Investigadores argentinos presentaron una nueva especie de dinosaurio carnívoro

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Bicentenaria argentina. Ese es el nombre elegido por los investigadores del Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN) para este nuevo dinosaurio, no sólo para conmemorar los dos siglos de independencia argentina sino también los 200 años de la creación del Museo, dependiente del CONICET. Pero Bicentenaria no es un dinosaurio más: es muy probable que sea el primer representante que se encuentra de un linaje nuevo dentro de la familia de celurosaurios, aquellos dinosaurios que eventualmente darían origen a las aves.

Los investigadores creen que ejemplares como el Bicentenaria podrían aportar claves para entender cómo fue la evolución de estos animales. “Si bien dentro de los celurosaurios hay miembros como el Tyrannosaurus rex o el Velociraptor, no se conoce mucho acerca de las formas primitivas de los primeros celurosaurios”, explica Fernando Novas, investigador independiente del CONICET y jefe del MACN. Novas, junto con su equipo, analizaron los huesos encontrados en Río Negro (ver Hallazgo Fortuito) y describieron las características del Bicentenaria. Los adultos habrían tenido entre 2.5 y 3 metros de largo, y eran ágiles y delgados. Por la forma de sus dientes y la presencia de garras, sería posible deducir que se trataba de dinosaurios cazadores. “Se puede sospechar que podrían haberse alimentado de dinosaurios más pequeños, herbívoros o crías de dinosaurios”, comenta Novas. Por otra parte, se puede también especular que este dinosaurio habría tenido el cuerpo cubierto por plumas. Si bien no se hallaron rastros de plumaje en las rocas, investigaciones anteriores muestran que sus parientes – hallados en China – sí estaban emplumados, “y es posible inferir que Bicentenaria también”, dice Novas.

Las rocas que contenían los huesos tienen alrededor de 90 millones de años y corresponden al período Cretácico Superior, entre 65 y 98 millones de años atrás. “Los fósiles de celurosaurios primitivos son raros, y por lo tanto esta nueva especie es muy importante”, analiza Steve Brusatte, de la división de Paleontología del Museo Americano de Historia Natural de Estados Unidos. Para Brusatte, Bicentenaria no solo debería ayudar a comprender mejor el árbol familiar de las aves y sus parientes más cercanos, sino que también “indica que los continentes del sur – Sudamérica, África, Australia – tuvieron una mayor diversidad de dinosaurios pequeños y similares a las aves de lo que se esperaba”.

Hallazgo fortuito

Los huesos del Bicentenaria fueron encontrados en 1998 a orillas del lago Ramos Mexía, Río Negro, por Raúl Spedale, empleado de una hormigonera. Ese año hubo una bajante excepcional en los niveles del lago y quedaron expuestas algunas zonas que usualmente están tapadas por agua. Mientras pescaba Spedale vio un parche de arenisca del cual salían huesos en punta. “Cuando los vi tiré la caña, me arrodillé y empecé a escarbar con un cuchillo grande que tenía”, asegura. Excavó toda esa tarde y las siguientes, durante tres temporadas de pesca. “Cada vez que iba estaba media tarde arrodillado y desenterrando huesos”, cuenta. Spedale rescató alrededor de 130 huesos, pertenecientes a varios ejemplares de este dinosaurio. Cuando regresó una cuarta vez, el agua había subido y no pudo volver a encontrar el sitio.

Bicentenaria argentina: ¿juntos o separados?

Una vez en el laboratorio, Novas y su equipo se dieron cuenta que los 130 huesos colectados por Spedale correspondían a por lo menos tres ejemplares adultos y varios juveniles. Sin embargo, el investigador advierte que esto no necesariamente indica que cazaban en manadas, como usualmente se cree. Es probable que el Bicentenaria viviera en grupos, como ocurre con muchas aves vivientes. El hecho que los huesos de adultos y juveniles se hallaran entremezclados sugiere que alguna razón ambiental (quizás una sequía) habría provocado una gran mortandad de estos dinosaurios, cuyos cadáveres fueran posteriormente arrastrados varios metros por las corrientes de agua hasta su tumba definitiva.

Evolución: de dinosaurios gigantes a aves

De acuerdo con Federico Agnolín, estudiante de paleontología en la Universidad Nacional de La Plata e investigador de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara, este dinosaurio podría ayudar a comprender cómo fue la transición de ejemplares de gran porte, como el tiranosaurio, hasta las aves que conocemos actualmente. “Este animal pertenece a un linaje bastante primitivo dentro de su grupo, pero aparece en un tiempo relativamente moderno. Bicentenaria es como la punta del iceberg: no conocemos a sus ancestros y es por ahora la única especie de este gran grupo”, dice.

Y es que a la paleontología le falta conocer cómo fue que los grandes dinosaurios arcaicos evolucionaron a especies más pequeñas, y este ejemplar podría aportar algunas pistas sobre este proceso. “No sabemos bien porqué se hicieron más chicos, pero es probable que con la reducción del tamaño estos carnívoros hayan podido ocupar nichos ecológicos diferentes de sus enormes parientes, y evitar la competencia con los grandes depredadores. El Bicentenaria y sus parientes documentan así un primer escalón en la reducción del tamaño corporal. El otro próximo escalón serían sus descendientes, las aves”, concluye Novas.

Bicentenaria argentina forma parte del patrimonio de la provincia de Río Negro, donde fue descubierto, y tras su presentación va a pasar a integrar las colecciones del Museo Carlos Ameghino, de Cipoletti, en esa provincia.

Fuente: Prensa Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.

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