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¿Puede ser el arte un puente para el trabajo entre docentes y estudiantes? ¿Los lenguajes artísticos se despliegan más allá del campo propio del arte? Definitivamente sí y Flacso ofrece una instancia de formación a cargo de docentes con amplia experiencia.

Se trata del curso de posgrado “La mediación cultural en la escuela secundaria y el arte como puente para habitarla”, que pone al arte en el centro de los aprendizajes, con el ojo puesto en la práctica docente. Partiendo de considerar que los lenguajes artísticos no son patrimonio exclusivo de los artistas, el curso propone utilizar el concepto de mediación cultural como herramienta para colocar obras y lenguajes artísticos al servicio de la construcción de vínculos sociales en las escuelas.

Martín Broide y Yamila Haime son los docentes a cargo de esta formación de posgrado. Broide es antropólogo (UBA) y docente en educación por el arte formado en el Taller de la ventana. Se ha desempeñado como coordinador, capacitador y tallerista en diversos programas de mediación cultural y formación de lectores y ha publicado diversos artículos sobre lectura, escritura y mediación cultural.

Por su parte, Haime es docente y directora de teatro para niños y adolescentes. Egresada de la Escuela Nacional de Arte Dramático (ENAD) y con posgrado en Gestión Cultural (Flacso), fundó EITA (Escuela Integral de Teatro para adolescentes). Ha gestado y coordinado distintos eventos y festivales culturales y ha publicado diversos artículos sobre arte y educación, y presentado trabajos en distintos congresos sobre el tema.

Ambos forman parte de la dirección del Colegio de la Ciudad. Haime se desempeña como Directora del Área de Talleres y Vicedirectora general. En tanto, Broide es Vicedirector de Talleres, además de capacitador en Escuela de Maestros (CABA) y coordinador del taller de escritura La casa de los vientos.

El arte ingresa a la escuela

En diálogo con Sobre Tiza, Yamila Haime explica que la frontera que establece la escuela como aquello que delimita lo que ocurre afuera y adentro es una construcción simbólica que precisamente el concepto de mediación cultural permite derribar. “La mediación cultural habilita el armado de una trama colectiva: algo así como encontrar a partir de experiencias artísticas un colectivo, un relato en común, una historia que a veces parece escondida”, detalla.

El arte nos atraviesa. Más allá de que seamos o no artistas, todos nos vinculamos con el teatro, el cine, la poesía, la música y tantas otras expresiones artísticas. Por lo que el curso, y los docentes que lo dictan, consideran que los lenguajes artísticos no son un patrimonio exclusivo ni de los artistas ni de los docentes de arte. Los seres humanos “necesitamos de ellos para construir la trama simbólica e imaginaria en la que fundamos nuestros vínculos, subjetividades, deseos, y proyectos. Enriquecer esa trama y profundizarla es tarea de la escuela y, por ende, de los adultos referentes que la habitan. Se realiza en los intersticios entre los aprendizajes y las sociabilidades”, explica Haime.

En la misma línea, Martín Broide plantea que todas las personas tienen tanto la necesidad como el derecho de expresarse creativamente y que los lenguajes artísticos son el territorio ideal para explorar aquellas cuestiones, que pueden estar presentes en las disciplinas y en las asignaturas, para las cuales no hay aún respuestas.

“Los lenguajes artísticos, en ese sentido, pueden enriquecer la práctica docente nutriéndola con territorios de exploración, y con espacios de singularización. En la poesía, en la música, en el teatro, no sirve hacer las cosas «correctamente», no hay tal cosa como lo correcto. Cada camino es singular, y debe construirse a través de cada cuerpo, en cada lugar, en cada momento. Eso pone en contacto con saberes que no son abstractos, que no quedan jamás solo en la teoría. Y que, por otra parte, tienen más posibilidades de ser apropiados por lxs estudiantes en los aspectos que más interesan, convocan, sensibilizan”, explica.

Yamila Haime
Yamila Haime

«Un mediador cultural debe empezar por reconocer su propio espacio poético, muchas veces deslegitimado, oculto, silenciado, para poder ponerlo en juego con lxs demás. Siempre trabaja desde su propia singularidad, y no desde conocimientos externos objetivados. Se trata de una tarea artesanal, que lleva inscripta la huella de su hacedor o hacedora.”

La mediación cultural

Aunque a veces no resulte muy visible, el arte está más presente en la escuela de lo que podemos imaginar. Para el docente y antropólogo, la escuela posee riquezas simbólicas que no capitaliza: “lenguajes artísticos que circulan entre lxs pibxs, experiencias de la comunidad, saberes de lxs docentes que no tienen que ver de manera directa con los contenidos curriculares, y sin embargo los atraviesan y vitalizan”, describe.

Y acá el concepto de mediación resulta clave ya que es la herramienta que posibilita esos encuentros. Mediación que algunos sujetos pueden llevar a cabo para habilitar espacios en los cuales se pueda desplegar narrativas y lenguajes diversos.

“Esa posibilidad depende en buena parte de mediaciones, de “otros” en tanto habilitadores de un espacio en el cual desplegarnos, con narrativas y lenguajes en los cuales logremos introducirnos y proyectarnos, y que nos ayuden a construir un lugar más allá de los estereotipos y los mandatos. Es una posibilidad que depende de reconocer lo frágil y caótico del hilo invisible que da sentido a la existencia en comunidad para volver a reconocerlo y tejer desde sus cabos sueltos”, describe la docente y directora teatral en diálogo con Sobre Tiza.

El arte tiene la capacidad de interpelar y de cuestionar desde un lugar distinto, a veces disruptivo y otras veces más cercano. A través de las expresiones artísticas podemos ver el mundo desde otro lugar o entender mejor aquello que sentimos. “Trabajar con los lenguajes artísticos es dar la posibilidad de integrar concepto y emoción, y de bucear en una lengua propia. Por otra parte, se trata de tomar en cuenta la dimensión de la belleza. Que lo que pase en la escuela también sea lindo, que tenga fuerza, que haya una atención a la forma. Que es también un modo de lo amoroso”, enfatiza Broide.

El trabajo desde la mediación cultural habilita otro tipo de vínculos entre docentes y estudiantes donde las jerarquías entre unos y otros se vuelvan más horizontales y, además, brinda la oportunidad de incluir en un proyecto en común a sujetos con distintas trayectorias. “Pensar la escuela desde la mediación cultural implica corrernos de los carriles docente-estudiante, estudiante-estudiante en sus formas tradicionales para llevarlos adelante de otras formas, con asociaciones que partiendo de un hacer en común generan otros lazos. Que la escuela sea un espacio en el que personas con distintos recorridos, edades e intereses, pero pertenecientes a una misma comunidad, se junten para llevar adelante proyectos que tienen que ver con las necesidades de esa comunidad”, explica el también Vicedirector de Talleres del Colegio de la Ciudad.

Martín Broide
Martín Broide

“¿Cómo podría ser la escuela un territorio poético? Tal vez si las personas que la habitan, transitan, construyen, se permiten vincularse más con sus propias sensibilidades, con sus deseos, con sus preguntas sin respuesta, con su vínculo con la belleza. Un territorio poético puede conformarse a través de la cocina, de la física, de las historias de las personas de la comunidad, no importa de qué. Importa que esa materia sea una materia viva, que atraviese a quienes están ahí.”

La propuesta del curso

La formación de posgrado “La mediación cultural en la escuela secundaria y el arte como puente para habitarla” se articula en cuatro encuentros a distancia que conjugan momentos de experiencias y otros de aporte bibliográfico y material fílmico. Se trata de una tarea artesanal que inicia por reconocer el propio espacio poético, que lleva inscripta la huella de su hacedor o hacedora.

El curso está destinado a la población docente de todas las ramas y niveles. Y sus contenidos van desde una aproximación al concepto de la mediación cultural hasta experiencias de mediación cultural en la escuela secundaria, pasando por la experiencia como eje fundamental del aprendizaje y el juego como la exploración de un camino creador.

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