La mujer en el teatro

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El teatro representa la sociedad, sus costumbres, ideas y valores imperantes, da cuenta de las problemáticas de cada época, de las tendencias, cambios y movimientos sociales y culturales. En este sentido, cada autor toma las características de su tiempo y desde allí construye la trama de una historia y sus personajes, a veces con la intención de reflejar la realidad, otras veces con el objetivo de denunciar o criticar algunas situaciones. Así, cada obra construye una determinada representación de  los hombres y mujeres de su época. Por lo tanto, resulta interesante  analizar la configuración de lo femenino en algunos autores.

En primer lugar,  el caso de Nora de “Casa de muñecas” (1879) constituye un quiebre con respecto al modelo de mujer dominante en la época. En un período que pasó a la historia con el nombre de sociedad victoriana, donde prevalecen  las ideas conservadoras y la disciplina, la realización de la mujer pasa por el matrimonio y la maternidad. Su lugar está al lado de su esposo y sus hijos y debe cuidar rígidamente su moral y mantener las buenas costumbres en un marco caracterizado por el dominio masculino. Frente a esto, el personaje de Nora marca un punto de inflexión cuando hacia el final de la obra decide marcharse para buscar su propio camino y descubrir lo que realmente quiere para su vida.

Otro ejemplo de mujeres que se revelan contra los imperativos de su época podemos encontrarlo en “Bodas de sangre” (1933) y “La casa de Bernarda Alba” (1945) de Federico García Lorca. Aquí también se trata de una sociedad tradicional y conservadora que niega la atracción que una mujer puede sentir por un hombre escudándose en una exacerbación del pudor y un ocultamiento del cuerpo femenino. En la primera, impulsada por la pasión y el ardor de un amor negado, la novia recién casada huye con el hombre al que realmente ama el mismo día de la boda. Y en el caso de Bernarda Alba, Adela, impulsada por la audacia y la determinación se anima a romper con el luto para jugarse por aquello que realmente desea. Así, le hace frente a la rígida disciplina que su madre pretende imponer y se opone a sus hermanas. Estos dos personajes desafían las costumbres y valores de su época. De esta forma, García Lorca les otorga voz y protagonismo a las mujeres que tenían un lugar subalterno dentro de una sociedad predominantemente masculina.

Tennesse Williams también supo dar cuenta de la profundidad del alma femenina con una sensibilidad magistral. Quizás su personaje más memorable y más representado sea Blanche de “Un tranvía llamado deseo” (1947). Blanche representa a la decadente sociedad del sur de los Estados Unidos que se queda en la añoranza de un pasado esplendoroso. Pero detrás de esta fachada se esconde una mujer frágil, temerosa y presa de fantasmas pasados que oscila permanentemente entre la cordura y la locura. En ese devenir Blanche desea. Desea refugiarse del dolor, desea el amor y el cuerpo de un hombre, desea compañía, desea vivir.

Por último, no podemos dejar de mencionar a Shakespeare, el dramaturgo que representó las complejidades, contradicciones y ambiciones del ser humano como pocos. Las mujeres de sus obras son muy disímiles entre sí. Por un lado, tenemos la inocencia del alma juvenil y romántica de Julieta que, pese a la prohibición y el enfrentamiento de las familias, se anima a vivir su amor por Romeo. Por otro lado, la fragilidad y la locura en que cae Ofelia luego de la muerte de su padre la llevan al fatal desenlace. En contraste con ambas,  Lady Macbeth representa una exacerbada ambición de poder y está dispuesta a todo por lograr lo que quiere. Además es la que impulsa e incentiva a su esposo cuando él cae en la duda. Sin embargo, la falta de escrúpulos del comienzo se transforma en un remordimiento que la flagela hasta el final.

Este fue un brevísimo recorrido por algunos de los principales autores y aún queda mucho por analizar. Sin embargo, sirve para demostrar que el teatro supo dar cuenta de la complejidad y de la diversidad de lo femenino. En contra de los mensajes de la publicidad y de la televisión que construyen un modelo de mujer estereotipado, celebremos un teatro que de cuenta de la realidad de la mujer, de sus sueños y anhelos, de sus problemáticas y contradicciones, de su lugar en una sociedad que históricamente se caracterizó por desplazarla.

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