Un refugio para el dolor del crecimiento

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Una habitación infantil. Objetos por doquier. Signos de una infancia que se está dejando atrás. Una joven pre-adolescente que no quiere salir. Desde allí, ella construye y reconstruye su mundo. En la intimidad del dormitorio, irá tejiendo un monólogo compuesto por una diversidad de voces. Un discurso polifónico donde los otros hablan a través de ella y, al mismo tiempo, ella es hablada por esos otros. Si la narración sirve para entender y aprehender al mundo, como ha postulado Barthes, el monólogo será su forma de atravesar los dolores del crecimiento y la desilusión de un mundo que había creído muy distinto.

A través del monólogo, la protagonista de “El nombre de la luna”  tratará de comprender lo que le está pasando y, al mismo tiempo, cuestionará los mandatos sociales representados, principalmente, por la figura de la madre. Es ella la que le dice cómo debe ser y comportarse una mujer. Discurso de discursos, en su monólogo no sólo se cruzan las palabras de la madre sino también fragmentos de antiguos manuales que enseñaban cómo comportarse a las niñas. Presencias y ausencias también porque esos discursos son citados y resignificados por ella.

Refugio o trinchera, su habitación es el lugar que le brinda seguridad y desde el cual intenta resistir. Aquí están todas sus pertenencias, que le ayudarán para construir su discurso, desde la computadora, que funciona  como la única ventana al mundo, hasta  la casa de muñecas, vestigio de unos años de infancia que llegaron a su fin. La cámara con la cual grabará su monólogo le otorgará un encuadre a la mirada y le servirá para dejar un registro, una huella. Objetos que dan cuenta de la contradicción de esa joven que ya no es una niña pero que todavía no es un adulto. Afuera queda lo desconocido y lo peligroso.

La puesta en escena resalta lo visual debido a que la grabación se proyecta en una de las paredes de la escenografía. Además, ayuda a focalizar en los momentos de mayor tensión.El diseño de luces contribuye a crear una atmósfera de fantasía. Por su parte, la actriz (Manuela Fernández Vivian) logra meterse en las profundidades de esa adolescente y atraviesa los diferentes momentos que plantea el texto con la frescura propia de una niña. Su trabajo está plagado de matices y de emoción genuina.

El descubrimiento de la sexualidad, el desarrollo de la identidad, los cambios físicos y la relación con el cuerpo propio y el cuerpo del otro son algunas de las temáticas que atraviesa la obra. ¿Qué es ser una mujer? Podría ser una de las preguntas que nos deja la pieza. Pero también nos habla de los estereotipos que circulan en torno a lo femenino y de la persistencia de ciertos mandatos que, a pesar de los avances que hubo en materia de género, continúan instalados socialmente.

Ficha técnica

Dramaturgia:Maria Emilia Franchignoni

Actúan:Manuela Fernández Vivian

Vestuario:Magda Banach

Escenografía:Noelia Gonzalez Svoboda

Iluminación:Claudio Del Bianco

Multimedia:Matías Fabro

Diseño gráfico:Sergio Calvo

Asistencia de iluminación:Facundo David

Asistencia de dirección:Nadia Pereyra

Prensa:Marisol Cambre

Producción:Fabio Petrucci

Dirección:Maria Emilia Franchignoni

Teatro del Abasto

Humahuaca 3549
Capital Federal – Buenos Aires – Argentina
Teléfonos: 4865-0014
Web: http://www.teatrodelabasto.com
Sábados – 21:00 hs – Hasta el 03/12/2016

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