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Difícil dar cuenta fielmente de un universo tan complejo como el de los adolescente de hoy en día, atravesado por nuevas subjetividades, identidades en permanente cambio y conflictos e intereses muy distintos al de épocas anteriores, en un contexto, además, donde la tecnología marca un ritmo vertiginoso a la vida. Sin embargo, Patricia Kolesnicov lo logra en su último libro: “Me enamoré de una vegetariana” (ver nota).

Martina es una adolescente cuya vida transcurre tranquilamente entre sus amigos, el colegio y las redes sociales hasta que un día de septiembre llega una nueva compañera: Aldana, quien viene de España y lo único que le interesa es volver. Sintiéndose desterrada y ajena a todo, sólo desea regresar. Entonces, Martina la ayudará a juntar el dinero necesario para el viaje. Así nacerá entre ellas una amistad que luego irá tomando otros matices.

“Me enamoré de una vegetariana” es una novela de amor, sobre ese primer amor que a todos nos marca de alguna manera. Y la autora eligió a dos personajes femeninos para contarlo. En esto radica su fuerza y su diferencia. Acostumbrados a leer historias de amor heterosexuales, ésta pone el foco en dos chicas que se van descubriendo y que, un día, se dan cuenta que eso que sienten y que no pueden explicar es amor.

La prosa tiene mucho humor y todos los personajes son necesarios para la historia. La familia de Martina, los amigos, los primos, el tío, etc. Desde su lugar, cada uno hace su aporte al relato, tanto a la construcción del verosímil del mundo como al acompañamiento de la protagonista a lo largo de su recorrido. Así, la novela plantea un universo absolutamente actual y con personas atravesadas por conflictos contemporáneos y cotidianos. Pero fundamentalmente da cuenta del mundo adolescente: el descubrimiento de la identidad y de la sexualidad, el temor a la mirada de los otros, la aprobación de los padres. A Martina no le resulta sencillo contarle a sus papás que su novia es una chica. Incluso, dentro de su grupo de amigas también surgen contradicciones. Sin embargo, finalmente la recepción de la noticia no es tan terrible como Martina había imaginado y en esa naturalidad con que los otros personajes toman el tema está uno de los rasgos distintivos del libro.

La autora, además, eligió contar la historia desde el punto de vista de una adolescente y en primera persona. Es acá donde la voz del personaje principal se vuelve fundamental. Kolesnicov logra reconstruir el universo adolescente desde un personaje con voz propia, una voz fresca pero no por eso carente de temores o de contradicciones. Se trata de una voz juvenil que no sólo está atravesada por los conflictos identitarios de la época y por las tecnologías sino también por la preocupación por el sistema educativo. Ella, junto a sus amigos y compañeros, se ponen al frente de una protesta y de una toma del colegio cuando peligra el plan de estudios.

“Me enamoré de una vegetariana” es un novela juvenil que narra el primer amor de forma diferente. Sin embargo, el libro no lo trata desde la diferencia por tratarse de dos chicas. Si lo hiciera, caería en la trampa del binarismo heteronormativo. Lo que la distingue es la elección de los personajes femeninos para contar una historia de amor. Son dos chicas que se gustan y que desean estar juntas. Y ese gran deseo es el motor que las impulsa. El deseo de estar con la otra, más allá de los prejuicios o del qué dirán. El deseo de seguir lo que a uno lo hace feliz.

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