La literatura del escándalo

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Ante el escándalo que se generó por el Operativo Nacional de Entrega de Libros en Mendoza, el Ministerio de Educación de la Nación emitió una gacetilla para justificar la elección de los títulos que, según los directivos y bibliotecarios de la provincia del Cuyo, contienen escenas sexuales explícitas y también de violencia de género.

Según la cartera educativa, los libros fueron seleccionados y aprobados por una Comisión Asesora Federal del Operativo en el año 2010. Las obras que se enviaron fueron Sin novedad en el frente, de Patricia Breccia; El inspector Justo y otras historias, de Sanyú; y Peter Capusotto, el libro, de Diego Capusotto y Pedro Saborido. La compra se concretó durante 2012.

En diálogo con el diario mendocino Los Andes, Osvaldo Calvente, director de la Escuela Técnica 4-108 Guillermo Villanueva, de Maipú, señaló que el contenido era tan polémico que no dudó en mantener el material fuera del alcance de los alumnos. En uno de los paquetes de 30 libros había 10 con este contenido.

«Periódicamente llegan libros de la Nación a las escuelas de Mendoza por encomienda. Estas cajas arribaron hace más o menos diez días (fines de julio). Yo tengo ordenado a las bibliotecarias que abran las mismas y revisen el material por si encuentran alguna cosa rara», afirmó.

Desde el Ministerio señalaron que esta colección “ha sido pensada para acercar a los alumnos del ciclo básico y del ciclo orientado de la Escuela Secundaria múltiples lecturas de los géneros tradicionales y de los nuevos géneros –tales como la historieta, la novela gráfica y el libro-álbum– que involucran lenguajes y formatos poco explorados hasta hoy en la escuela y, muchas veces, lejanos en apariencia al mundo adulto”.

Pero más allá de que los libros sean enviados a las escuelas, según afirman desde la cartera educativa “no es su objetivo trabajarla en el aula, sino que los alumnos, orientados por un bibliotecario o por los profesores de distintas áreas, puedan recorrerla desde distintos itinerarios posibles”. Por esa razón, los adultos deben contextualizar para acortar la distancia entre la obra y sus lectores.

“Dicho material, no es de carácter obligatorio y los docentes evalúan la pertinencia y el abordaje pedagógico de los mismos en el aula”, se lee en la gacetilla.

Ante la cuestión de la no obligatoriedad de trabajar el material en clase, queda por responder qué sucede con la selección de los libros por parte del Ministerio. Si bien existen tendencias hacia nuevos formatos lecturas de los géneros literarios, lenguajes y enfoques respecto de la sexualidad y la violencia de género, habría que revisar los modos de presentar, o no, estos contenidos en la escuela, y enfrentar así mismo, lo que traiga su presentación en la escuela. Sobre todo es necesario que los educadores que arman sus planes de lectura anual cuenten con las herramientas necesarias para seleccionar un determinado título, sin que sea una moda o una imposición, ya sea gubernamental o institucional.

Según otro artículo del diario Los Andes, en un análisis de la apuesta cultural y educativa del kirchnerismo, “hemos llegado a la paradoja de que no tenemos una cultura ni una educación mejores a pesar de haber puesto mucho más dinero en ambas, porque se piensa todo en términos político-partidarios en vez de plantearse gestiones más eficientes según metas y resultados”.

“En el caso particular que nos ocupa –los libros enviados a las escuelas-, estamos discutiendo sobre el valor de muy buenas historietas pero que fueron cuestionadas correctamente por casi toda Mendoza, al ser entregadas sin ton ni son en el lugar que no corresponde, porque el Ministerio de Educación pensó más en los que hacen los libros que en quienes los reciben”, afirman.

FOTO: Marcelo Rolland / Los Andes

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