la manipulación de objetos y de títeres para contar la historia de uno de tantos niños invisibilizados por la sociedad.

Blas es un niño cartonero y está acompañado por su fiel amigo Chispa, un perrito que lo sigue a todos lados. Pasan sus días entre cartones y cajas y comparten alegrías y tristezas. Así como el mundo de ellos está hecho de residuos, la obra se lleva a cabo a partir de cajas, cartones y plásticos para construir un mundo mágico que invita a la imaginación. A pesar del duro contexto que le toca a Blas, serán la amistad y la solidaridad aquello que lo salve.

“Sopa de estrellas” recibió el premio al Mejor Espectáculo Infantil en la Fiesta Regional de Teatro Independiente en 2017. Es una de las obras realizadas por la Compañía de Fernán Cardama, agrupación que propone diferentes formas de expresión a partir de la relación entre actuación, manipulación de objetos y títeres.

Egresado del Conservatorio, formado en teatro de objetos, títeres y clown, Fernán Cardama fundó la compañía que lleva su nombre en el año 2003. Al terminar la función en el Centro Cultural de la Cooperación, dialogó con Sobre Tiza.

– ¿Siempre hacen espectáculos orientados a los chicos?

– Tratamos de que sea orientado a todo público y lo que hacemos son espectáculos solistas contados con objetos pero hay un equipo de personas trabajando. Tenemos una versión de la “Vuelta al mundo” con juguetes y un espectáculo contado con zapatos.

– ¿Qué es lo que te permite la manipulación de objetos?

– Hacer metáforas. Vos sacás una bolsita y una pelota y se convierte en el personaje y, de pronto, puede volar. Queremos representar que son chicos invisibles por la sociedad, que están pasando por la puerta de nuestra casa y no los vemos. Te permite un montón de cosas que el espectador puede imaginar.

– Así se recurre mucho a la imaginación de los chicos. ¿No?
– Sí. una vez que proponés el juego, los chicos entran y se mantiene durante toda la obra. Vos sacás un carro grande y después un carro chiquito y ellos ya saben que es el mismo. Están imaginando. Trabajar con objetos te da esa facilidad. Es la forma de expresión que me gusta porque hay un espacio para que el espectador no tenga todo servido.

– ¿Qué valores quieren difundir a través del espectáculo?
– La inundación que contamos fue la que vivimos en nuestra ciudad (La Plata) y pasó que ese día toda la gente salió a ayudar y ahí no importaba clase social ni de dónde venían. Fue una comunión bastante fuerte. Estaban todos tirando para el mismo lado y era importante la fuerza de pensar en el otro y que hay que juntarse para poder hacer cosas.

– Una de las grandes ideas que quedan es el valor de la amistad también.
– Exactamente. Es eso, contamos la realidad de que el chico sigue trabajando pero que no está solo. Los vecinos, se acompañan mutuamente.

 -¿Hicieron la obra en escuelas?

– Muy poco pero sería interesante. Tenemos una adaptación para hacerla en aulas. Tenemos pensado dar una charla después de la función y hay lugares donde nos gustaría invitar a un bombero para que dé una clase de primeros auxilios y de cómo reaccionar en momentos de catástrofe.

– ¿Cómo fue la recepción cuando lo hicieron en colegios?

– Muy bien, los chicos entran en el juego aunque no tengamos tantos recursos técnicos.
El espectáculo lo estrenamos en España e increíblemente había niños que no sabían lo que era la lluvia porque había una sequía muy grande y no habían salido de Sevilla. Es raro. Pero se engancharon. Había un nene que se puso a llorar, se angustió. Entonces yo pensé que algo de la soledad y de la vulnerabilidad está ahí, haya inundación o no. Nos sorprende con cosas que no fueron buscadas.

– ¿Cómo pensás la relación entre el teatro de títeres y objetos y la educación?

Es un mundo para explorar que está buenísimo y después la maestra puede trabajar un montón de cosas. Desde catástrofes naturales hasta historia. Nosotros tenemos fichas pedagógicas para trabajar. Me parece que la relación que los chicos tienen con el teatro es fantástica y es fundamental que las obras vayan a la escuela. Que los chicos tengan la oportunidad de verlas. Y el teatro de títeres y objetos es fácil de montar, tiene proximidad, los chicos aceptan el código. Es interesante esa relación entre educación y teatro.

– ¿Te parece que los chicos van poco al teatro?

Sí. En el mundo en general. Van hasta los 10, 11 años y los adolescentes no van. Creo que hay que sacarlo por currícula, y crearle el hábito, que se acostumbren a ver. Yo creo que hay un antes y un después de una función, el niño no es el mismo.

“Sopa de Estrellas” se presenta los sábados a las 17 en el Centro Cultural de la Cooperación, Corrientes 1543. Compra de entradas anticipadas por Alternativa Teatral.

 

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