La maternidad como mito

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Un encuentro tan imaginado como difícil. Una madre. Una hija. Y la imposibilidad de reconstruir un vínculo que nunca existió. ¿Cómo recuperar treinta años? ¿Cómo atravesar el rencor y el dolor para poder encontrarse con el otro? ¿Es posible rehacer una relación entre dos personas que se sienten extrañas? ¿Se ama incondicionalmente por el mero hecho de ser madre? Son algunos de los cuestionamientos que pone en escena Griselda Gambaro en “De profesión maternal”.

Hace 30 años, Matilde (Marité Díaz) fue separada de su pequeña hija. Ahora desea reencontrarse y la invita a su casa. Leticia (María Cecilia Azzolina) acude al encuentro y conoce a Eugenia (Paula Selene Dagna), la pareja de su madre. En ese triángulo tendrá lugar un encuentro atravesado por la tensión y las expectativas mutuas. Es que las cosas no resultarán sencillas. El rencor, el dolor y los reproches serán más fuertes. Y las identidades se alejarán de los tipos ideales. Matilde, como madre ausente, se debate entre el orgullo y la culpa. Por un lado, no puede creer que su hija no se le eche en los brazos apenas llegue. Intuye que el sólo hecho de ser su madre habilita instantáneamente el cariño y el amor. Por otro lado, su propia hija le resulta una extraña. Entonces es cuando se endurece, reconoce que la buscó durante poco tiempo y recuerda aquellos momentos como una vuelta a la libertad. Por su parte, Leticia, atrincherada en un rencor y un enojo que la incendian por dentro, le reprochará los años de ausencia, los momentos no compartidos, las caricias truncas.  Así, la imposibilidad de amar y de ser amado se coloca en el centro de la escena.

En la obra hay una pregunta por la memoria y por el paso del tiempo. ¿Cómo se reconstruyen unos recuerdos que nunca tuvieron lugar? ¿Qué rostro colocarle a una figura que no se recuerda o a la que se imaginó infinidad de veces? “Te imaginaba rubia”, le dice la hija. ¿Qué efecto tiene la realidad ante una imagen construida como ideal? Por otro lado, la obra desarma ciertos estereotipos. En primer lugar, se aleja de la imagen de pareja heterosexual para mostrar un vínculo de amor entre dos mujeres, de manera que plantea otro modelo de familia. En segundo lugar, deconstruye la imagen de la maternidad como vocación y, en ese acto, se aleja de la construcción social que le asigna a la mujer, per se, el deseo de ser madre. Por el contrario, coloca en escena a una mujer que, con tan sólo diecinueve años, no soportó las peripecias de la maternidad y que sintió haber recuperado su vida al haber abandonado a su hija. Gambaro se pregunta entonces por el supuesto “instinto maternal” y plantea otra subjetividad femenina donde el ser madre aparece como imposición social. Si, como se desprende del título, la maternidad es una profesión, algo que se ejerce, entonces decae la idea que la concibe como algo inherente e innato del sujeto mujer.

El abandono, el desencuentro, la imposición de la maternidad como único destino de la mujer, el dolor de la ausencia, el paso del tiempo, son algunos de los temas que toca “De profesión maternal”, obra que da cuenta no sólo de una sexualidad diversa frente a la heteronormatividad sino también de otra identidad femenina. En un contexto donde los mensajes de los medios de comunicación y de la publicidad erigen a la maternidad como el camino más excelso de realización de la mujer, el texto de Gambaro no puede ser sino revolucionario.

Ficha técnica

Autoría: Griselda Gambaro

Actúan: María Cecilia Azzolina, Paula Dagna, Marité Díaz

Vestuario:Priscila Raniolo

Escenografía: Priscila Raniolo

Diseño de luces: Marcelo Zitelli

Técnico De Luces: Julián Bisogno

Fotografía: Candela Rodríguez Bargagna

Diseño gráfico: Juan Pablo Raniolo

Asistencia de dirección: Priscila Raniolo

Dirección: Marcelo Zitelli

Teatro La comedia: Rodríguez Peña 1062 – Caba

Domingos, 20.15 hs.

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